En esta jornada del 21 de septiembre en que los grupos tenebrosos y las mafias mercantes de la juventud renovarán de forma encarnizada los atropellos que cada fin de semana se repiten contra la juventud: boliches, alcohol, desenfreno.
En esta jornada triste y enfermiza en que inclinados por el consejo de los medios de comunicación, de muchos padres y maestros y de cuanto sujeto sin escrúpulos anda suelto, los jóvenes se entregarán a los más destructores excesos, el llamado es para los chicos y chicas argentinos que pueda leer esto y ponerlo en práctica:
ad maiora natus sum.
he nacido para cosas más nobles.
he nacido para cosas más grandes.
Sepan que Dios tiene para ustedes un puesto en el combate y un lugar en el Cielo. Y que la Patria los espera.
Sé valiente. Contesta a cualquier solicitación al mal: ad maiora natus sum. He nacido para cosas más nobles. He nacido para cosas más grandes. No toleres que el adolescente viva en el pecado a los quince años, sea un hastiado a los dieciocho, y un enfermo a los veinte.
¿Quiénes son los cobardes?
“Con que, ¿decididamente eres un cobarde, un miedoso?”. Pues bien, que lo sea; más aún; soy un nene, un mosquita muerta. Pero no lograrás seducirme. ¿Para qué se necesita más valor, más voluntad, para vencer en medio de las tentaciones impuras o para doblegarse ante ellas como una débil caña, ¿Quién es más entendido en equitación, quién domina su cabalgadura o quien se hace arrojar en un charco de agua?
“Qué cobarde eres; ni siquiera te atreves a eso”. La virilidad consiste en saberse sobreponer a sí mismo. Cobarde es quien se deja dominar por la pasión. Se hombre y no muñeca. El que a pesar de todas las burlas permanece firme en su resolución, acaba por imponer respeto. A ese tal lo saludo y le dirijo las palabras de la Escritura: “Ha hecho maravillas durante su vida” (Eccl. 31, 9).
“Si todos mis compañeros se portan mal, yo no los imitaré; no he de ser un mono”. Si te parece bien, cambia de vestido por condescendencia, pero no cambies de conducta. ¡Cómo! ¿Te dejarías seducir por esas tonterías? ¿Cuál es entonces tu valor moral? Cero.
En la fábula, a los animales les parece ridículo que el hombre no obre como ellos. En los manicomios los locos se burlan del médico. ¿Por ventura él les da importancia? Si disgustas a los malos no pienses que eres un cobarde. ¿Tal vez el más valiente será quien bebe con ansiedad el agua fangosa de la inmoralidad? El filósofo pagano decía en su tiempo: “Si haces una cosa que conoces ser obligatoria, no temas hacerla abiertamente, aun cuando la masa tenga convicciones contrarias. Solamente debes avergonzarte cuando hagas una cosa indebida. Si obras bien no tengas miedo de los que te reprenden sin razón”. (Epitecto).
“No quiero obrar como los demás, no quiero ser un hombre que cambie como una veleta”: para cosas grandes he nacido.
Mons. Tihamér Toth: Pureza y Juventud. Bs. As., Gladius, 1989, pp. 51-52. 54-55.
Héctor Emiliano Contreras