Supo decirles a sus superiores en la comunicación telefónica previa al desenlace: “Yo voy a morir defendiendo el cuartel ustedes recupérenlo”.
Del Teniente Coronel Horacio Fernández Cutiellos estamos hablando. De él son estas líneas dirigidas a sus hijos, y escritas con cristiano presentimiento, en vísperas de su martirio:
“Queridos hijos: En su vida terrenal, que implica el contacto y la relación con otros, en diversos órdenes, nunca olviden: Para con Dios, que el primero y más importante de los mandamientos es amar al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas, y a nadie amarás y honrarás en mayor medida que a Él. Para con tu prójimo; que debes amarlo como te amas a ti mismo, por el amor de Dios. Para con tus superiores, que les debes respeto, obediencia y fidelidad, pero nunca de manera incondicional, pues la primera fidelidad es a Dios y sólo los superiores que actúen ordenados a Sus fines y conforme a Su orden, merecen ser reconocidos como tales. Para con tus subalternos e inferiores, tienes la responsabilidad de enseñarles y guiarlos con suavidad y firmeza por el camino recto de la virtud. Más vale soportar la dureza de una buena formación en este mundo, que el fuego del infierno en el otro”.
Teniente Coronel Horacio Fernández Cutiellos, Conquistador del Cielo por asalto, Caballero de la Orden Redentora de la Patria Cautiva, Soldado Argentino de Cristo Rey, descanse en paz.
No lo haremos nosotros, hasta que no hayamos sido capaces de recoger victoriosos, la cosecha que siembra tu muerte.