En 1931, Benito Mussolini nombró secretario general del Partido Nacional Fascista a Achille Starace.
Este hombre, pluricondecorado en la Primera Guerra Mundial y reconocido gimnasta, no estaba -sin embargo- a la altura de su cometido.
Giuseppe Bottai, ministro de Educación, culto y refinado se apersona entonces a Mussolini y le espeta: "Duce, ¿cómo puede nombrar a Starace? ¡Es un cretino!".
Mussolini le contestó: "Sí, es un cretino. Pero obedece". Además de mostrar la lógica de onda corta del poderoso, la anécdota revela a los argentinos de hoy algo relacionado con el post anterior: cuando se buscan obedientes, sobran cretinos postulantes.
P.S.: Debo, en justicia, añadir que Achille Starace, mandado a un campo de concentración por los propios fascistas, fue sacado de allí y "juzgado" por los partisanos, que lo arrastraron al Piazzale Loreto, ejecutándolo, después de torturas y sevicias, ante los cadáveres colgados de Benito Mussolini y Claretta Petacci.
Murió haciendo el saludo romano, con gran entereza. Si había vivido como un cretino, murió como un hombre.
Nota: La foto de Achille Starace y lo marcado en negritas la agregué yo.