1) Babeó el Usurero Paranoico desde San Juan y entre lo que pude captar de su pedorrera, amenazó a quienes son fuertes con los débiles y débiles con los fuertes. Coincido totalmente con su auto descripción: es lo que hizo él durante toda su triste vida. Por eso huye a Salta, sin cojones para quedarse en Buenos Aires, el real escenario histórico de los sucesos de Mayo de 1810. Como tampoco tuvo corteza testicular para presentar un hábeas corpus por sus compañeros de la Juventud Peronista de La Plata, que como algo les colgaba entre las piernas, dieron la vida por una causa equivocada por cierto, pero la dieron. Uno de los mejores sonetos de Borges está dedicado a un anónimo conquistador español, ahíto de mujeres, de sangre y de oro y termina así: No importa lo demás, yo fui valiente. Un soneto al Usurero podría tener este final: no me importan los demás, yo no fui nada.
2) También pedorreó la Medicada, con su estilo catitesco [*], reclamando que los que más tienen se compadezcan de los dolientes. ¿Lo hicieron Él y Ella con los indefensos deudores de Santa Cruz, a los cuales despojaron sin conmiseración alguna? ¿Sabrán que para Ellos no habrá piedad alguna? Quizá por eso, están buscando asilo político en Alemania o Francia, a cambio de latrocinios como el tren bala. Me dicen que ni siquiera a Venezuela quieren rajar, porque allí las papas están cada vez más calientes.
3) El 25 de Mayo de 1810 fue un golpe militar con todas las de la ley [leer a Hugo Wast y Roberto Marfany], porque los abogaditos porteños poco podían hacer sin Saavedra y sus Patricios. A 198 años de aquel pronunciamiento, los argentinos tenemos esperanzas en la concentración popular en Rosario, adonde irán no solamente los productores agrarios expoliados, sino los ciudadanos de a pie, hartos de La Gavilla de irracionales, que ilegítimamente detenta el poder. Que Dios proteja la patriada.
¡Al gran golpe argentino, salud!.
Nº: 90 del 24 de Mayo de 2008 de Catapulta.
[*] Nota catapúltica: me refiero a las catitas, como se conocen en Córdoba a las bullangueras cotorras. Ni por asomo me refiero a nuestra gran Niní Marshall, que hoy se hubiese mandado una fiesta con los personajes que nos ofenden y agobian.