Ave de pico encorvado
Le tiene al robo afición;
Pero el hombre de razón
No roba jamás un cobre,
Pues no es vergüenza ser pobre
Y es vergüenza ser ladrón .
Cuando se trata de reformar leyes medulares, complejas y de influencia directa en la vida cotidiana del pueblo, tales como el Código Civil o el Penal, el más ignorante es, precisamente, el pueblo a quien va dirigido. Y no puede ser de otra manera, porque son normativas que no pueden ser explicadas acabadamente en lenguaje vulgar o periodístico ya que requieren de conocimientos científicos que son propios de los juristas. Al pueblo sólo le quedará gozar de los beneficios o padecer las injusticias que deriven de la acción de los juristas.
En los hechos, el pueblo se divide en dos bandos inconciliables: los que apoyan el proyecto –porque son oficialistas- y los que lo rechazan, porque son opositores. En este sentido no es válido decir “yo apoyo la reforma al código penal porque comparto el proyecto kirchnerista inclusivo y la década ganada, etc. “, pero tampoco el contrario, que sería “estoy en contra de éstos porque el General los echó de la plaza”(lo que diría yo si no fuera abogado).
Asi, me parece importante resaltar la calificada opinión del ministro de la Suprema Corte Bonaerense, Dr. Héctor Negri ,quien en un reciente reportaje publicado por Infobae manifestó su perplejidad ante algunas de las novedades del proyecto de Código: "Nuestro país necesita un código penal nuevo, construido con prudencia. En este momento, algunas de las propuestas para reformarlo me han dejado un tanto perplejo. Como me dejan perplejo, como juez, algunas de las respuestas actuales. Estamos en una materia muy delicada", sostuvo el magistrado con más de treinta años de trayectoria en el máximo tribunal provincial. Negri se refirió además a la disminución del castigo de algunos delitos planteada en la propuesta coordinada por el juez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, como robo agravado, trata de menores y tráfico de estupefacientes.”
Sí, leyó bien. El proyecto incluye reducción de penas para el robo agravado, la trata de menores y el tráfico de drogas. Pero además, elimina la reincidencia con lo cual un gran porcentaje de actuales condenados con sentencias agravadas por reincidentes, recobrarían la libertad antes de cumplir con la totalidad de sus penas.ted dirá que esto va contra el sentido común. Efectivamente, va contra el sentido común. Y no es accidental que así sea.
Porque la raíz del garantismo es marxista, y para el marxismo, el sentido común es “de derecha”. La afirmación puede aparecer absurda, desde que Federico Pinedo, del PRO, formó parte de la comisión redactora del proyecto. Pero no es así. Tome usted la opinión más absurda, haga lobby, consiga que algunos profesores universitarios la difundan, hágala ingresar a las cátedras, e inmediatamente cobrará status de doctrina jurídica. Y por más liberal que sea en su vida normal, en la universitaria va a pensar como un marxista, para no pasar por burro. ¿No me cree? Digame don, si usted se pone una pollerita y va al Registro Civil y dice que es una mujer y le cambian el documento y en vez de Juan le ponen Juana, ¿usted es una mujer?. Para el sentido común no, para le ley argentina, sí. Quedaría demostrar que la raíz del garantismo es marxista, pero me extendería demasiado. Suficiente con leer la página trotskista “PRENSA OBRERA” en la que se critica al proyecto…porque no es lo suficientemente marxista. Aquí está el link, si le interesa: LEER MAS ACA.
Que el garantismo tenga raíces marxistas no es indiferente, pues por esa causa, la culpa de todo la tiene la sociedad, no el individuo.
Partiendo de verdades a medias –no en vano Gilbert Chesterton decía que en el mundo moderno reinan las virtudes cristianas enloquecidas- como que la pobreza engendra marginalidad y ésta engendra violencia, concluyen en que la libertad de decisión del individuo está seriamente condicionada por el medio y de ahí a desplazar la responsabilidad del autor a la escuela, la familia, el barrio o los extraterrestres si usted quiere, hay un paso. No lo dicen expresamente, porque sería demasiado escandaloso, pero la conclusión final de esta teoría no es otra que “los pobres son delincuentes”.
Así, por ejemplo, un niño que pierde a su padre a temprana edad, con una familia numerosa y que debe salir a trabajar y por ello abandona la escuela en cuarto grado, necesariamente termina con un arma en la mano y de asaltante. En su “lógica de clases”, los intelectuales del garantismo no conciben que ese niño opte por filetear pescados, juntar papas o esquilar ovejas…