Los Obispos más jóvenes de la Iglesia

Enviado por Esteban Falcionelli en Sáb, 11/08/2007 - 3:03pm
Acabamos de publicar un artículo sobre los cien obispos más ancianos de la Iglesia. Hoy lo hacemos sobre los más jóvenes.

 

Obispos Jóvenes

 

En el anterior hablábamos de personas cargadas de años y muchos de ellos de méritos más que notables, próximos ya todos ellos al encuentro con el Padre.

 

Era normal que algunos de esos nombres dijeran algo al lector. Ahora hablamos de los que se estrenan. De quienes tienen su historia episcopal todavía en blanco. Ojalá la llenen con páginas eclesialmente gloriosas.

 

Ante todo una constatación puramente de edad. Y apodíctica. Es así. Nadie la puede discutir. Pablo VI en un afán por tener un episcopado nuevo, tal vez porque pensara que el antiguo era demasiado tradicional y no secundaba su línea, tomó dos importantes decisiones.

 

Imponer la renuncia a los obispos que cumplieran setenta y cinco años, con lo que se deshizo de muchísimos, y nombrar a no pocos que todavía no habían cumplido los cuarenta años.

 

A mí lo primero no me parece mal. Siempre se podrá discutir cual es la edad que se establezca como límite. Pueden ser los setenta y cinco, los setenta y siete, los ochenta, pero lo que es cierto es que en nuestros días se han alargado mucho las expectativas de vida y que son muy numerosos los obispos que alcanzan los noventa años e incluso los superan. Y a esas edades no se puede regir una diócesis. Lo que me parece un error es la prórroga tácita. Porque deja a las diócesis en pésima situación. El obispo sabe que está ya amortizado y que el cese le va a llegar cualquier día. Y no se mete en berenjenales.

 

A lo más se dedica a colocar a quienes fueron sus amigos. Siempre he sostenido que si la Santa Sede piensa prorrogar un año o dos a algún obispo debería declararlo. Y así no se producirían esas situaciones semiinterinas que no son buenas para las diócesis. Además se ahorrarían rumores, maniobras, bulos no pocas veces intencionados, que son pésimos para las diócesis.

 

Respecto a nombrar obispos jovencísimos siempre me he manifestado contrario. Cabe por supuesto cualquier excepción. Pero como hecho excepcional. Al obispado deben llegar varones probados. No brillantes o menos brillantes expectativas que tantas veces no llegaron a nada.

 

Juan Pablo II cortó de raíz la promoción de obispos yogurines. La edad de acceso al episcopado se retrasó unos diez años. Me pareció una excelente medida.

 

Hoy solamente hay un obispo menor de cuarenta años. El mejicano Don Emigdio Duarte, auxiliar de Culiacán. Con cuarenta hay tres. Todos auxiliares. Ninguno con cuarenta y uno. Y nueve con cuarenta y dos. Cinco de ellos ya residenciales. Ya con cuarenta y tres hay doce obispos.

 

Entre los cuarenta y cinco obispos más jóvenes hay una importante presencia de religiosos. Dos son redentoristas y con un obispo están representados los misioneros de África, los espiritanos, los benedictinos, el sodalicio de vida cristiana de Perú, el Verbo Divino, los franciscanos y una congregación que ahora no identifico. En total, nueve. Y entre los cien obispos más jóvenes hay veintiséis miembros de órdenes o congregaciones religiosas. Cifra sin duda muy importante.

 

Entre todos ellos hay sólo, salvo error por mi parte, dos españoles. Don Rafael Alfonso Escudero López Brea, nombrado recientemente obispo coadjutor de Moyabamba, Perú, y ya prelado residencial de aquella diócesis, de la que se ha hecho cargo, con extraordinaria generosidad, el arzobispado de Toledo.

 

Y con riesgo de ser reiterativo vuelvo a referir el inmenso servicio eclesial de Don Marcelo. A su Iglesia toledana, a la española y a la hispanoamericana. Hoy, cuando la mayoría de las diócesis españolas no tienen sacerdotes con los que atender a sus fieles, la toledana hasta adopta un obispado en Perú. E incluso le da un obispo.

 

Si Don Rafael ocupa el puesto cuarenta y seis entre los obispos más jóvenes del mundo, Don José Ignacio Munilla, obispo de Palencia, tiene el número sesenta. Ambos con cuarenta y cinco años.

 

Ojalá todos estos jóvenes obispos se llenen con el paso de los años de méritos. Ahora apenas son promesas. De los españoles tengo el mejor de los conceptos. Qué el Señor que ha iniciado con ellos la obra buena,

Él mismo la lleve a término.