Maldita Policía

Enviado por Esteban Falcionelli en Jue, 07/09/2006 - 8:12pm

Había una vez un país muy pero muy atrasado.

Miren, nenes, si sería atrasado que lo gobernaba un General.

Resulta que un grupo de militares, que son unos señores muy malos, que usan el pelo corto y se visten todos iguales, había sacado del gobierno al Presidente Constitucional, mediante una cosa muy pero muy fea, que se llama Golpe de Estado.

Después de un tiempito, este General fue Presidente, y a un amigo suyo, que era Coronel (que es como General, pero un poco menos) lo puso de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, que era la más grande que tenía el país atrasado.

El Gobernador tenía otro amigo que era Coronel como él al que puso de Jefe de Policía, que era lo más parecido al ejército, nada más que azul en vez de verde.

Ahora, que somos un país moderno, no hay más Jefe de Policía, por eso se puede caminar por cualquier calle del Conurbano, dos de la mañana, sin ningún temor.

Resulta que como el Gobernador era Coronel, y encima había participado en un fragote para derrocar al Presidente Constitucional, le había dado por combatir la delicuencia, o como se dice ahora, le había dado por criminalizar la protesta social.

Como era muy pero muy discriminatorio, no quería ver mendigos en la calle y miraba con malos ojos a los gitanos. Un día el Coronel Gobernador le contó a su amiguito el Coronel Jefe de Policía que en la ciudad de La Plata había mendigos.

¡Para qué!

¡Se armó un zafarrancho, nenes!

Resulta que el Coronel Jefe de Policía dictó una Orden del Día. Como era muy pero muy autoritario, no llamó a ningún debate público, ni convocó a los foros de seguridad, ni consultó con ninguna ONG. El muy mandón escribió EL JEFE DE POLICIA ORDENA.

Y ordenó:

CONSIDERANDO: que una de las directivas impartidas por esta Jefatura a los Comisarios de la Capital y Campaña, es la de combatir constantemente la mendicidad, ya que salvo raras excepciones, quienes se dedican a practicarla suelen aprovechar las ocasiones que se le presentan para delinquir.

Que aparte de la expresada directiva se ha hecho conocer al personal de la Repartición por intermedio de la Orden del Día, en diversas oportunidades, la prohibición de permitir la instalación de campamentos de gitanos por un tiempo mayor de 24 horas.

¡Qué intolerancia, nenes! ¡Qué manera de violar los tratados internacionales! ¿Se imaginan como viviría el pueblo en esa época?.

Que no obstante dichas instrucciones, el Excmo. Sr. Gobernador de la Provincia, Coronel…, ha podido constatar en una de sus habituales recorridas por las calles de la ciudad, la existencia de numerosos mendigos en jurisdicción de las seccionales 1ra. y 2da.

¿Ven nenes?. El Coronel Gobernador andaba de recorrida por la Ciudad, como si fuera un cuartel.

¿Y a quién le echaban la culpa, nenes, de que hubiera mendigos? ¡A los gitanos! Miren lo que decía (militar y punto):

Que de las averiguaciones practicadas por el Jefe de División Seguridad, se ha podido establecer que dicha anormalidad debe atribuirse a la circunstancia de haber acampado en jurisdicción de la Sub Comisaría de Los Hornos, dependiente de la seccional 5ta. una tribu de gitanos.

Encima, y cómo si fuera poco, ¿contra qué se la agarraron los dos Coroneles? ¡Contra el pelo largo!

Fíjense nenes:

Que por otra parte, el Excmo. Señor Gobernador de la Provincia, en visita que efectuara a la Seccional 2°, pudo constatar que parte del personal de oficiales y tropa de la misma, llevaba el cabello largo y la barba sin afeitar, no obstante las exhortaciones que el suscripto ha hecho llegar al personal de la Repartición, en el sentido de mantener la impecable presentación que corresponde a todo aquél que viste el uniforme policial.

Y termina amonestando a los jefes de la Subcomisaria de Los Hornos y la Comisaría 2da., por no ejercer el debido control.

¿Se dan cuenta, nenes, qué Estado represivo?

Por eso todos los nenes buenos deben dar gracias diariamente al Gran Arquitecto del Universo, por vivir en una República Progre.

Ya no hay Oficiales y Tropa.

Ni una Policía sino un montón.

Ni un General y dos Coroneles.

Ni nada.

Y todo gracias a nuestros amados gobernantes, Felipe Solá y León Arslanián, que en pocos años borraron todo rastro de la Maldita Policía.

Repitan conmigo nenes:

¡Nunca más la maldita policía!

¡Nunca más un Coronel Marsillach!

¡Nunca más un Coronel Mercante!

¡Nunca más una Orden del Día 17.207 del 19 de enero de 1948!

¡Nunca más un General Perón!