Con la solvencia acostumbrada, Don Mario enfrenta la cuestión que tiene a mal traer a muchos católicos sobre ¿quién es quién? En la Iglesia Católica actual. Analizados los últimos actos sancionatorios hacia los tradicionalistas (la FSSPX) y los conservadores (Livieres, etc), sobre los que no se explica el fundamento de dichas penas y amenazas, se vuelve sobre los “fieles” al vaticano, como el benemérito Casas, y descubre expresas razones de clara apostasía, para por fin preguntarse ¿quién es el fiel y quién es réprobo?.
Más allá de que no se nos oculta que las preguntas realizadas son retóricas y no esperan una respuesta, pretendemos ensayar una reflexión para concluir que en la forma en que está planteada la cuestión, la respuesta obvia que supone la interrogación retórica, no es tan obvia, y que de alguna manera hay que responder asertóricamente a dichas preguntas. Pido disculpas por ser el eterno respondón, pero me justifico en el hecho de que todo lo que venga de la pluma de estos autores, me interesa y me predispone especialmente a la reflexión.
El plano del planteo de Don Mario es un plano que podríamos decir “procedimental” o jurídico en un punto, y “doctrinal” en su fundamento. Resumiendo: a Livieres le dieron el espiante sin razón doctrinal de fondo. La razón a todas luces es “que se llevaba mal con sus pares”, es decir, el pecado de incordia del que hablamos en anterior artículo. No importa qué se discute, pero no hay que sacar los pies del plato y decir cosas que vulneren la cordialidad; ya sea que el otro niegue la virginidad de María o la transubstanciación de las especies; lo de Livieres es el pecado del mal gesto, del simple disgusto o la llamada “cara de traste”. Livieres no quiso ahondar solicitando explicaciones ni conformando un expediente y tragó el sapo. Si molesto me voy chitón, que ya era lo que había hecho Benedicto. Burke hace algo parecido, pero primero te devuelvo algún favor y te retraso un par de reformas, luego a Malta y chitón. (Es probable que ambos en forma soterrada, sigan fragoteando, pero como Sacerdotes y Padres de Sacerdotes, pasan a “perros mudos”). A confesión de parte relevo de pruebas, en ambos casos ellos avalan sus sentencias, y ya la había avalado Benedicto al entregarles manso el timón de la nave frente un amotinamiento silencioso por el que no quiso armar escándalo. En suma ellos responden: “fuimos culpables de la incordia y debemos irnos”; ¿fue por decir verdades? Probablemente crean que sí, pero más probablemente crean que fueron inoportunos en la Verdad. El Famoso Cristo inoportuno. Soldado que huye… merece el fusilamiento.
Don Mario habla de la Fraternidad; nos trata bien. Reconoce que somos medio ariscos, pero destaca que parece que no estamos excomulgados, sin entrar en las razones de una cosa o la otra. Acá la cosa cambia, porque si tienen razón en el Vaticano, no sé porqué cornos no estamos excomulgados, y si un Obispo nos excomulga, pues bien excomulgados debiéramos estar. Lo que hicimos no fue un chiste, pateamos la mesa; al revés de los otros planteamos la cuestión doctrinal, levantamos campamento por ello, y si nos rajan, nos rajan por esas razones y no por cuestiones procedimentales, ya que los procedimientos los hicimos trapo hace un rato. Algunos ya se atreven a declararlo, y otros, por razones de oportunidad, no.
El asunto se renueva desde el siglo I. Cristo parece que faltó a la Ley (curó en Sábado) y realmente con eso de dar al César lo que es del César y, dejar sentado al segundo de que el César no tiene un corno de divino y que sólo se merece esa moneda sucia, estaba armando un gran lío. Para qué recordar lo que dijo sobre la casta sacerdotal de la religión de Yahvé, desde sepulcros blanqueados en adelante, no se ahorró ninguna. Es más, hombre como nosotros, dijo expresamente que era Dios, y si esto no es una blasfemia…. Lo cierto es que si no era Dios, había que sacárselo de encima y sobraban razones de todo tipo. El problema es si había ocurrido el “misterio”, si en verdad Dios se había hecho hombre y estaba allí. El problema es que para ver eso había que auscultar el misterio, es decir, ser un “místico”; ya que el jurista, el canonista, el escriba y el fariseo, estaban sobrados de razones. El problema era si este “misterio”, por ser un misterio y no alcanzar la razón para verlo, podía ser excusado al no verlo, y entonces los judíos hicieron lo que la razón les indicó hacer y no tienen culpa, o; por el contrario, Dios les dio miles de datos en la revelación y abundantes gracias actuales para que “vieran” el misterio, y entonces, son culpables por desoír la revelación y desechar el soplo evidente de la gracia, convirtiéndose en deicidas, apóstatas y todas esas linduras que sabemos.
Hoy nos pasa lo mismo. Si no está ocurriendo un misterio, pues estamos al horno. Los fieles de la Fraternidad debemos estar excomulgados y sobran razones para ello. Livieres, Burke y el mismo Benedicto, la han sacado barata. Pero ¿cómo sé si está ocurriendo un misterio? Bueno… si Dios no nos ha revelado lo suficiente para verlo y no nos manda el “soplo” de las gracias actuales para verlo, estamos fritos. Y si ensayamos “razones” para entender o concluir, llegamos a mal puerto, porque debemos pensar a la Iglesia como una organización jerárquica, y si es sólo eso, tienen razón ellos. Pero si además es la Iglesia un Misterio, y tiene Pedro la asistencia del Espíritu, más razón para perdernos. Salvo que, esté ocurriendo ese otro “misterio”, el de iniquidad, y entonces la cosa se comienza a entender y puedo contestar las preguntas que al aire lanza Don Mario Caponnetto.
Pero la ocurrencia de un misterio sólo se alcanza con la “contemplación mística”, y a ella se debe ordenar la razón humana, no sin sufrimiento y espera confiada en la confirmación de la razonabilidad por vía de la gracia santificante. Es decir, que discurrir “inteligentemente” sobre estos asuntos, es bastante inútil. Y ya enfrentados a esta terrible contradicción lógica que tiene a bien Don Mario resaltar, queda sólo preguntarse ¿está ocurriendo el misterio? Pero no tranquilo con eso, hay que dar la respuesta, como frente al Cristo Encarnado: “Sí, está ocurriendo el misterio”, o todo esto demuestra que nuestra religión fue una farsa que terminaba en el pelandrún de Casas.
Claro que para decir “Está ocurriendo el misterio de iniquidad, lo “creo” (no lo “veo") como creo en Dios Uno y Trino”, hay que estar dispuesto a hacerse místico, sobrellevar la burla y salir de raje de los antros académicos, que aún católicos, se han prohibido semejantes dislates.
Estos están dispuestos a aceptar los misterios que la cultura ha decantado, que forman parte ya de nuestro lenguaje “normal”, que han sido permitidos por la filosofía y la literatura (a la misma vez que han sido desnaturalizados por estas mismas locas) y que se aceptan en las gentes “como uno”, ya que los otros, señores serios, ya los han tomado como simbolismos culturales útiles y nos permiten manejarlos en el discurso sin meternos al manicomio.
Algo parecido a lo que pasa con los misterios pasa con los Santos, dice Sheler que los cristianos “correctos” aceptan sin esfuerzos los Santos declarados por la Iglesia, pero les resulta imposible ver un Santo cuando camina a su lado, le resultan unos exaltados. Usted me hizo un comentario en otra oportunidad con respecto a Mons. Lefebvre; con respeto le contesto; trate de darse cuenta de que era un Santo, como Calmel, y como otros que no han -a pesar de penas y amenazas- callado.
Don Mario, la evidente contradicción que usted marca, o es el inicio del cumplimiento del Misterio de Iniquidad, o es la clausura de nuestra Verdad. O nos hacemos “cristianos” frente al misterio, o como los judíos que no reconocieron a Cristo … ¡¿Cuándo vendrá?!... quedaremos colgados de esos interrogantes que Usted plantea para siempre jamás. O el católico de hoy deja un poco la letra de lado y se pone místico para ver lo que pasa “realmente” en la visión sobrenatural, o le queda la perplejidad judía para el resto del viaje. Las preguntas deben ser respondidas, y no es que yo lo apure; mucho menos a quien “creo”, como creo en la Santísima Trinidad, que está llamado a verlo. Pero los tiempos arrecian, y Cristo cuando llama no acepta esperas. En algo lo aventaja su hermano -en lo que puede como a todos, perderlo- en lo de poeta. Uno no puede hoy rimar sin verlo.
Acepto el mote de loco, estoy dispuesto a salir del diálogo racional, ya casi no veo los personajes concretos y por eso a veces los maltrato, porque lo bandos se delinean; sobre la llanura flotan dos estandartes, el maligno y el Sagrado, los tibios van siendo vomitados, ¿no los ve en un Livieres, en un Burke, y en otros varios? , Casas es un mandinga disfrazado y su Obispo, demonio o retrasado… y su Papa … (usted no ha preguntado) … Dios me valga… creo que es un poseído.
Por lo que sirva, a sus preguntas he contestado, con el enorme cariño, con la caridad que dispongo, para que en esta, estemos de un lado, del lado por el que el buen Jordán Bruno fuera acribillado. ¿No lo ve? Yo lo veo clarito, junto a Rubén, desde el atalaya los dos miopes con urgencia señalando… el uno al feroz jinete que muriera denunciando, la ideología materialista, que aún sigue cabalgando; el otro a la luz oscura, que del Norte fue girando; ya están en el Sancta Sanctorum, ¿y nosotros preguntando?. (Final de golpe bajo con licencia de sus dioses lares, que andan ahora peripateando con los mios).