En realidad se trata de estractos a varias entrevistas realizadas a Malachi Martin, sobre el tercer mensaje de Fátima. Veamos algunos párrafos compilados en un artículo de una periodista italiana, no sin antes dejar aclarado que no garantizo la total salud mental del Padre Malachi, asunto que tiene una justificación en las circunstancias que le tocaron vivir, y que nos ponen en guardia contra una cierta mala curiosidad en pretender saber “qué se cuece en el horno del Diablo”. Una sana distancia con Babilonia ( a la que no hay que acercarse ni por noticias) y, como dice el Padre Calmel, el refugio en el tesoro místico-teológico de nuestra religión, son las vías indicadas para no caer en las dos trampas que la publicidad nos tiende a este respecto; por un lado una posible desesperación al ver al conchudo mandinga (ver dicc. de la RAE … por lo de conchudo, claro) transitar tan orondo los pasillos del vaticano, o, ante tanto desparpajo, comenzar a no verlo. Las palabras que siguen producen una gran inquietud en la que no hay que caer, las traigo solamente para confirmar el hecho de que nuestros tiempos son lo que son, como producto de una enorme y planeada disminución de la gracia sacramental desde los finales del Concilio, prueba divina que hay que transitar:
….y así, durante nuestra primera conversación telefónica, le dije: ¡“Tengo la impresión que Usted conoce el Secreto de Fátima”! Y el Padre Malachi respondió: “Conozco”.
Cuando nos encontramos la semana siguiente, aludiendo a su escepticismo sobre el movimiento carismático, pregunté como un chiste: ¿“El Espíritu Santo le reveló el Tercer Secreto”? “Oh no”, respondió.
“Me mostraron una copia del Tercer Secreto cuando el Papa Juan XXIII lo abrió en 1960 y pidió la opinión de un grupo de Cardenales. Uno de estos Cardenales era el Cardenal Agustín Bea, de quien yo era asistente”.
Entonces me atreví a preguntar: “El Tercer Secreto es sobre a la apostasía en la Iglesia, ¿cierto? Esta hipótesis se basaba en los pocos datos dispersos sobre Fátima que vinieron a ser conocidos durante los años de escasez espiritual de los años 70 y 80, y en el trabajo del Hermano Michel de la Sainte Trinité: “Los castigos materiales ya están predichos en la segunda parte del Secreto”. El Tercer Secreto predice “un castigo de orden espiritual”.
Me sorprendió cuando el Padre Malachi contestó:
“La apostasía en la Iglesia forma el fondo o el contexto del Tercer Secreto. La apostasía sólo está ahora comenzando. ¡Pero los castigos previstos en el Secreto son muy reales, son castigos físicos, y son terribles”!
“Acabamos de matar mil millones de personas”
Me contó entonces la conversación que había tenido con el Cardenal Bea, cuando el Cardenal salió de la reunión con el Papa y sus consejeros, en que el Papa Juan XXIII estaba pálido como la muerte: ¿“Qué pasa, Eminencia”? le pregunté. ‘Acabamos de matar mil millones de personas. ¡Mira esto’! Me entregó una hoja de papel con 25 líneas manuscritas. Desde ese día, cada palabra de ese texto quedó grabada indeleblemente en la mente”.
El Cardenal Bea hizo esa declaración sobre “mil millones de personas” porque el Papa había decidido no revelar el Tercer Secreto, ni consagrar a Rusia. Pregunté al Padre Malachi si me podía decir alguna cosa más sobre estos “terribles” castigos, que matarían mil millones de personas. Él me explicó que, antes de leer el Secreto, le fue pedido que hiciese un juramento de no revelarlo, pero él creía que debería haber sido revelado, y que Nuestro Señor y Nuestra Señora querían que fuese conocido.
Por lo tanto, mencionaba el Tercer Secreto cada vez que podía; hablaba alrededor de él, dando mucha información de fondo sobre él, y el mayor número posible de pistas sobre él, sin llegar a revelar el texto. Así consiguió nombrar muy rápidamente una lista de calamidades posibles y dijo que algunas de ellas estaban en el Secreto.
Aunque la lista incluyese cosas como la 3ª Guerra Mundial, la muerte del Papa, y los Tres Días de Oscuridad, no era particularmente instructiva, porque ni todos los castigos futuros estaban en la lista, y ni todo lo que estaba en la lista era parte de los castigos.
El Secreto fue presentado como una proposición ‘o-o’, dijo. El Papa de 1960 tenía la obligación de abrir el Secreto, leerlo y hacer lo que decía. Esto es el primer “o”.
El Papa Juan XXIII rechazó este “o”, y por eso estamos ahora viviendo en el segundo “o”. El castigo espiritual comenzó aparentemente muy poco tiempo después de 1960. En resultado de la negativa del Santo Padre, el Padre Martin dijo:
“Cardenales, Obispos y sacerdotes están cayendo en el infierno como hojas”.
“La Fe desaparecerá de países y continentes”.
“Muchos de los elegidos perderán la fe. Muchas personas que ahora creen desistirán de creer, por desesperación. Las cosas se harán tan malas que, si Nuestra Señora no interviniese, nadie se salvaría”.
“Dios retirará la gracia”
El Padre Malachi me dijo que la apostasía en la Iglesia era el fondo o contexto del Tercer Secreto. Pero también dijo que este castigo espiritual era parte del castigo que Dios infligiría si los pedidos de Nuestra Señora no fuesen obedecidos. En esta conversación dijo varias veces una cosa bastante perturbadora:
“Dios retirará la Gracia”. Esto parece ser una cosa para Dios muy dura, como si fuese a sabotear Su propia Voluntad de “que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad”. Pero debería antes considerarse como un círculo vicioso. Cuando el Santo Padre se negó a revelar el Secreto y se negó a consagrar a Rusia, perdió el derecho a las gracias que habría ganado para él mismo y para la Iglesia por su obediencia, y, aparentemente, también fue castigado por su desobediencia, concediéndole menos gracia que la que anteriormente estaba recibiendo.
El déficit de gracia sigue aumentando.
Cada vez que un sacerdote, un Obispo o un Cardenal traiciona a Cristo, subvierte la Fe, invalida una Misa o un Sacramento, abandona su hermosa vocación o la ensucia con malas acciones u omisiones culpables, hay en correspondencia mucho menos gracia en la tesorería de la Iglesia, y si multiplicamos cada ofensa por todos los miles que han hecho tales cosas en los años posteriores a 1960, todo esto se aumenta a un déficit enorme de gracia que debería estar presente. Es una espiral descendente. El déficit sigue aumentando. Cada vez se hace más difícil hacer el bien y evitar el mal.
El Padre Martin comparó el flujo de gracia a la electricidad que fluye a través de una ciudad. Cuando hay un apagón, todo se detiene. De la misma manera, después de la gran desobediencia de 1960, la Iglesia fue vaciada de su poder. Conventos cerraron, sacerdotes abandonaron sus puestos, la asistencia a la Misa cayó a plomo, todas las medidas de la vida católica declinaron precipitadamente. Esta espiral descendente sólo terminará cuando el Santo Padre consagre a Rusia, pero con el agotamiento continuado del tesoro de la gracia, cada vez se hace más difícil para él hacerlo. Cuando pregunté por primera vez al Padre Malachi por qué el Papa Juan Pablo II, con toda su devoción a Nuestra Señora, no había consagrado a Rusia, él dijo: “No consiguió la gracia”.
Satanás ganará poder en los escalones más altos de la Iglesia
Otra parte del castigo espiritual que él mencionaba muchas veces era ésta: “Satanás ganaría poder, aun en los escalones más altos de la Iglesia”. La declaración más fuerte de este tipo vino de una persona que telefoneó al programa de Art Bell, diciendo que un viejo Jesuita le había dicho: “El último Papa estará bajo el control de Satanás”. El Padre Martin respondió que este hombre “habría tenido un medio de leer, o haber escuchado el contenido del Secreto. Sin embargo, dijo que la cita era imprecisa. Y esto es porque nadie estaba autorizado a citar exactamente el Secreto.
Pero aún si la cita “El último Papa estará bajo el control de Satanás” sea exacta, el Padre Martin en otras ocasiones modificó dos componentes principales de aquella frase. “El último Papa”, dijo, no significa necesariamente el último Papa antes del fin de los tiempos, sino el último Papa “de estos tiempos”. ¿Quería decir esto el último Papa antes de la Consagración de Rusia? Y después la expresión “bajo el control de Satanás” puede tener varios significados.
El Padre Martin acostumbraba explicar, cuando hablaba de actividades demoníacas y de exorcismos, que hay varias maneras en cómo Satanás puede controlar un ser humano. Puede poseer la persona, o parcial o perfectamente. La persona puede haber “vendido el alma al demonio” a cambio de algún favor, o Satanás puede controlar de tal manera las personas y circunstancias que rodean esa persona que no consigue hacer nada que sea contrario a la voluntad de Satanás. El lamento del Papa Benedicto XVI a varios visitantes a su oficina papal, ¡“mi autoridad acaba ya en aquella puerta”! nos hace preguntar ¿hasta qué punto la Iglesia ya ha llegado a esa situación?
Podemos ver que el castigo espiritual ha ido aumentando desde 1960. Eventualmente, este déficit de fe y virtud será el ambiente no sólo para uno, sino varios castigos físicos. Este terrible castigo “…no llegará sin aviso”, dijo, “pero… sólo los que ya han estado renovados de corazón – y probablemente serán una minoría – lo reconocerán por lo que es y se prepararán para las tribulaciones que seguirán”.
¿Nos dijo alguna cosa sobre este aviso?
Mira los cielos
En 1997 dijo al entrevistador Bernard Janzen, “…Creo que el gran factor… es lo que sucede en los cielos… ‘Mira los cielos’ es una divisa prudente. Creo que…la señal de Nuestra Señora aparecerá luego en los cielos. Creo que…vendrá como un choque para todos…Creo que…la Iglesia será golpeada duramente por lo que aparecerá en los cielos”.
“Mira los cielos” fue el consejo que el Padre Martin dio muchas veces, pero especialmente durante la primera mitad de 1997. Por alguna razón, estaba esperando de ver la “Señal de Nuestra Señora”, como le llamaba, aparecer en el cielo aquella primavera. Alguien le preguntó si sería el “Hale-Bopp”, un pequeño cometa que apareció aquel año. “No”, dijo él. Estaba esperando un tipo diferente de señal. Cuando no apareció los finales de junio, me dijo: “Esto quiere decir que no sucederá aún por algún tiempo; tenemos algún tiempo más”.
¿Pero qué tipo de señal estaría esperando? ¿Sería la “Señal de Nuestra Señora”, en el sentido de “Una mujer vestida del sol, con la luna bajo Sus pies, y en la cabeza una corona de doce estrellas”, o sería la “Señal de Nuestra Señora” sólo porque Ella nos instruyó que esperásemos por ella? ¿Sería una señal específica mencionada en el Tercer Secreto, tal como el Segundo Secreto nos había avisado estar atentos para “una noche alumbrada por una luz desconocida” antes del comienzo de la 2ª Guerra Mundial?...
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La declaración de “impotencia” de Benedicto XVI se ajusta bastante con el diagnóstico esbozado y esta nueva “potencia” que inaugura Francisco tiene un tufo sulfuroso. Por la ventana de mi oficina apenas puedo ver de sesgo un cachito de cielo, pero ahora que caigo, hace mucho que no miro de verdad el cielo.