Algunos apuntes sobre el Purgatorio

Enviado por Esteban Falcionelli en Vie, 14/01/2011 - 12:07am

Y algunos problemas...

Según afirman los medios periodísticos, el papa Benedicto ha negado la existencia del Purgatorio como un lugar físico. (Lo mismo cabe decir del cielo y del infierno). Esto presenta un problema si lo vemos a la luz de la doctrina definida por el Magisterio. No solo porque el Magisterio siempre se ha usado la palabra “lugar” para referirse a ellos, sino también la expresión “ir a” o “descender a”, tratándose del infierno y el purgatorio, y “subir a” o “ascender a” para hablar del cielo, expresiones que para comenzar están en los diversos credos o símbolos de la Fe.

Otro problema lo  presenta el hecho de que todos, absolutamente todos “iremos” a donde nos toque en cuerpo y alma, y el cuerpo es físico y por lo tanto debe estar en un lugar. De hecho Nuestro Señor y Nuestra Señora, ya en cuerpo glorioso, no por ello dejan de tener un cuerpo material.

En fin, estamos en un problema. Por si sirve de algo, recopilo algunos textos del Denzinger “Deben los Papas opinar”, creemos que sacará provecho. (colección de textos de valor dogmático) sobre el tema, subrayando las frases que me parecen atingentes. Si el lector quiere ver con especial atención el Decreto del Concilio de Trento sobre el Purgatorio y relacionarlo con el artículo.

Primer Concilio de Lyon, Papa Inocencio IV

D-456 23. Finalmente, afirmando la Verdad en el Evangelio que si alguno dijere blasfemia contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni el futuro [Mt. 12, 32], por lo que se da a entender que unas culpas se perdonan en el siglo presente y otras en el futuro, y como quiera que también dice el Apóstol que el fuego probará cómo sea la obra de cada uno; y: Aquel cuya obra ardiere sufrirá daño; él, empero, se salvará; pero como quien pasa por el fuego [1 Cor. 3, 13 y 15]; y como los mismos griegos se dice que creen y afirman verdadera e indubitablemente que las almas de aquellos que mueren, recibida la penitencia, pero sin cumplirla; o sin pecado mortal, pero sí veniales y menudos, son purificados después de la muerte y pueden ser ayudados por los sufragios de la Iglesia; puesto que dicen que el lugar de esta purgación no les ha sido indicado por sus doctores con nombre cierto y propio, nosotros que, de acuerdo con las tradiciones y autoridades de los Santos Padres lo llamamos purgatorio, queremos que en adelante se llame con este nombre también entre ellos. Porque con aquel fuego transitorio se purgan ciertamente los pecados, no los criminales o capitales, que no hubieren antes sido perdonados por la penitencia, sino los pequeños y menudos, que aun después de la muerte pesan, si bien fueron perdonados en vida.

D-457  24. Mas si alguno muere en pecado mortal sin penitencia, sin género de duda es perpetuamente atormentado por los ardores del infierno eterno. - 25. Las almas, empero, de los niños pequeños después del bautismo y también las de los adultos que mueren en caridad y no están retenidas ni por el pecado ni por satisfacción alguna por el mismo, vuelan sin demora a la patria sempiterna.

Carta Super Quisbam, de Clemente VI

D-570t  (8) Preguntamos si has creído y crees que existe el purgatorio, al que descienden las almas de los que mueren en gracia, pero no han satisfecho sus pecados por una penitencia completa. Asimismo, si crees que son atormentadas con fuego temporalmente y, que apenas están purgadas, aun antes del día del juicio, llegan a la verdadera y eterna beatitud que consiste en la visión de Dios cara a cara y en su amor.

Decreto del Concilio de Trento sobre el purgatorio

D-983   Puesto que la Iglesia Católica, ilustrada por el Espíritu Santo apoyada en las Sagradas Letras y en la antigua. tradición de los Padres ha enseñado en los sagrados Concilios y últimamente en este ecuménico Concilio que existe el purgatorio [v. 840] y que las almas allí detenidas son ayudadas por los sufragios de los fieles y particularmente por el aceptable sacrificio del altar [v. 940 y 950]; manda el santo Concilio a los obispos que diligentemente se esfuercen para que la sana doctrina sobre el purgatorio, enseñada por los santos Padres y sagrados Concilios sea creída, mantenida, enseñada y en todas partes predicada por los fieles de Cristo. Delante, empero, del pueblo rudo, exclúyanse de las predicaciones populares las cuestiones demasiado difíciles y sutiles, y las que no contribuyen a la edificación [cf. 1 Tim. 1, 4] y de las que la. mayor parte de las veces no se sigue acrecentamiento alguno de piedad. Igualmente no permitan que sean divulgadas y tratadas las materias inciertas y que tienen apariencia de falsedad.

Aquellas, empero, que tocan a cierta curiosidad y superstición, o saben a torpe lucro, prohíbanlas como escándalos y piedras de tropiezo para los fieles...

Hasta aquí el Magisterio infalible. ¡Houston, tenemos un problema!

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