Fue “La Noche de los Lápices” una película dirigida por Héctor Olivera con un guión escrito por Daniel Kon y el propio director, quienes tuvieron el asesoramiento del autodeclarado sobreviviente Pablo Díaz.
En la narración de las presuntas vicisitudes de los miembros de una organización perteneciente al entramado terrorista de la banda marxista “Montoneros”, la U.E.S., una de las escenas más repulsivas, destinadas a producir un golpe de efecto en el espectador es la de la violación de una adolescente protagonizada por Miguel Ángel Porro, quien personifica a un miembro de las fuerzas policiales.
Solivianta a cualquier persona decente ver la brutal y sádica agresión que escenifica el derechohumanista actor Porro, aún sabiendo que solo se trata de una ficción. El papel del bellaco violador, de degenerado vil y prepotente, está indudablemente bien personificado.
¿Arte escénico? ¿Dotes actorales? Parece que no. Hoy, a casi treinta años de la vista cinematográfica, nos enteramos por una de sus ex alumnas que Porro en la realidad era “violento, acosador y libidinoso” y que “siempre se jactaba de la escena que había protagonizado a un milico que abusa de María Clara Ciocchini”.
Y en el colmo de lo canallesco, Porro dirigiéndose a sus niñas alumnas les refería que había disfrutado escenificando su acto delictivo.
Así nos lo relata Mariana Pizarro, expresidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela Nacional de Arte Dramático “Antonio Cubil Cabanellas”, entre los años 1995-1996 (actual Universidad Nacional de las Artes), quien agrega una pintura definitiva sobre este adalid de los derechos humanos actor y docente: “Este señor es muy violento, yo salía de sus clases con el estómago revuelto, con ganas de vomitar, sintiéndome sucia. Creo que todas las personas que fueron víctimas tienen que salir a contar lo que pasó. Para mí es muy importante que no esté muerto y que responda ante la Justicia sobre todos los delitos que ha cometido”.
Porro habría intentado abusar de varias jóvenes alumnas y no en ninguna película de propaganda sino lamentablemente en la realidad. Su técnica: “llevaba a las jóvenes hasta su casa, en el auto donde las estimulaba sexualmente, las encerraba y les decía que ellas en realidad lo disfrutaban pero que no se lo estaban permitiendo y que cuando se liberaran iban a poder ser mejores actrices”.
Cabe consignar que el tema de los derechos humanos, no su práctica por supuesto como le pasa a la mayoría de sus cultores, fue una preocupación constante de Porrro quien también protagonizó otra película titulada “Ni Vivo ni Muerto” filmada en el año 2002. También en otro tema recurrente del marxismo, la apología de un vulgar delincuente enmarcándolo como un luchador social, “Bairoletto, la aventura de un rebelde”, en 1986.
A pesar de las múltiples denuncias se habría cubierto a Porro con un manto de total impunidad permitiéndole proseguir en la docencia, hasta llegar a nuestros días con un presunto caso de envenenamiento en la Escuela Comercial 13 de Villa Ballester.
Evidentemente Porro gozó de protección oficial, no se podía dar a publicidad que el protagonista de “La Noche de los Lápices” no era un mero actor. El poder ha dado al terrorismo impunidad ¿Por qué será que a nadie se le ocurrió hacer una película sobre la realidad filmando el asesinato de la hijita del Capitán Viola efectuado por el ERP o el de la niña Paula Lambruschini por Montoneros? ¿Es que no hay subsidio económico del Estado para estos temas?.
¿Será por que los asesinos de estas inocentes niñas acaso hoy son ministros, gobernadores, legisladores, jueces o importantes periodistas?
Fernando José Ares