- No entiendo, Profesor; Ud. nos dice que en nuestro país la justicia ha sido y es imparcial e independiente, pero vemos que están presos civiles, policías y militares que enfrentaron a los guerrilleros y no hay un solo guerrillero preso. ¿Cómo se entiende? ¿Qué está pasando?
- Respondo y procuro aclarar: tengan presente que la ley de amnistía...
- Sí, ya sabemos -interrumpe un estudiante- pero hubo guerrilleros que cometieron crímenes horrendos y no pasaron por juzgado alguno ni estuvieron presos un minuto...
- Permítanme que complete la información... Y Otra ley, la de Caducidad de la Pretensión...
- Sí, también la conocemos, pero contiene disposiciones que parecen haber sido redactadas para posibilitar que ocurriese lo que ahora presenciamos...”
Este es parte de un diálogo que mantuve con uno de los más brillantes estudiantes que conocí en veinticinco años de docencia. Se trata de uno de esos pocos jóvenes que no confunden la apariencia con la realidad ni los efectos con las causas. Tan excepcional observador de la realidad que, en estos temas, rara vez los medios masivos de comunicación lo hicieron caer en sus redes tramposas. Cuando se elaboraban monografías, el equipo que él coordinaba era el único que jamás aportaba recortes de prensa y siempre reflejaba haber leído documentos originales. Al preguntarle por qué nunca veía incorporado en sus trabajos material de prensa escrita, respondió que, si bien consultaba diarios, revistas y semanarios, se había dado cuenta que allí solo encontraba la selección temática y la opinión de los fabricantes de noticias”. Y agregó, “para conocer fielmente la verdad de los hechos, como Ud. nos dijo, hay que recurrir a las fuentes documentales auténticas y, a partir de ellas, elaborar el propio análisis que no tiene por qué coincidir con el que viene impuesto a través de los medios masivos”.
Recuerdo que, con respecto a la prensa y a los actores políticos, le escuché afirmar algo que, además de ingenioso, es verdadero. Decía más o menos así: la tarea común de los medios y de los políticos consiste en el arte de proponer falsas soluciones para problemas que podrán ser reales o supuestos, pero mal planteados, mediante diagnósticos interesadamente parciales, frente a los cuales sugieren aplicar remedios equivocados. Guardo como valioso tesoro dos trabajos monográficos de este estudiante excepcional que inicia ahora, en el extranjero, una muy prometedora carrera. Aprendí mucho de él y desearía encontrar muchos estudiantes así. Desgraciadamente, son los menos porque, en general, los medios logran que casi todo el mundo acepte la agenda noticiosa tal cual se le impone y, lo que es peor, el común de las personas repite las opiniones que lee o escucha como si fueran verdades incontrovertibles.
Por el voto ciudadano, Juan María Bordaberry fue presidente constitucional desde marzo de 1972. Le tocó asumir esa responsabilidad en momentos de auge de la brutal agresión guerrillera. Secuestros, atentados, robos, copamientos, asesinatos, fueron todos ingredientes de la acción sediciosa que aterrorizó a la población. Las autoridades nacionales se vieron obligadas a encomendarle a las FFAA que se hicieran cargo del combate a la guerrilla marxista que pretendía convertir al país en otra Cuba castrista.
Apenas transcurrió un mes después de asumir y el país vivió una de las jornadas más trágicas de su historia. Fue el 14 abril de ese año 1972. La banda criminal tupamara asesinó a civiles, policías y militares. Víctimas inocentes cayeron cruelmente acribilladas por la organización guerrillera que hoy tiene a varios de sus miembros ocupando cargos de gobierno o siendo protagonistas del quehacer periodístico y educativo. Una de las víctimas de ese luctuoso día fue el Profesor Armando Acosta y Lara, a quien jamás olvidaremos.
El 27 de junio de 1973, en medio de la gravísima crisis que Uruguay padecía por los efectos del terrorismo guerrillero y de la maquinaria psicopolítica del marxismo, el Presidente Bordaberry disuelve el parlamento y se inicia así el Proceso Cívico-Militar, período de gobierno de facto que terminará, con la derrota del brazo militar de la subversión y la realización de elecciones en 1984.
Por discrepancias con la cúpula de las FFAA, finaliza su gestión como Presidente de la República el 12 de junio de 1976.
Los hechos con los cuales se pretende vincular al ex Presidente Bordaberry y al ex canciller Juan Carlos Blanco, tuvieron lugar en Argentina y no en Uruguay, el 20 de mayo de 1976. Nótese que apenas unos veinte días separan el relevo del presidente Bordaberry de aquellas muertes en Buenos Aires, cuando aquí Bordaberry carecía de influencia y los militares estaban poniéndole fin a su ejercicio presidencial. Con gran estruendo mediático y pese a la inexistencia de pruebas, utilizando apenas débiles presunciones e inferencias forzadas, hoy el ex Presidente Bordaberry y el ex Canciller Blanco están penalmente procesados, con prisión, y recorren el calvario mediático, político-judicial y carcelario. Al ritmo de murga, con espíritu murguista cargado de odio y venganza, la izquierda festeja. Lograron el resultado que buscaron a través de tantas presiones y del manejo de los medios masivos, cada día más repugnantemente serviles. Esta misma izquierda que ahora celebra lo decidido por un juez, es la que predica contra la que denominan “justicia burguesa”, a la que consideran “instrumento de dominación con que cuentan los ricos para esclavizar a los pobres”. Así son los expertos del doble discurso, maestros de la mentira y campeones del cinismo. Son la encarnación de la hipocresía más execrable.
Vamos presenciando, así, la continuación de la feroz campaña revanchista que incluye, como principal ingrediente. el fusilamiento mediático, principalmente televisivo. A través de noticieros y periodísticos, la TV opera como un paredón de fusilamiento enseguida de un juicio sumarísimo donde la sentencia de decide antes de iniciarse el proceso.
El actual gobierno izquierdista, con su arbitraria interpretación de la Ley de Caducidad, terminó por derogarla de hecho, no de iure. Por ello, padecen injusta prisión y extradición varios de quienes se destacaron en la lucha antiguerrillera. Además de estar amnistiados (extinguidos) los presuntos delitos de los que se acusa a quienes enfrentaron la embestida del terrorismo sedicioso, los hechos presumiblemente delictivos ocurrieron hace más de treinta años y, por tanto, están prescriptos, inclusive si a ese lapso se le restaran años del período de gobierno de facto. Recuérdese que los jueces tienen la obligación de declarar la prescripción aunque los acusados no la hubiesen planteado.
Recuérdese, por ejemplo:
· La convergencia entre wilsonismo y marxismo;
· Las reformas confiscatorias impulsadas por el wilsonismo,
· El discurso de los wilsonistas que en poco o nada se diferencia sustancialmente de la típica prédica marxista (en el ámbito universitario, este trasbordo discursivo del wilsonismo resulta gravemente dañino);
· La imperdonable entrega de la educación a la izquierda, CONAPRO mediante, por parte del sanguinettismo y convalidada por los blancos;
· La injustificada invitación cursada por Sanguinetti a Fidel Castro para visitar oficialmente Uruguay, luego que el propio Sanguinetti ganó las elecciones montado en un fenomenal discurso anticastrista.
Podría seguir citando Innumerables ejemplos de grandes traiciones de los dirigente políticos blanquicolorados aunque, en verdad, produce náuseas y sería de nunca terminar. Todo esto explica mi indignación con los políticos en general, que salvo honrosísimas excepciones, son merecedores del más profundo desprecio. A esta altura, me provocan una inevitable repugnancia.
Justicia ¿ciega o tuerta?:
Los jueces, encargados de interpretar y aplicar la ley, son personas y, por tanto, falibles como todos los mortales. No son dioses y por tanto sus decisiones pueden ser injustas, como de hecho ocurre muchas veces. Además de falibles, los jueces son destinatarios preferidos de gigantescas presiones. Se desea y se espera que no sean permeables a ellas para que logren decidir en forma imparcial e independiente del poder político, de las turbas y tumultos que puedan fabricarse, del supuesto clamor social, y de la opinión más publicada a través de los medios de comunicación masiva.
A este respecto, véase con la mayor atención lo que dice la familia Bordaberry:
“Lamentamos muy profundamente las tremendas presiones políticas a que se ha sometido la Justicia en el último año y medio con clarísimo ánimo de revancha. Desde el reconocimiento público que hicieron los legisladores del Frente Amplio que estaban dictando una ley, la del descongestionamiento del sistema carcelario, de tal forma que no beneficiara a nuestro padre; una ley con nombre y apellido del excluido. También, desde los pedidos públicos y anuncios de legisladores y dirigentes del Frente Amplio que pidieron una y otra vez que el juez procesara a nuestro padre. Las presiones a los jueces han sido enormes en este año y medio, hasta se llegó a sumariar a una jueza que dictó una sentencia favorable a nuestro padre. Algo nunca visto en Uruguay. Y lo digo pese al que le pese... pero con la verdad no ofendo”. El único Juez siempre justo, infinitamente justo, es Dios. A Él también se verán sometidos los jueces falibles que entre nosotros deciden sobre el honor, la libertad y los bienes de las personas. Yo no querría estar en el lugar de muchos de estos jueces que son benignos con los dañinos activistas de izquierda y excesivamente severos con quienes se han opuestos a las pretensiones indebidas de la izquierda.
La familia:
La institución familiar es atacada por el marxismo y por los izquierdistas resentidos, en general, aunque no se confiesen marxistas. Para el marxismo, “la familia es una institución, burguesa inventada por la Iglesia, que debe ser destruida”. Los activistas de izquierda, plagados de frustraciones, odios y resentimientos muy mal canalizados, rechazan las familias bien constituidas mientras hacen la apología del concubinato, del homosexualismo, del aborto, etc.
Muy especialmente en el caso de familias como Bordaberry, agregan a sus motivos políticos de rechazo el que se trate de una familia tradicional, basada en principios religiosos. De ahí el profundo odio de la izquierda: ven en la familia Bordaberry el reflejo del cultivo de valores morales y religiosos que son radicalmente contrarios a los antivalores plasmados en la doctrina y en la praxis revolucionaria que los impulsa. Es muy saludable que la población pueda reconocer valores superiores en la unidad familiar, sólida y armónica.
Valores morales y religiosos:
Para la izquierda marxista “La religión es el opio de los pueblos” y “Dios es el enemigo personal de la sociedad comunista". El materialismo ateo, liberticida y totalitario, es el motor propulsor de la izquierda inmoral en su furiosa venganza política, mediática y jurídica contra quienes enfrentaron a la guerrilla criminal. Toda nuestra solidaridad para con las familias Bordaberry y Blanco, así como para con las de quienes han caído, víctimas de la sedición y para con los familiares de todos aquellos que hoy están injustamente presos y extraditados. Que Dios les conceda a todos ellos la fortaleza necesaria para enfrentar esta situación dolorosa.
Y a nosotros, que nos otorgue el coraje necesario para seguir combatiendo al marxismo, enemigo mortal de la Civilización Occidental y Cristiana, que aparece hoy con mil rostros seductoramente maquillados.
Escribe: Prof. Alexander Torres Mega
Dir. Resp. de Flashes Culturales
Montevideo, Uruguay
ALERTAR – DOCUMENTAR – DENUNCIAR – R E S I S T I R
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