Israel Shamir es un pensador ruso israelí eminente y controvertido; escribe, traduce, y vive en Jaffa. Le da un toque de candidez e inspirada humanidad a su lucidez tajante. Su apoyo incondicional al derecho de los refugiados palestinos a volver a su tierra, y a reconstruir sus aldeas destruidas hizo que lo echaran del diario israelí supuestamente progresista Haaretz. A partir de los ataques israelíes a los palestinos en enero de 2001, Shamir se dedicó a escribir sobre temas políticos en inglés.
Para el intelectual Carlos Marx, la cuestión judía era “un tema irreal”. Marx fue bautizado en la iglesia luterana, y se casó con una persona no judía.
Shamir renunció al judaísmo, y abrazó el cristanismo.
Es un sólido defensor de la solución “Un hombre, un voto, un Estado”, en un país israelopalestino unificado.
Aquí una entrevista con el disidente Israel Shamir.
Kim Petersen: Hace poco Usted escribió que el historiador David Irving, conocido en los medios masivos por haber sido sentenciado en cuanto “negador de holocausto”, fue en realidad sentenciado por negador de la “superioridad judía”. ¿Puede Usted desarrollar y explicar lo que significa para Usted la negación del holocausto?
Israel Shamir: Ya he escrito ampliamente sobre esto, en “Por quién doblan las campanas” y en “Baile de Vampiros”. Ninguna persona libre puede aceptar la propuesta según la cual la muerte de un judío (ni tampoco su vida) es más importante que la un goy. Pero la prohibición del revisionismo en cuanto al Holocausto es la única que tiene vigencia legal en nuestra sociedad. Los armenios se sintieron celosos del estatuto elevado de los judíos por ello, y lograron que se protegiese la tragedia que padecieron en 1915 con una ley semejante en Francia. El resultado fue tragicómico. Llevaron a un historiador judío importante (un belicista de primer rango), Bernard Lewis, a los tribunales, en París, y le encontraron culpable por negar la tragedia de los armenios, exactamente igual que David Irving. Pero a David Irving le tocan tres años de cárcel, y su nombre ahora siempre figura con la mención “desacreditado” (véase por ejemplo su entrevista en The Observer, mientras que Bernard Lewis fue liberado bajo fianza de UN FRANCO, y sigue apareciendo donde quiera; su nombre figura en muchas peticiones. No solamente ningún discrédito lo afectó, sino que los armenios son los que quedaron desacreditados. Por lo visto, la sangre judía es más roja que la sangre armenia, por no mencionar a especies más ínfimas aún. He citado un artículo de un historiador judío americano que niega el genocidio de los americanos nativos. Tampoco resultó desacreditado en lo más mínimo. La incansable perseguidora de Irving, Deborah Lipstadt, negó el feroz holocausto de Dresden, y tampoco se encuentra desprestigiada por ello. Hay que mirar la realidad de frente, Kim: el mismo concepto del H es un concepto de superioridad judía.
Esto tiene un significado religioso importante: el cristianismo es una negación de la superioridad judía. Cualquiera que crea o acepte la superioridad judía está negando a Cristo pues Él nos hizo iguales a todos. El cineasta francés Claude Lanzman, creador de la pelicula Shoah, dijo: si crees en el holocausto, no puedes creer en Cristo. Acepto el desafío : creo en Cristo. Podemos reformular las palabras de Lanzmann: creer en que la muerte de judíos tenga una significación histórica especial es un signo de apostasía. Por cierto, la creencia en el holocausto entra en competencia con el credo de la Iglesia: creemos que Cristo sufrió por nosotros y volvió a la vida. Los creyentes en el H creen que el pueblo judío sufrió y volvió a la vida mediante la creación del Estado judío. En esta competencia, los judíos ganan: a la inversa de lo que pasa con el H, puedes negar la Crucifixión y la Resurrección : tu carrera no se encontrará afectada en lo más mínimo.
Por esto la cuestión de la negación del H es la cuestión de la apostasía: nuestra sociedad ¿ seguirá asentada en la roca implantada por Cristo, o será adoradora del Estado judío? Es un descubrimiento importante acerca de la eterna religiosidad del espíritu humano: la tentativa de crear una sociedad secular no ha funcionado. Después de un corto paréntesis ilusorio, los dioses han vuelto.
KP: ¿Le parece apropiado usar términos tan cargados como eso de “goy”?
IS: No creo que sea un término cargado. He traducido algunos libros hebreos, desde el de Samuel Yosef Agnon, el único premio Nobel israelí, hasta el de Rabbi Zacuto, un sabio judío ibérico del siglo XV, mi traducción más reciente al inglés. Todos utilizan la palabra “goy”, lo mismo que los diarios israelíes. Esta palabra tiene un significado: es el no judío tal como lo ven los judíos. Si piensas que no es un término halagador, esto significa que en tu opinión los judíos miran al goy con disgusto. Pero deberíamos enfrentar los problemas, no las palabras. Manejar las palabras es más fácil, pero esto no soluciona nada. Si empezemos a usar el término “gentil”, ¿acaso esto cambiaría la actitud judía frente a nosotros? Esto también es un signo de debilidad. En el siglo XIX, cuando los judíos se sentían débiles, les gustaba ser llamados israelitas o hebreos. Ahora les da igual que les digan judíos.
KP: Usted viene describiendo a los Estados Unidos como un “mayor Estado judío”. Usted alaba a Jeffrey Blankfort porque dio “un paso importante hacia delante ” al rechazar los puntos de vista de Chomsky y otros. ¿Le parece que la influencia del “lobby judío pesa más que el imperialismo empresarial de los Estado Unidos?
IS: Sobre esto he escrito en “Una Medina Yiddische”. El imperialismo empresarial no es un espíritu desencarnado; es la suma de deseos y acciones de las élites estadounidenses. Y dichas élites son judías en una gran proporción; han aceptado los valores y las ideas judías, hasta un grado mayor aún. Hace algunos años, el escritor americano judío Philip Weiss escribió en el New York Observer: “No pretendo saber hasta qué punto los miembros del establishment son judíos. ¿20%, 50%? Yo diriá que 30%. En todo caso, los judíos componen por lo menos el 30% del estudiantado de Harvard, según The Forward, un periódico judío americano. La Hillel Society da números parecidos : estudiantado total : 6658; estudiantes judíos : 2000 (aproximadamente); total de graduados : 10351; graduados judíos : 2500 (aproximadamente). Así pues las élites estadounidenses son judías en una gran proporción, según el significado habitual de la palabra. Y en cuanto al espíritu, Karl Marx habló del “espíritu judío” de los Yankees. Otro marxista menos conocido, Werner Sombart, escribió detalladamente sobre lo mismo. Por eso en mi opinión es un error hablar de “lobby judío”, deberíamos hablar de arrebato de posiciones, de marginación de las viejas élites WASP. Los judíos constituyen un 3% de la población estadounidense. Los ingleses se apoderaron de la India con un porcentaje mucho menor; lo mismo hizo la minoría dirigente en Siria; los normandos gobernaron en Gran Bretaña durante siglos siendo menos. Toda la nobleza rusa en los tiempos del Zar sumaba el 2 o el 3% de la población, mientras las castas superiores de las sociedades hindúes no llegaban al 5%. Ahora los judíos están bien integrados en el “imperialismo estadounidense empresarial”, en muchos niveles, y no tienen por qué combatirlo, sino que lo utilizan. El lobby judío es un mecanismo adicional, un conjunto de nacionalistas, el núcleo duro de los judíos. El problema es que el resto, la parte del establishement que no forma parte del lobby judío, está formado por judíos no tan nacionalistas. Estos buscan el término medio, y allí se sitúa el nacionalismo judío tibio.
KP: Acerca de la invasión de Irak, Usted ha planteado: “Demasiadas coincidencias para una guerra puramente americana.” ¿Hasta qué punto ve usted una mano sionista detrás del ataque y la ocupación?
IS: Pues sí, estoy en parte de acuerdo con el duo de Chicago y Harvard, la conquista de Irak y la presente amenaza a Irán la originan los afiliados al sionismo dentro de la administración estatal. El cuento aquél de los intereses petroleros lo echó abajo la realidad: el petróleo cuesta cada vez más, las compañías huyen de Irak, ninguno de sus ejecutivos estuvo a favor de la guerra. Posiblemente tus lectores ni siquiera se acuerdan de aquello de las armas masivas de destrucción o del supuesto proyecto de llevar la democracia a los árabes. Por esto, el complot sionista el la explicación primera y obvia.
Pero la guerra iraquí, como parte de la Guerra contra el Terrorismo, tiene otra faceta: se trata de un totalitarismo aún más espantoso : crear una oligarquía basada en la casta del Talón de Acero, para decirlo en los términos de Jack London. El miedo es un instrumento; desmantelar las libertades civiles y de los elementos naturales que cohesionan a una sociedad es la primera meta. Sin la Guerra contra el Terrorismo, los gobernantes De EEUU no podrían leer nuestros e mail, escuchar nuestras conversaciones, conservar en sus bancos de datos cada fragmento de información sobre nuestras vidas. Este totalitarismo fue anunciado por George Orwell, un ávido lector de los Protocolos, y alabado por Leo Strauss, lumbrera que guía a los neoconservadores. Strauss alentaba una sociedad donde las élites tuvieran poderes dictatoriales; como seguidor de Hobbes, no confiaba en el pueblo. Aunque su tesis se forjó antes de la segunda guerra mundial, después de la guerra repitió varias veces que el Holocausto era un fenómeno que podía volver a suceder, mientras la sociedad no estuviese controlada con firmeza. Llamé a los que se suman a este paradigma mammonitas, es decir seguidores de Mammón. La guerra de Irak, y la guerra contra el terrorismo en general, es un producto conjunto de sionistas y mammonitas, pues estos dos grupos suelen coincidir, como se observa con los dirigentes neoconservadores.
Por esto nuestra batalla es a la vez contra sionistas y mammonitas; no se trata simplemente de una encomiable campaña de apoyo a los pueblos del Oriente Medio, sino antes que nada de la batalla decisiva para la preservación de la democracia y la libertad en Estados Unidos y en Europa, para que nuestros hijos conozcan una vida mejor, con la creación de una sociedad más igualitaria y más espiritual, en vez de la Edad oscura hacia la cual nos están llevando.
KP: El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad fue vilipendado por los medios occidentales por haber citado al difunto ayatollah Ruhollah Khomeini en cuanto a lo de borrar Israel del mapa. Por lo visto, no había objeción para borrar a Palestina del mapa, en cambio. ¿Es una entidad legítima el Estado de Israel?
IS: Pues no, en absoluto. No podemos considerar legítimo un Estado que no le da derechos a sus habitantes y oficialmente pertenece a la judería organizada. Es nuestro interés independizarnos por completo de los judíos, y compartir la totalidad de derechos y responsabilidades con la gente del país. La soberanía debería ser nuestra, de la gente de Plalestina Israel, no del pueblo judío, ese cuerpo extra territorial regado por el mundo. Llamo a mis compatriotas a renunciar a su judeidad y a convertirse en palestinos adoptivos, hermanos y hermanas de la gente del lugar. Confío en que esto sucederá; nos integraremos y nos olvidaremos de las conexiones más allá del mar. Mientras tanto, seguimos el paradigma colonial y excluimos al los nativos en nombre de la judeidad. Deberíamos seguir el ejemplo de México, donde los inmigrantes de España e Itala conforman una sola nación con los descendientes de Montezuma.
KP: ¿Qué significa la elección de Hamás para Usted? ¿Debería Hamás reconocer el Estado de Israel?
IS: Ya he escrito acerca de los resultados. Los palestinos han rechazado el gobierno del Fatah porque hacían demasiadas concesiones a Israel, y no recibían nada a cambio. Hamás no debería reconocer el Estado de Israel, por lo menos hasta que los gobiernos israelíes no reconozcan la independencia palestina, retiren sus fuerzas armadas y dejen de interferir con el movimiento libre de los palestinos dentro y fuera de Palestina. Esto es reciprocidad. Se me ocurre una solución mejor incluso: Hamás puede llamar a la plena integración de Palestina, desde el río Jordán hasta el mar, y a elecciones generales sobre la base de Una persona Un voto. Pero mientras esto llegue, Hamás debería guiarse por el principio de reciprocidad: el reconocimiento mutuo, entre otras cosas.
KP: Usted es un ex judío convertido al cristianismo; ¿por qué? Ha escrito acerca de “los muchos exjudíos”. ¿Lo son por la misma razón que Usted? ¿Le parece acaso que una oleada de apostasía judía sería eficiente para promover la justicia a favor de los palestinos?
IS: Cristianismo y judaísmo son religiones muy fuertemente vinculadas. Un cristiano, Karl Marx, dijo: el cristianismo es un judaísmo sublime, mientras que el judaísmo es un cristianismo sórdido. Un cristiano de verdad sabe que un goy no es peor que un judío; de modo que la idea de la exclusividad judía no es aceptable para un cristiano. En nuestro país tenemos muchos rusos ortodoxos (algunos de origen judío, otros no) y rezan y celebran fiestas juntos con nuestros hermanos palestinos ortodoxos, igualmente cristianos. A mi me bautizó el arzobispo palestino Theodosio Attalla Hanna; y esto me ayudó a dilucidar la cuestión de la identidad. Lo importante es no crear una entidad separada de cristianos judíos, pues semejante arreglo anula su propio objetivo. Por eso me aterra que existan iglesias “judío cristianas”, que son devotamente sionistas. En pocas palabras, sí, el bautizo es una solución, pero sólo en conexión con el rechazo a la judeidad. Si esto se hace como algo añadido a la judeidad, es algo vacío, y no trae ningún beneficio.