Manual del Jefe

Enviado por Esteban Falcionelli en Jue, 07/05/2009 - 1:49pm

Un Legionario mira derecho a los ojos. Los ojos no mienten. Su rostro está lleno de esperanza. Cuando habla y cuando escribe, debe ser breve, claro y preciso. La charla larga y engañosa es la charlatanería de la democracia.

Vestirá modestamente. Despreciará el lujo, que considerará fundado en una inclinación espiritual hacia la deshonestidad. El hombre que hoy es amante del lujo, si no es un ladrón pertenece a una de las variadas categorías del bribón; en todo caso, es un hombre sin sentimientos que hace escarnio de la miseria infinita del país.
El legionario juzgará a las personas según su alma. Hay muchos que visten pobremente y que esconden bajo sus modestas ropas tesoros de oro en el corazón en nuestra organización no puede creer los que sean hombres de honor. El legionario cree en Dios y ora por la victoria de la legión. No se olvide que nosotros, estamos aquí, en esta tierra por voluntad de Dios y bendición de la Iglesia. En torno a los altares de la Iglesia se han encontrado reunidos miles de veces, en tiempos de dolor y dificultades, la gente de estas tierras, mujeres, niños y viejos, con la perfecta conciencia de que aquél era el último refugio posible. Y hoy, nosotros estamos prestos a reunirnos alrededor de los altares como en los tiempos de los grandes peligros, para recibir de rodillas, la bendición de Dios. Las guerras las vencen aquellos que han sabido atraer de los cielos las fuerzas misteriosas del mundo invisible y asegurarse el concurso de ellas.
Estas fuerzas misteriosas son los espíritus de nuestros antepasados, los que han estado también, en otro tiempo, y ligados a nuestra tierra y han muerto en su defensa, permaneciendo todavía hoy ligados a ella en el recuerdo de su vida terrena y por intercesión nuestra, sus hijos, nietos y biznietos. Pero más alto que los espíritus de los muertos esta Dios.
Estas fuerzas una vez atraídas, harán inclinarse la balanza de tu parte, te defenderán te infundirán valor, voluntad y todos los elementos necesarios para la victoria y lograrán así que tú venzas. Lanzarán el pánico y el terror entre los enemigos, paralizaran su actividad. En último análisis, las victorias no dependen tanto de la preparación material, de las fuerzas materiales de los beligerantes, sino de su poder para asegurarse el concurso de las potencias espirituales. Nuestro patrón es el Santo Arcángel Miguel. Debemos tener su ícono en nuestras casas y en tiempos difíciles debemos pedirle ayuda y él no nos abandonará nunca.
El que entra en esta lucha, debe saber desde al principio que habrá de sufrir. Después del sufrimiento viene siempre la victoria. Aquél que sepa sufrir, vencerá.
Por ello, nosotros, los legionarios aceptaremos el sufrimiento con amor.
Cada sufrimiento no acobardará al legionario, sino que le volverá de acero, templará su espíritu. Aquellos que han sufrido y todavía sufrirán, serán verdaderamente héroes de la lucha legionaria. La bendición de la Patria se extenderá sobre ellos y sus familias.
Corneliu Zelea Codreanu
Manual del Jefe
Nota de Argentinidad: ¡Gracias Ermitaño Urbano!