Estábamos ya advertidos de la génesis, existencia y dinámica de las masas. Desde Nietzche, Spengler y Ortega para acá que nos vienen hablando del gregarismo humano, de esa idiotización igualadora, de sus procesos, del rol de la democracia en este lodo y del encanallamiento que supone la aceptación que pasa a habitualidad y, con ello, deja de llamar la atención salvo de unos pocos.
También nos advirtieron y constatamos a diario una Iglesia que ya hace décadas acompaña y aguza este proceso, rasgándose cada tanto sus vestiduras cuando algún exabrupto se fue de madre; al menos en un par de sus elementos conservadores dispuestos a dejar pasar la herejía pero no la materia vinculada a las partes bajas.
Pero con el Posporno del otro día en la Universidad de Buenos Aires quedamos en aviso que algo cambió. Lo sucedido nos advierte que hoy es la posmasa; la masa ya pasó.
Esto ha subido, o mejor dicho bajado, aún más el listón, pero además ha mostrado un cambio en el proceso.
A ver: si yo les digo que aún faltan quince o veinte años para que los pobres tipos que viajan como sardinas en el ramal Sarmiento aprovechen la estrecha cercanía inter pares para que entre desconocidos, de diferente o igual sexo, se lancen unos a otros en un apasionado éxtasis que les permita amortizar mejor el tiempo que va de estación en estación; digo, ante ese planteo, alguien podría decirme que no, que para algo semejante y dada la actual pendiente restan al menos unos treinta años más.
Y está bien. En todo caso sería un intercambio de ideas nada abstracto sobre las posibilidades concretas si se tiene a la vista la realidad.
No obstante lo realista del planteo, al no ser hoy un hecho cotidiano –aunque pueda suceder aisladamente-, dejaría aquella conversación un regusto de optimismo en que no llegase nunca a suceder tal cosa.
Y aquí la novedad: si en vez del Sarmiento hubiésemos dicho que tantos años más, o tantos menos, eran los necesarios para que esto suceda en los pasillos de la UBA, también nos podría haber quedado el regusto, la esperanza, el deseo, de que aunque suene lógico finalmente no sucediese. Pero sucedió.
¿Y con qué argumentos sucedió? ¿Qué hay de fondo? ¿Hay algo?
Sus organizadores y ejecutores han dicho que quieren mostrar otras cosas, salirse de la pornografía estándar entre hombres y mujeres, como por ejemplo: “sexualizar las prótesis”, es decir: "incluir sillas de ruedas, muletas y prótesis en el acto sexual”.
Este despliegue lo justificó un “investigador de nuevas representaciones en la pornografía” de la UBA y es importante prestar atención a los argumentos, pues nos dan el tono, los motivos, el bagaje argumentativo que entendieron que era suficiente desplegar ante el despelote que le armaron los mojigatos que solo aceptan consumir pornografía si es por Internet. La justificación también nos muestra qué hay del otro lado, supuestamente muy enojados y esperando las excusas que resulten suficientes.
Y como todo boludo necesita la épica que lo ensalce, justifique y mime, agregó contra sus críticos: “Mientras que la pornografía industrial se rige por la producción de la lógica capitalista, el Posporno se derrama por los márgenes y aparece ahí, en donde menos lo esperamos”.
Y a decir verdad, nadie se lo esperaba… No es que sean santos de mi devoción los indignados, particularmente los cerdos de los centros de estudiantes que han convertido a la Universidad en un comité, pero… efecto sorpresa haberlo, lo hubo..
Donde miente el porno-marxista es en el supuesto derrame, que más que derrame al modo inevitable del agua que baja tormentosa, ellos fueron a fifar a la Facu. No me jodan, derrame las pelotas.
Pero insisto con algo que cada uno leerá religiosamente o no, pero que nos parece que hay que atender: la tendencia hacia abajo es cualitativa y en forma de salto, lo insospechado sucede saliéndose de la normal pendiente degenerativa. No se parece tanto a la lógica de masas; es la posmasa.