Estoy cada vez más convencido de mi completa incapacidad para comprender el idioma castellano.
Y no entiendo ni a unos, ni a otros.
A mi señora no la entendí nunca. A los tradicionalistas que me dicen que aun hay comunidad política, menos. No es que no quiera que la haya, es que quiero que me digan dónde está, cuál es su despliegue y algún otro dato como para encontrarla. Aun (y esto ya no me sucede con mi señora) tratando de entender a lo que se refieren, la cosa es que abro la ventana, miro para afuera, y no está.
Pero hoy pienso en la otra punta: leo en Página 12 que el acto del sábado pasado, con Máximo Kirchner de orador, habría dejado en claro que en la Argentina hay un proyecto político y, aun más, que con éste se terminaron los mitos.
“Irreversible, mística y política”, leí en otro lado que dice que dicen.
Mitos, que no mithos…; proyecto político…; mística…
A ver, volvamos a las fuentes: en sendas obras, el maestro tradicionalista que casi por instinto rechazó todo menjunje que pretendió pintar lo que no era (hablo de Rubén Calderón Bouchet), nos vino a decir que ante algo que no existía, aun podía apelarse a la publicidad para darle entidad. Y así lo que no era resulta que termina siéndolo, o más o menos. Acá la metafísica patina, pero qué quieren que yo le haga.
Por supuesto que esta estrategia basada en la primacía de la idea no tolera la merma publicitaria, pues rápidamente explota y, cual pedo cósmico, no hay quien la encause nuevamente. Pero, mientras el aparato chico o grande no afloje, la cosa va.
No es raro esto de ahora con los chicos (y no tan chicos) de La Cámpora. La democracia sin los slogans no es y ellos tienen la teca para pagarlos.
¿Y cuál sería la idea de la poetisa del Ministerio de Economía, de sus subalternos y superiores?
Me da toda la impresión que es la de tener a todos estos quilomberitos en la calle, hambrientos de lío francisquista ante los menores ajustes que ellos no harán y el próximo no podrá menos que hacer y que tienen por causa la gestión que ellos hoy integran y defienden.
Y con esto, llega nuevamente la Evita K (si es que no se acostumbra antes a tirarse a "descansar pansa al sol como un abad" -R. Arlt dixit) salvadora que no acepta que tengas que empeñar la casa para pagar la luz, el gas y el impuesto municipal.
Ante esto, claro, ojalá les gane Macri, que es el que mejor les servirá el banquete; que para empezar sería un gobierno débil por no ser peronista y para seguir está en Mauricio el gusto por el ajuste.
Y lo que más bronca da, es que si les sale bien, será a costa del trabajo sucio que le tocó hacer al que gane en 2015, pues siempre la Argentina (más o menos cada 10 años), enjuagó y empezó de nuevo y es bastante probable que del 2017 al 2022, más o menos, tengamos años de vacas más gordas, gobierne quien gobierne. La idea será perversa, pero no está mal.
El “proyecto” no es tal, eso es publicidad. Lo que hay es un ciclo, con un epifenómeno, que Cristina no piensa pagar. Y lo del sábado pasado tan solo fue empezar a preparar el caldo.