Y sí, hay que ponerse serios. El horno no da pa'bollos.
El problema de la Iglesia es gravísimo y no hay que descontar que tal sea lo querido por la Divina Providencia.
Estas cosas no ocurren al acaso ni por voluntad humana solamente.
Yo no me imagino al Espíritu Santo susurrando a los Cardenales "Voten a tal" y ellos haciendo la suya. Sería tanto como decir que el Paráclito ya no sopla más sus dones a la Iglesia de Cristo, la Católica.
En todo caso, el Espíritu Santo o bien ha querido o bien ha soportado (si vale la expresión, en el sentido de aceptado) que sea Papa hoy este Franciscquito, para hacernos tomar conciencia de la gravedad de la hora, de la necesidad de conservar la fe, de perseverar en la esperanza y de encender la caridad.
Dios permite este flagelo en su propia casa (como tantas veces lo hizo con Israel) en pago por nuestros pecados. ¡Qué duda cabe!
Y puede ser que la Divina Paciencia se esté agotando y los tiempos estén acabándose. Puede ser, pero nadie sabe ni el día ni la hora, sólo el Padre.
Entonces, nosotros, a hacernos fuertes en esas tres virtudes teologales que Dios nos ha regalado como a sus elegidos (o por lo menos llamados).
¡Y en buena hora que Él vuelva!
PS: ¿Qué pensará el P. Batallón? Lo he visto muy callado últimamente, ausente de la mesa de "La Rata en camisón" (o comisión, como la llama un gomía por ahí). ¡Conteste cura, que necesitamos aiuda!