Para ilustrar mejor "su dolor" reproduce una fotografía de un niñito muerto, después de un bombardeo, soslayando en la crónica que los terroristas islámicos no tienen empacho en cobijar bajo el mismo techo párvulo y explosivo.
Que un padre o una madre se conmuevan hasta el tuétano ante una imagen tan terrible es conforme a la naturaleza de las cosas, pero que Verbitsky nos pretenda hacer creer que le importa, es una muestra más de su infinito hijoputismo.
Que este proyectil sirva para anotar las tantas que nos debe el asesino-asesor del Ojituerto.
Escribe Augusto Padilla