Esteban Pablo, Obispo,
siervo de los siervos de Dios,
para perpetua memoria.
Es con dolor en el alma que nos vemos urgidos a reprender a nuestros pequeñuelos, no para su confusión mas para su regeneración. Porque está escrito "Nolo mortem peccatoris; sed ut magis convertatur, et vivat". Ha sido quedo nuestro corazón para el enojo y paciente ante el vituperio sufrido de quienes debieran defenderlo, mas, no quedando ya nada de la pasión primera y habiendo sopesado cuidadosamente las consecuencias de la fiebre impía que desatara nuestra primera misiva y entendiendo que no se atacaba directamente lo dispuesto sino que se desacreditaba so capa de risibles excusas, venimos a aclarar y aclaramos:
I. Afrancesamiento
Confunde el rebelde cuyano en su ceguera, los propios gustos con los usos tradicionales. ¿Puede acaso el mostacho considerarse galo? ¿Puede el galo ser afrancesado? Destila su pluma el odio del heresiarca. Furor inexplicable lo hace sostener que desacredita su autoridad quien se reconoce fruto escogido de la Primogénita de la Iglesia. Ni el mostacho es sólo galo, ni achica en nada el pontífice surgir de la dulce Francia.
II. Marcialidad
Reconocemos, sin embargo, la figura marcial que resalta el bigote, pero reconociéndolo nos sorprende sobremanera el escándalo de la ovejuela descarriada, que no entiende que el pastor es padre y es guerrero, que ha de ser pacífico como Salomón para con los suyos mas firme y violento frente a los lobos. Nos fisura el dolor cuando vemos que la perversa semilla del pacifismo ha mellado también a quienes creíamos la flor y nata de la resistencia cristiana. ¿Nos veremos, acaso, obligados a llevar no ya el mostacho sino armadura, como el insigne prelado que nos inspira? ¿Deberemos sitiar Mendoza como La Rochelle?
III. Intemperancia
No habiéndose denunciado más que un signo del horrendo vicio, no teniendo forma de defendernos, nos remitimos a quien servimos. Se sirva Él hacernos justicia.
IV. Efecto en la ceremonias
Quisiéramos ¡ay! dar a las ceremonias todo el brillo que conviene. No es el bigote, sin embargo lo que lo impide. Quisiéramos tener, a la manera de nuestros antecesores, una corte que resaltara la función que indignamente ocupamos. Nada hay, sin embargo, que podamos hacer al respecto. Es, en efecto, imposible el boato en una corte sin nobles, sin paramentos, sin joyas. Dejo al cuyano adivinar cuál de mis antecesores acabó con cada cosa.
Habiendo dado respuesta a las objeciones, pero encontrándonos firmes en la idea de que no son más que excusas que velan la rabia producida por la reforma que intentamos profundizar en el clero cristiano, debemos aplicar las correcciones convenientes para el mayor bien no sólo de la Iglesia toda, sino también de los mismos rebeldes.
Así pues, Nos, movidos por la misericordia, hemos resuelto conceder a los rebeldes el plazo de treinta días corridos desde que vinieren a tomar conocimiento de estas letras, para retractarse públicamente y obtener completo perdón. Si así no lo hicieren, sabrían incurrir en nuestra ira y la de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
Dado en Roma, bajo el anillo del pescador, en las calendas de julio de 2009, A.D.