Acá hay más de una cosa mal.
Que los pibes tomen colegios está mal. Pero que lo hagan para decirle a las autoridades de qué modo los deben educar está peor, que antes es el aprender al pretender.
Y la bendita ley está malísima.
Que la fiebre democrática haya subido tan alto, al punto que un chico considere tener una suerte de derecho para hacer esto es una terrible cagada, porque es viaje de ida. ¿Quién te baja del caballo?
Pero que los padres los apoyen da cuenta de a qué punto se han podrido las testas de sujetos que a simple vista uno podría llegar a considerar decentes.
Que el principio sea el del reclamo y no el de la abnegación es serio.
Que los pibes se corten el pelo de ese modo está mal.
Que salgan en los medios usando pañuelos al estilo árabe/piquetero da la sensación que por ahí hace tiempo que no pasa algo de jabón.
Que el pichón de concejal se meta a profanar una iglesia está mal.
Pero que los altares laterales sean usados de floreros está peor.
Creo entender cómo empezó, pero no cómo termina esto.
Hay sucesos que sirven para testear al futuro próximo y las ya habituales tomas de colegios me parecen paradigmáticas en este sentido.
Este despiporre quiere oler a gesta, la puta madre.
Sé que no soy profeta y sin embargo se me hace que les voy a reconocer las caras en diez años ocupando cargos públicos, echando leña al fuego y amasando tarasca.
Qué lo parió, si uno no fuese católico qué fácil se lo pone el mundo para pasarla de perlas.