¿Aparecen los desaparecidos?

Enviado por Esteban Falcionelli en Jue, 28/02/2008 - 1:03pm
No son pocas las veces, ni desautorizadas las voces, a través de las cuales se ha puesto en evidencia la mentira de los treinta mil desaparecidos. 
Al igual que con otras cifras emblemáticas, ocurre que ésta no contiene ninguna verdad sino un mito útil a la propaganda marxista. Reducida y dialectizada la percepción de la realidad, es común que los ideólogos quieran numerarla, con el solo propósito de volverla más efectista. Los treinta mil desaparecidos no conforman ninguna verdad. Apenas un recurso mnemotécnico para mantener viva la guerra subversiva.
Hace más de una década y media que trascendió el caso de un prestigioso médico de Mar del Plata, que pedía que se lo retirara de la lista de desaparecidos por estar “vivito y coleando”. Hace algo más aún, un terremoto en México dejó como saldo una tranquilizante nómina de sobrevivientes, entre los cuales había no pocos de los dados por extintos a causa de la supuesta dictadura militar. En el “Ámbito Financiero” del 12 de septiembre de 1985, en nota titulada “Una respuesta no conocida del Ejército”, el periodista Carlos Tórtora informaba sobre una carta enviada por Eduardo Alberto Kurt Fuentes, por entonces residente en Estocolmo, a la Secretaria de Relaciones Públicas de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Rosa Pantaleón. En la misma, solicitaba su baja de la nómina de desaparecidos, por cuanto se encontraba residiendo en Suecia desde abril de 1978, junto con su esposa, “en buen estado de salud y felices de vivir en su nuevo país”. Don Kurt, claro, figura en el “Anexo” del Informe de la CONADEP -editado por Eudeba en 1984 y curiosamente ocultado después- en la página 242, como “Persona desaparecida: Kurt Fuentes Eduardo. Lugar del hecho: Buenos Aires. Nº de actor: 02701. Fecha de desaparición: 1/1/78”.
En su momento, como consecuencia de la detención del cura Grassi, todo el mundo se enteró de que el Juez que llevó su causa -y luego súbitamente renunciante- era el Dr. Alfredo Humberto Meade. Pero muy pocos se preguntan si no será el mismo que figura en la página 288 del Anexo 1 del informe final de la CONADEP como detenido-desaparecido. El mismo que, a comienzos de octubre de 2001, dirigió las Jornadas sobre “Servicio de justicia, niñez y derechos humanos”, con expositores tan ecuánimes como la Nona Carlotto. El mismo, al fin y como decíamos antes, que inicia una acción legal contra un clérigo, motivada por la denuncia mediática de Miriam Lewin de García, ex militante montonera de confesa trayectoria.
¿A cuántos de estos casos de desapariciones y apariciones les habremos pagado los 250.000 dólares de indemnización? ¿Nadie va a reclamarles a Magdalena Ruiz Guiñazú o a Ernesto Sábato, el mal desempeño de sus tareas inquisitoriales? ¿Alguien reconocerá alguna vez que se ha estado mintiendo descaradamente desde hace veinticinco años con la cifra de las desapariciones? ¿Pueden los jueces de una nación ser antiguos terroristas, y proclamarse después esa misma nación en contra del terrorismo? Éstas y otras muchas, no son preguntas que tengan respuestas. 
Son preguntas que tienen indignación y estupor.