Pensaba dar por terminada la reyerta, pero ya van tres artículos que se acumulan en la portada de Panorama para dejar aclarado que soy muy Malo; que Marcelo es muy Bueno y que el diablo no es tan Feo como lo pintan, y como ya no me aceptan comentarios, haré aquí mi mea culpa.
Estoy completamente de acuerdo. Siempre he sido malo. El anuncio del Blog que se puede leer en la portada me ha marcado para siempre. Como una maldición de Esteban. Si quieren leer tolerancias, lean Panorama, aquí se putea en forma igualitaria a todos y a todas, de forma anárquica, como bien se acusa allí; nos relamemos en imposibles venganzas y somos la clase de gente con la que no hay que dejar juntar los hijos. Aquí no hay postulantes para las Hijas de María.
Este blog se ha convertido en una especie de Némesis; vieja diosa hija de la oscuridad y la noche (Érebo y Nix), deidad “primordial” que no está sujeta a la autoridad de los Olímpicos y hace justicia por mano propia. Ella hace la justicia retributiva a los amantes que rompen juramentos, a los hijos díscolos y a los infieles; pero de una manera cruel, especialmente vengativa. De ahí que se la considera madre de la bella Helena, que llevaría Troya al desastre para purgar sus infidelidades o excesos injustificados de gozo, usando su tendencia de inclinación a la belleza por sobre el bien. Se dice en psicología que cada uno que cae en desgracia o sufre calamidades, suele construirse una Némesis a quien hecha las culpas de los golpes recibidos, que aunque son justos, parecen desproporcionados por su forma vindicativa y lacerante. Para unos será un padre, una madre, una esposa o esposo, que es quien con acritud, te señala tus faltas – ¡nene! ¡no hagas eso o te pasará tal cosa!- y cuando tal cosa te pasa, crees que te pasa por su culpa, porque esa Némesis te maldijo. En el caso de marras pues parece que constituyo esa Némesis para quienes en forma apresurada dan rienda a sus entusiasmos y corren llenos de amor fraternal, con los brazos abiertos a recibir a los pródigos que amagan con volver, y luego se ven con que han dejado su lugar y se encuentran en la tierra de nadie, habiendo abandonado la trinchera y recibiendo tiros de todos lados, aún el llamado “fuego propio”.
Acritud no nos falta; concedido. Pero si esperan ver renacer la Iglesia de la mano de esos mitrados que “mean frio” como dicen los franceses (pecho frio, decimos acá), un tanto confusos -como se confiesa- y creen que esa es la brecha que se abre en Roma para que nosotros entremos y hagamos un frente común por un quítame esas pajas…(y no quise ser gráfico -porque justamente de eso se trata el problema sinodal- sino decidor), allá ustedes… la fe no me da para tanto, ojalá me equivoque. Yo sólo veo una emboscada para ilusos. Soy resabiao. Tengo muchos recuerdos de las traiciones conservadoras. Veo uno y llamo un cana. Agarro la escopeta, tiro primero y después pregunto.
De todas maneras el casus belis es otro; ni las desgracias la traeré yo (pobre hormiga), ni el problema son los Obispos conservadores. Como el Dreyfusismo y Antidreyfusismo; no es Dreyfuss el problema. Sólo somos un símbolo. Los símbolos de la discordia y de la concordia que no existen más que en la mente del pacifista. Del pacifista que cansado de la lucha, ve con la claridad del espejismo la oportunidad del acuerdo en la trampa del felón, y no se da cuenta que es la realidad quien la sabotea y no sus odiados Némesis.
El problema está dentro. El problema es el cansancio. El problema es aferrarse a la idea de que esta lucha debe terminar en algún momento y que ellos tienen la solución en una alianza que se ofrece a manos llenas y de buen corazón, y sólo la acritud de los obtusos la hacen imposible.
El problema es comenzar a creer que el diablo no es tan fiero como lo pintan. El problema es comenzar a entender a los “confusos”. El problema es comenzar a darle derechos a la confusión. El problema es pensar que tienen derecho a confundirse porque nada está claro. El problema es pensar que es loable que sean miopes, que vean un poquito cuando ya nada se ve. El problema es pensar que el cristianismo es una confusión. Que Cristo no aclaró mucho y que es normal que se vea mal. El problema es un psicologismo justificador y una politiquería relativizante. El problema es perderse en la coyuntura y dejar de mirar el conjunto. El problema es darles tiempo cuando el tiempo es de los dioses.
Traigo de nuevo la cita de Gómez Dávila que aportaron aquí y que viene de perillas a mi estimado detractor: “La Iglesia cae en la más astuciosa de las tentaciones: la tentación de la caridad”.
Los análisis de la coyuntura histórica son de lo más engañosos si no se tiene una visión teológica profunda, Thomas Molnar decía hace treinta años que (cito de memoria y no textual) “Desde el valor de la cultura universal, no sabemos que es peor, si la caída dramática de la Europa oriental en manos del comunismo, o el desapercibido abandono del latín en la educación y en la liturgia”…- hoy sí podemos saber qué fue peor.
Esas “pequeñas confusiones” son peores- y van a ser peores- que el más sonado y estridente de los casos como un Sínodo herético. Un Obispo confuso es peor que uno satánico. Peor que Lutero fue la Roma corrupta. Ratzinger es peor que Francisco. No habría Francisco sin la filosofía, las dudas, la confusión y la defección del primero. Y no quiero decir que lo dijimos cuando se producía, y otros preveían alegres bonanzas y luego gritaban: ¡horror!-
Pero no hay nada más imposible que destruir una quimera cuando esta ha hecho nido en un corazón, ni desviar un milímetro al obstinado. Aún el fracaso, lejos de hacerle conceder la razón, aumentará su rencor y se justificará en la culpa del Némesis elegido. Allá cada uno con sus males. La historia, como Casandra, nunca es escuchada cuando sopla la ilusión, porque finalmente, lo que les importa a los hombres, es vivir de una ilusión.
Como el Némesis que me han designado – y en su tono- les repito: “¡Palurdos!, el próximo sínodo no será la razón del rencuentro con aquellos prevaricadores. Tapen sus oídos a las sirenas que sólo quieren aumentar el número de voces para un democrático contubernio en el que sólo nosotros tenemos qué perder. Vuelvan a sus asientos y tomen la perspectiva de hace veinticinco años donde estos actuales camaradas eran nuestros detractores, enemigos declarados y homicidas excomulgadores ( y en lo que permanecen). Hoy como Dantones y Robespieres, comienzan a ser guillotinados por la revolución que crearon. No los ayuden a escapar, su única posible redención del honor es caer bajo el mismo filo que cayó su Rey traicionado”. (Esta frase es repugnantemente inmisericorde, ¡me encanta!)
“¡Aballay lo mismo debe ser asesinado a pesar de arrepentirse!” (esto no es griego, es del cine argentino).
Con todo esto espero no haberlos defraudado en mi malicia y cumplir mi vocación de revulsivo. Y si después dicen que los que como yo, hemos producido la desgracia, háganse psicoanalizar, porque una golondrina no hace verano y estas pobres letras no son leídas más que por pocos que me aman y pocos que me odian, alimentando ambos al Narciso que se esconde. (Ah.. después les sigo con Narciso).
Atentamente. ¡Mèrde!