Viejitas y muchachas, desfilan hacia el templo,
consuelo de las almas, que descansan en paz.
Hilvanan un rosario de penas y recuerdos,
de hermanos, padres, novios que ya no volverán.
Los fieles de rodillas elevan hacia el cielo
plegarias a la Virgen y súplicas a Dios,
y mientras en voz baja dicen avemarías
el padre "sermonea" desde el Altar Mayor.
En un rincón del templo, hincada y sollozando,
una viejita humilde que llora de emoción.
Son lágrimas de su alma las cuentas del rosario
y es infinita angustia la de su corazón.
Respetan esa pena los que saben la historia,
y en su dolor sagrado repite en la oración:
¡Señor...! ¡ yo tuve un hijo...! pero vino la guerra.
Me lo pidió la patria... y nunca más volvió!
Alfredo Bigeschi, en “La Novena”, 1933, música de Miguel Bonano
Veinte siglos hace, pálido Jesús,
que miras al mundo clavado en tu cruz;
veinte siglos hace que en tu triste tierra
los locos mortales juegan a la guerra.
Sangre de odio y hambre vierte el egoísmo,
Caifás y Pilato gobiernan lo mismo
Y, si en este siglo de nuevo volvieras,
lo mismo que entonces Judas te vendiera.
La injusticia impera. ¿Dónde está el amor
que tú predicaste, dulce Redentor?
Magdalena vaga por los callejones
apedreada, hambrienta... Mandan las pasiones.
Ya todo se compra y todo se vende.
La inocencia sufre, nadie la comprende.
¡Qué razón tenías! ¡Qué razón que aterra!
¡Oh, Jesús, tu reino no era de la tierra!
Dante A. Linyera, en “Si volviera Jesús”, 1935, música de Joaquín Mora.
Virgencita de Pompeya
nacida en el barrio turbio,
como una flor del suburbio
que embelleció al arrabal.
Te llevo siempre en mi pecho
de malevo y de compadre,
porque te colgó mi madre.
defendiéndome del mal.
Medallita de los pobres,
Bendita Señora mía
puesta por Dios como guía
para aliviar mi dolor:
Cuántas veces descansaste
sobre aquel pecho querido
de una mujer que no olvido
porque a tu lao palpitó.
Virgencita de Pompeya
que no conocés el Centro.
Pero que estás tan adentro
en el alma nacional.
¡Te llevo siempre conmigo
en mi vida de compadre,
porque sos como una madre
que me defiende del mal!
Enrique Maroni, en “Virgencita de Pompeya”, 1929, música de Félix Scolatti Almeida.
”Tenemos el agrado de dirigirnos al señor Presidente de la Academia Porteña de Lunfardo y, en respuesta a la solicitud dirigida a la Junta Histórica Eclesiástica Argentina con fecha de 2 de octubre, sobre si existió una prohibición eclesiástica formal del tango, o si la Santa Sede o la autoridad eclesiástica local condenó ese baile y que carácter revistió la condena, en caso de haber existido, le manifestamos no tener conocimiento de prohibición expresa alguna sobre el particular ya que, bajo el aspecto moral, tanto éste como los de su género se hallan comprendidos en los principios generales de la moral”. (Junta de Historia Eclesiástica dependiente del Episcopado Argentino, comunicado cursado a la Academia Porteña de Lunfardo el 3 de noviembre de 1967)."La danza Tango es, cuanto menos, una de aquellas de las que no se puede de ninguna manera conservar ni siquiera con alguna probabilidad la decencia. Porque si en todos los otros bailes está en peligro próximo la moral de los bailarines, en el tango la decencia se encuentra en pleno naufragio; por este motivo el emperador Guillermo ha prohibido bailarlo alos oficiales cuando éstos vistan uniforme”. (“L'Osservatore Romano”, 27 de noviembre 1913).“La autoridad eclesiástica deplora la depravación de las costumbres en Roma, no sólo por la reciente introducción de danzas nuevas venidas -dicen- de la Argentina que allí, por informaciones recibidas, son justamente incriminadas y constituyen las delicias sólo de los bajísimos fondos de la sociedad, sino portantas otras formas de indecente licencia”. (“L'Osservatore Romano”, 17 de noviembre de 1914).
Nota de Argentinidad:La foto la agregamos nosotros, los colores también y lo marcado en negritas.
Del Blog amigo El Refugio