Es requeteconocido que para liberales y masones la victoria de Franco en la guerra española de 1936-1939 representó una desgracia y que hubiesen preferido la consolidación de la república roja, habida cuenta de que para ellos no hay enemigos a la izquierda y una vez más me meto con José Ignacio García Hamilton, digno hijo del Gran Arquitecto y escribidor tan prolífico como ignorante.
En mala hora leí sus biografías sobre San Martín y Alberdi, dos pruebas acabadas del bajo nivel intelectual de este tucumano resentido que odia a la España católica: debería quitarse el García y dejarse el Hamilton, aunque la pinta no lo ayude para irla de inglés.
Una de sus recientes chapuzas, (ver El Observador-suplemento de Perfil del último domingo) es asimilar a Fidel Castro con el Generalísimo, porque el tirano de Cuba “es hijo de un gallego, que parece era un hombre muy rígido, inclusive muy violento. Franco era también gallego, con características muy parecidas, absolutamente ortodoxo”. Colijo pues- según el “silogismo categórico” del gallego García H. -que todo gallego, todo hijo de gallego y todo nieto de gallego se parece a Castro y a Franco, sin que la conclusión admita diferencia alguna, si bien no me queda en claro si Fidel es tan “absolutamente ortodoxo” como el Caudillo.
Vamos, vamos, José Ignacio, cagatintas:
Una cosa es que odies a Franco, como buen masón que sos y que no le perdones que haya ganado la guerra contra Moscú. Esto lo puedo entender perfectamente, pero de allí a sostener muy suelto de cuerpo -y de lengua- que es igual al Landrú de la isla, existe la distancia que marca el disparate y la supina ignorancia sobre los dos.
Un favor te pido, José Ignacio, cagatintas:
Como pesos no te faltan, compra los libros del “gallegazo” Pio Moa sobre la década española de 1930 para tratar de desasnarte. Aunque en razón de tu pertenencia a la Gran Logia, pienso que ya estás tan impregnado de mala fe y tan obnubilado, que no tenés retorno, José Ignacio, cagatintas.