Elpróximo martes 11 de noviembre -si la ira justiciera de Dios nodispone lo contrario- la Catedral Metropolitana de Buenos Aires sufrirá unnuevo y gravísimo agravio.
Nose trata en la ocasión del regular desfile sacrílego que frente a ella, y conla anuencia explícita del Gobierno, realizan en tropel los sodomitas y susaliados de depravada especie.
Tampocode la invasión de las Madres, cuya sola presencia es una deposiciónirreverente y procaz. Ni del arribo oficial de la masonería, ultrajando elespacio sacro so pretexto de un indebido homenaje al Gral. José de San Martín.
No;en la Festividaddel Patrono de la Ciudad,la Arquidiócesisde Buenos Aires mediante su Comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso,por un lado; y la tenebrosa B’Nai B’rith por otro, co-celebrarán una “liturgiade conmemoración” en el “70 aniversario de la Noche de los Cristales Rotos”.
Tamañooficio religioso -según lo anuncia la invitación oficial que tenemos ala vista- suma, además, los auspicios y las adhesiones de cinco institucionesjudaicas, unidas todas con la jerarquía católica nativa para “honrar yrecordar” a las víctimas de “los nazis” que “en la noche del 9 de noviembre de1938, profanaron y destruyeron más de 1.000 sinagogas, mataron a decenas,encarcelaron a 30.000 judíos en campos de concentración [saqueando] negocios yempresas”.
Elhecho, por donde se lo mire, constituye una mentira infame y una abominaciónque clama al cielo.
Mentiraes que se acuse, sin más, a los nazis, de los luctuosos y reprobableshechos conocidos como laKristallnacht o Noche del Cristal, repitiendopor enésima vez la versión canonizada por la propaganda sionista y las usinasaliadas, ya varias y científicas veces rebatida en trabajos como los de IngridWeckert (Crystal Night 1938. The biggest anti-german spectaculum), o elde Flash Point, Kristallnacht 1938. Instigators, victims and beneficiaries.
Mentiraes que se oculte el asesinato, a manos del judío Herzel Grynscpan, deldiplomático alemán Ernst von Rath, cuya alevosía -sumada a otras accionesjudaicas de similar tono- motivó la reacción violenta contra los israelitasaquella noche trágica y condenable.
Mentiraes que se calle la evidente responsabilidad -tanto en el crimen de otrofuncionario alemán, W.Gustloff, como en el aprovechamiento político de losdesmanes- de la siniestra Ligue Internationale Contre l’Antisémitisme(LICA), sobre cuyo mentor Jabotinsky podrían escribirse páginas de negras acusaciones.
Mentira es que se silencien las fundadas sospechas de la provocaciónintencional de este pogrom porla mencionada LICA, eligiéndose cuidadosamente para su estallido la noche del 9de noviembre, fecha emblemática en la historia del Partido Nacionalsocialista.
Mentiraes que se escamoteen arteramente los repudios públicos y privados, enérgicostodos, de los principales dirigentes nacionalsocialistas a aquella jornadade desmanes y tropelías, que incluyen declaraciones de Goebbels, Himmler, Hessy Friedrich de Schaumburg; así como órdenes expresas de reponer el orden y decastigar a los culpables, a cargo del mismo Hitler, de Viktor Lútze, jefe delas S.A, y del precitado Goebbels, en su famoso discurso de la madrugada del 10de noviembre.
Mentiraes que se omita el Protocolo del 16 de diciembre de 1938, firmado por elMinistro del Interior de Hitler, Dr. Whilhelm Frick, repudiando tajantemente elcriminal atropello, no sin analizar seriamente sus reales motivaciones. Mentiraes que se hable de “1.000 sinagogas destruidas”, cuando no llegaron a 180, a manos de una chusmaincalificable, y de “30.000 judíos encarcelados en campos de concentración”,cuando 20.000 fueron los detenidos para su propia protección, y liberados pocosdías después de aquella demencia nocturna, según consta en el Informe de R.Heydrich del 11 de noviembre de 1938, aceptado en el "juicio" deNuremberg.
Mentiracanallesca al fin, la que se asienta en el volante oficial de invitación a losfestejos, y según la cual “el mundo se mantuvo en silencio”. En el mundo enterono se habló de otra cosa que de la supuesta barbarie germana, consiguiéndoseipso facto ventajosos acuerdos de emigración para los judíos alemanes haciaPalestina, lo que se consumó ese mismo año 1938, con un número aproximado de117.000 hebreos.
Lostres objetivos sionistas se habían cumplido con creces: la difamación sinretorno del régimen nacionalsocialista, el principio del movimientointernacional que llevaría a la caída del Tercer Reich, y el abandono de susupuesta tierra natal, Alemania, de los israelitas allí radicados, trazándosecuidadosamante el plan de ocupar Palestina.
¿Aquién benefició aquella noche de sangre y fuego? ¿Quiénes la armaron realmente,si los más destacados jerarcas del Nacionalsocialismo se quejaron amargamentede la misma y ordenaron su inmediato cese?
Somoscatólicos, y se nos crea o no, lo mismo da, nuestras espadas no se cruzan pordefender una ideología sobre la cual han recaído oportunas y sucesivasreprobaciones pontificias.
Peropor modestos y mellados que puedan estar nuestros aceros, saldrán siempre endefensa de la verdad histórica, de los vencidos de 1945, a quienes ningúnalegato en su defensa se les permite. Y saldrán siempre en repudio y en ataquede la criminalidad judaica, por cuyas víctimas, que suman millones -sí, decenasde millones- no hay un solo obispo guapo que quiera rezar un sencilloresponso.
Mentirasmúltiples, por un lado, decíamos. Pero abominación que clama al cielo, porotra. Y esto es lo más desconsolador, porque peor que la falsificación delpasado es la falsificación de laFe.
Loprimero es oficialismo historiográfico y puede tener el remedio del buenrevisionismo.
Losegundo es la entronización del Anticristo y sólo hallará el remedio definitivocon la Parusía.
Enefecto; nada les importa a los obispos que las entidades judaicas con las quese unirán en esta parodia litúrgica, tengan un amplio y ruinoso historial demilitancia anticatólica.
Nadales importa que la B’naiBrith sea sinónimo documentado de malicia masónica, mafia mundial, ideologismorevolucionario y plutocratismo expoliador y artero.
Nadales importa si una de esas instituciones, el Seminario RabínicoLatinoamericano, amén de su frondoso prontuario sionista y marxista, ostentecon insolencia el nombre público de Marshall Meyer, conocido y castigado otrorapor su flagrante inmoralidad.
Nadales importa a estos pastores devenidos en lobos, que todas y cada una de estasentidades, hoy llamadas a una concelebración farisea y endemoniada, hayan sidoy sean la prueba palpable del odio a Cristo, a su Santísima Madre y a la Argentina Católica.
No;lo único que les importa es consolidar la herejía judeo-cristiana, convertirseen sus acólitos y adalides, y exhibirse impúdicamente ante la sociedad, no comomaestros de la Verdad,crucificados por ella, sino como garantes del pensamiento único, tramado en laslogias y en las sinagogas.
Bergoglioel primero, y tras él sus muchos heresiarcas -más o menos activos o pasivos,acoquinados o movedizos- no quieren ser piedra de escándalo ni signo decontradicción, ni sal de la tierra y luz del mundo. Quieren ser funcionariospotables a la corriente, empleados dóciles de la Revolución MundialAnticristiana.
Dolorosamentehemos de acotar -como hijos sufrientes y perplejos de la Santa Madre Iglesia-que en tal materia, el mal ejemplo llega de la misma Roma, desde donde parten yse extienden las más innecesarias majaderías y adulaciones a los deicidas.Empezando por la más grave de todas, cual es precisamente la de exculparlos delcrimen del deicidio, renunciando a su conversión.
Nuestrorespeto es sincero y creciente por los tantos Natanaeles, en cuyos corazones nohay dolo, según lo enseñara el Señor. Nuestra veneración es mayúscula hacia aquellosque, como los gloriosos hermanos Lémann, Sor Teresa Benedicta de la Cruz, el inmenso EugenioZolli, o nuestro cercano Jacobo Fijman abandonaron las tinieblas paraarrodillarse contritos -victoriosos en su metanoia- ante la majestad de CristoRey.
Peronuestra guerra teológica sigue siendo sin cuartel y declarada contra estesincretismo indigno, ilegítimo y herético, cuyos fautores eclesiásticos -yahueros de todo temor de Dios y de toda genuina fe neotestamentaria- no trepidanen ofrecerles a los enemigos de laCruz el templo mayor de la Patria. Hospitalarioscon los perversos para celebrar la mentira, quede marcado para ellos el estigmairrefragable de quienes traicionan el Altar del Dios Vivo y Verdadero.
Conpalabras eternas del Evangelio les llegue, a los intrusos del martes 11 denoviembre y a quienes les abren las puertas, la admonición jamás periclitada:“¡Matásteis al Autor de la Vida,crucificásteis al Señor de laGloria!”.
Conpalabras veraces seguiremos repitiendo lo que todos cobardemente callan: elúnico holocausto de la historia, lo tuvo a los judíos por víctimarios y aNuestro Señor Jesucristo por víctima inmolada.
Conpalabras del martirologio seguiremos proclamando: Cristo Vence, Cristo Reina,Cristo Impera. ¡Viva Cristo Rey!.
Seagradece su difusión
EscribeAntonio Caponnetto
Nota de Argentinidad: La fotito del pelafustán en el templo masonacho ha sido agragada por nosotros, al igual que lo marcado en "negritas".