Todavía estamos a tiempo para evitar que legalicen el crimen del aborto, y no hay excusas para permitir, sea por omisión, miedo o excusas. Tres palabras que significan complicidad.
Verdugos sin fronteras
“¡Yo he parido y yo decido!”
Exclamó la madre, agarrando acto seguido por los pies a aquel que, tras nueve meses de vida, acababa de salir de su útero, estrellando fuertemente su cabeza contra la pared de la sala varias veces.
¿Nos escandalizaría eso? ¿Por qué? El bebé no es consciente de lo que pasa, no sabe cómo se llama, ni siquiera sabe que existe. “Cogito ergo sum” decía aquel francés.
Pues bien, un bebé “no es” porque no piensa, actúa tan sólo por instinto de supervivencia. Llorar es un mero acto instintivo, no sabe que ha nacido. Tampoco está desarrollado, ya que le quedan todavía muchos años por crecer. No obstante, a todos nos daría escalofríos contemplar semejante escena, ¿por qué? repito. ¿Es quizá por respeto a la vida humana? Sabed pues, que un embrión está vivo del mismo modo que el bebé nacido. Como éste, lucha también por la supervivencia desde el momento de su concepción. Porque es la concepción, y no el nacimiento, el inicio de la vida humana.
Hay quien se escandaliza viendo una corrida de toros y la tacha de inhumana y en cambio no le escandaliza lo que a mí: ver a tantos de mis semejantes poseídos por Lucifer, vociferando en mi ciudad a favor del el asesinato “libre y gratuito” de bebés inocentes, de personas al fin y al cabo.
Las primeras semanas no es más que un puñado de células, dicen. No está desarrollado. ¿Qué es, pues, el bebé nacido, si no un puñado de células no desarrollado? ¿Por qué ha de poder matarse al embrión y no al bebé? ¿Por su forma? Argumento superficial donde los haya. ¿No es la forma interna del embrión, la de sus células y la de las nuestras, idéntica? ¿No estamos hechos todos de lo mismo? ¿No procedemos absolutamente TODOS de un zigoto? ¿Por qué ha de valer la forma externa más que la forma interna? ¿Habremos de matar entonces a los que carezcan de una pierna o una mano? Y dando por válido el estúpido argumento de la forma externa, ¿quién decide cuándo, en el momento exacto, en el que ya tiene una forma suficiente para que le sea respetada su vida? ¿Quién marcará ese instante que separa la vida de la muerte? ¿Os creéis capaces de hacerlo?.
Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios, berreáis, putas, como si sólo se pudiera respetar la vida humana siendo católico. Gracias por ese privilegio que nos concedéis, pero no, subnormales, sacad vosotros y vosotras (como decís los progres) vuestra necedad y vuestro odio materno de nuestra sociedad. Matad, asesinad, descuartizad y tirad por el retrete a vuestros asquerosos hijos si queréis, ¿a quién coño le importa? Es lo mismo que una mierda que os sale por el culo, ¿verdad, putas? Allá vuestra conciencia. Pero dejad de berrear para facilitar aún más esos crímenes contra hijos de otros. Sea para impedir que gente humilde, confusa, y de buen corazón siga el ejemplo de terroristas como vosotros.
Ojalá os hubiera aplicado vuestra “dueña y creadora”, que no es tal, aquello que con tanta pasión y ahínco reclamáis; no, exigís.