“Yo pertenecí a un nacionalismo republicano que inauguraron en la Argentina los hermanos Irazusta y que consistió ante todo, en la búsqueda de la soberanía económica. Era un nacionalismo sin xenofobias, enemigo de los golpes militares, tolerante, con una apertura cultural muy grande a Europa y a los Estados Unidos” (El texto del reportaje se puede buscar por Google, poniendo los respectivos nombres).
“El Negro” miente, entendiendo por mentir, según el Diccionario: “decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa”. Siendo autor de una “Historia del nacionalismo” -engendro que espera la artillería pesada de Aníbal D’ Angelo Rodríguez, según lo prometido por el Maestro de Bella Vista- no puede ignorar la actividad de Rodolfo Irazusta en la preparación de la Revolución de Uriburu*. Un testigo principal de aquellos días, Carlos Ibarguren (h) da cuenta de una reunión que Rodolfo de Laferrère y Rodolfo Irazusta, los fundadores de la Liga Republicana -agrupación precursora del nacionalismo- mantuvieron con el General en el Jockey Club, donde ambos le expusieron al futuro jefe de septiembre el plan revolucionario que “consistía en reunir alrededor de una bandera a todos los descontentos del gobierno del señor Irigoyen que estuvieran dispuestos a iniciar una campaña de agitación callejera. Agitar el ambiente, promover la rebelión de los espíritus; a eso se redujo el propósito inspirador de la Liga Republicana.”
Uriburu estuvo de acuerdo, señalando que “a los muchachos les corresponde actuar ahora. Hagan ustedes su campaña, que así se engendró el 90. Más adelante, veremos…Pero desde ahora les advierto a ustedes que si salgo a la calle será para ir a la revolución. ¡Y si no, no salgo a la calle!”.
Unos días después, el 9 de julio de 1929, cuando Irigoyen iba al Tedeum de la Catedral, Rodolfo Irazusta fue detenido junto con Mario Lassaga, por dar mueras al Gobierno. (Carlos Ibarguren (h), Roberto de Laferrère, Periodismo - Política - Historia, EUDEBA, Bs. As. 1970, págs. 41/42) Estos son los hechos, Negro Zuleta, y no tus novelerías. Por embustero entonces, comete este proyectil.
* Me parece que el Negro, para confirmar su democratismo “de toda la vida” oculta -con premeditación y alevosía- la actividad revolucionaria de Don Rodolfo Irazusta, que nunca renegó de ella. Hombre de bien era y no se le habría pasado por la cabeza disfrazarse, como lo hace su mal discípulo.
Escribe de Augusto Padilla