Amistad

Enviado por El Carlista en Dom, 20/07/2014 - 10:57pm

Gusto de tener amigos y festejar la amistad, pero no diré nada de eso en este “día del amigo”, pues siendo ustedes unos fachos y unas mierdas insensibles, me tacharán de mariquita.
Me limitaré entonces a transcribir la voz que encontramos entre Alma y Amor, del Glosario del Comunismo en Acción, de Alberto Falcionelli:

Amistad: En ruso, druzhba y también priiazñ. Cuando un sentimiento tan natural se expresa mediante vocablos tan distintos, gata ci cova, como dicen los toscanos. Tan es así que la amistad –que el Diccionario de la Real Academia Española define como un “afecto personal, puro y desinteresado, ordinariamente recíproco, que nace y se fortalece con el trato”- es uno de los términos que, por obra del comunismo en acción, han sido sometidos a las vivisecciones semánticas más despiadadas, hasta transformarlo en sinónimo de envidia, de recelo y de odio; mezcla repelente que hace de la sociedad soviética la ilustración precisa del más infernal de los círculos dantescos. Desde octubre de 1917, en efecto, la palabra amistad figura en todos los documentos oficiales soviéticos en lugar preeminente, y los miembros de las “instancias supremas” siempre se brindan al público como “amigos entrañables” mientras no encuentran una oportunidad para enviarse mutuamente al cadalso. Así, durante un tiempo prolongado, Stalin fue amigo inseparable de Nikolai Bujárin y, más aún, de su coprovinciano y compañero de infancia y de conspiración Abel Ienukidze, hasta que llegó el momento de hacerles pegar un tiro en la nuca por los muchachos de la NKDV. A Ienukidze, durante cuarenta años, lo había llamado “hermano”, por cuya razón, a partir de 1936, los moscovitas se referían a él como a “Cain Dzhugashvili”. No se crea que eso haya cambiado con la muerte del viejo facineroso. Existe una fotografía, sacada durante el XIX Congreso de PC de la URSS, esto es, en octubre de 1952, que muestra a Malenkov, Mólotov, Jrushchov y Beriia, cariñosamente tomados del brazo bajo la paternal mirada del Jefe Genial. Ahora bien, seis meses más tarde y una vez desaparecido Stalin, los tres primeros se juntaron para enviar al cuarto a peor vida. Luego, Jrushchov, Mólotov y algunos nuevos amigos se entendieron para transformar a Malenkov en electricista. Después de lo cual, Nikita Serguéievich, ampliando el círculo de sus amistades entrañables, se puso de acuerdo con el mariscal Zhukov para que Mólotov se fuera a contar, primero, mongoles en Ulan-Bator, luego átomos en Viena, hasta que, en perfecta comunión con su nuevo “viejo amigo” Frol Kozlov, invitara al ingenuo soldado a completar en lugar desconocido, su colección de botones de uniformes de la Guardia. Los cementerios de la URSS están repletos de cadáveres de amigos transformados en enemigos, esto es, en “traidores” y en “sapos fascistas”, de la noche a la mañana.