La crítica a las uniones de familias y los distintos actos de ayuda, piedad y amicales que puedan llevar adelante para enfrentar y perdurar a las situaciones de apostasía y revolución actuales, son más graves que la sola crítica "a lo inmediatamente posterior a la familia". Es atacar, tal vez sin saberlo ni quererlo, a la misma familia y al hombre individual.
Es verdad que la familia se compone estrictamente de padre, madre e hijos, pero ambos planos se dan "simultáneos" y no uno después del otro.
El hombre se da en simultáneo (en el sentido del desarrollo) con los padres y no "luego", ya que sin ellos no hay nuevo hombre. Se nace en una madre o no se nace. No se nace ni se cría el hombre solo y por aceptación de esos padres.
Y así lo impone la naturaleza desde antes y después de Cristo. Es una verdad biológica y espiritual.
Cuando hablamos de "naturaleza social" del hombre, lo decimos en dos sentidos.
1) Por un lado, el de cubrir las necesidades que cada uno no puede cubrir: soy carpintero, luego puedo en soledad procurarme una mesa con sus sillas, pero necesito de otro para que arregle mi radio.
2) Pero "también" lo decimos en orden a la "perfección". Y en este orden, no alcanza con la perfección que puedan darle los padres a sus hijos y los hermanos entre ellos.La transmisión estricta de la fe, tal vez sí, pero hay mucho más.
En este sentido (el de la perfección), tiene la amistad una tarea fundamental que hacer, en tanto que suple nuestras falencias, nos obliga a la caridad más allá de las murallas de nuestra familia (caridad más difícil y meritoria), nos pone ejemplos, nos enseña a callar y escuchar, nos apercibe y muchas otras situaciones que nos perfeccionan el espíritu y con ello nos desmalezan el camino de nuestra propia salvación. Hablar de comunidad es hablar de amistad.
Luego, atentar contra las uniones de familias o comunidades es atentar también contra la familia y contra el hombre individual.
Ya pasado este estadio, ya teniendo comunidad, desde el municipio (que supone muchas uniones de familias anteriores) en adelante (ya más allá del estricto "prójimo"), es donde se ve como posible una vida soportable y la salvación del alma aunque haya ausencias (ausencia de municipio, universidades, provincias, estados).
Por supuesto que si estas organizaciones políticas están y funcionan bien será mejor; y algunas de ellas, entre que funcionen mal y no existan es preferible que existan con sus vicios.
Pero lo que no puede faltar es la familia y la amistad entre los hombres. El resto, aunque deseable, puede faltar.
Por todo ello, ir contra el comunitarismo o amistad entre los hombres queriendo llegar a la cátedra universitaria y a lo que desde allí se pueda lograr (que posiblemente sea mucho según sean el maestro y los alumnos) es pretender lo secundario sin lo principal, es querer enseñar la verdad dejando en segundo plano su práctica donde es posible.
No digo con esto que el solitario anacoreta no se pueda salvar. Esos son casos excepcionales que no es bueno seguir como regla. Dejemos a los santos hacer cosas de santos, como recomienda Chesterton al hablar de Francisco de Asís.
Habrán notado que ya sin municipios, provincias, estados y universidades sanas pueden sobrevivir y vivir con alegría en familia preservando la fe. Sin familia y sin amigos no podrían.
No hay inconveniente, según el estado de cosas, en preferir una acción política de retaguardia o de punta de lanza. Esto depende del temperamento, inclinaciones, sensibilidad y preferencias diferentes con las que nacemos y otro poco en cómo vemos ese estado de cosas y qué hacemos al respecto, lo que llamamos "prudencia".
Donde hay efectivamente un problema es en negar los peldaños inevitables que impone la natura.
Atte,
Gengis Kan.