Errores Completos

Enviado por Dardo J Calderon en Mar, 26/02/2013 - 2:14pm

Haciendo un gran esfuerzo para soportar el estilo canchero del bufón cristingo al servicio del mandante liberal, quien carga de burlas la Verdad para congraciarse con los “bienpensantes” y recibir de ellos la humillante caricia de algún tipo de salario, me veo obligado a contestar los puntos de definición ensayados para claridad de quienes gustan de la buena doctrina.Sin embargo, muchos de los que aquí coinciden con estos burladores, lo hacen creyendo en la verdad de sus puestas y por efecto de que la camándula modernista y su leal lacayo conservador, han ocultado la Verdad durante años y esta no ha sido enseñada correctamente; mal que muchos hemos cargado muy a pesar nuestro. Para ellos van las impugnaciones que siguen a las definiciones falsas que se proponen desde el burlón libelo, no sin antes consignar que arduo trabajo me ha llevado el lograr que pongan negro sobre blanco, lo que sin duda los califica como liberales sin más, los que sostienen viejos errores por renovados intereses.

Refutaremos desde la buena y Tomista filosofía cada una de sus afirmaciones, usando para ello a Sto Tomás y al Padre Álvaro Calderón en su ensayo sobre “La Subordinación del orden temporal al espiritual según Santo Tomás”, sabiendo que todo esto no alcanzará para que se reforme el impugnante, quien seguirá prendado del error asido de algún neotomismo de los que abundan y que considerará que mis fuentes no son suficientemente autorizadas. Pero entiendo que en esta página, y para quienes me interesan, la oferta es válida y provocará en quienes de buena fe han sostenido errores, el humilde acatamiento a la verdad del magisterio. 

A la afirmación 1.- “Existe la natura sin gracia, vea el mundo de los pecadores y los animales”. Esto es falso y erróneo. Esto es como decir exactamente que existe el cuerpo sin alma. Lo que existe es un cadáver y no cuerpos deambulando sin alma. Pero claro, hace falta una cierta “sensibilidad” de la Fe para entender que estas dos analogías no son metafóricas, y que ciertamente una naturaleza sin gracia es un cadáver. La naturaleza y la gracia conforman como coprincipios de un todo que es la “naturaleza humana”, siendo la primera como potencia para el compuesto y la segunda la que logra el acto. De allí que el pecado es “mortal” cuando priva de la gracia, y es mortal porque no pudiendo ser completa la naturaleza humana sin la unión de estos coprincipios, el hombre no puede conseguir su fin propio y fracasa como “humano”. Es simpleza el creer que entonces tiene el hombre una naturaleza “animal”, como arriba se propone equiparando ambas naturalezas, porque así como en el hombre la animalidad se asume en forma eminente por la espiritualidad, la falta de espiritualidad no le deja en simple animal, sino que lo hace un ser fallido y deformado.

Veamos al Padre Calderón: “Decir que el hombre que ha perdido la gracia conserva su naturaleza como algo completo en su orden, es caer en la herejía pelagiana. Dios podría haber creado al hombre en un orden completamente natural; pero como quiso elevarlo al fin sobrenatural, instituyó la naturaleza NO COMO PRINCIPIO COMPLETO, sino como coprincipio potencial que necesita la gracia como su complemento actual. Así como la animalidad en los brutos y en el hombre se predica unívocamente, pero no es la misma, porque en los brutos está cerrada en sí misma mientras que en el hombre está abierta como materia e instrumento del espíritu; de manera semejante, aunque la naturaleza humana no dejaría de decirse unívocamente tal en ambos ordenes, sin embargo no tendría el mismo modo en el orden puramente natural que el que tiene en el orden sobrenatural querido por Dios, en que está abierta a la recepción y movimiento de la gracia.

Decir que el hombre sin gracia es un hombre naturalmente completo, es como decir que el hombre que perdió su alma espiritual no es un cadáver sino un bruto perfecto.

Un teólogo no tomista podrá discutir la explicación que damos, pero no puede poner en duda que la naturaleza humana después del pecado ha quedado “herida”; herida que implica una muerte espiritual, porque es incapaz de ordenarse por sí misma al FIN ULTIMO NATURAL QUE CONSISTE EN AMAR A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS.”

Por qué entonces se afirma lo que impugnamos?. Porque el liberalismo pretende que el hombre tenga una posibilidad de realización “completa en su orden” sin necesidad de Dios. Para ellos es importante que el orden de la naturaleza pueda ser conseguido en “completividad” conforme a sus leyes propias y sin “injerencias extrañas” (sin curas, se entiende), más allá que los “cristingos” puedan agregar para evitar la sanción eclesiástica, la posterior subordinación al otro orden.  

Lo que debe quedar claro, es que el orden natural, en sí mismo, no puede ser un orden completo sin la gracia. De esta manera pretenden primero ser “hombres” a base de su autodeterminación virtuosa y consciente, para luego ponerse al servicio de la Iglesia en otro plano, manteniendo su autonomía. Si esto se acepta aquí, luego se traslada al cuerpo social y así lo vemos en la segunda afirmación del impugnante.

2.- “El fin de la política no es salvar las almas, para eso está la Iglesia” y aquí remite a la autoridad de Federico P, el cual confío reconocerá su error ante la autoridad de Santo Tomás, dejando al pertinaz sin apoyo.

La frase implica que existiría un doble fin, que al estilo del anterior tema con respecto a la naturaleza y la gracia, actúan como “todos”  en sí mismo, y  que luego pueden subordinarse, pero que el fin político no necesita de la ley Divina y de la gracia, sino que se basta con la ley natural y la propia naturaleza.

Calderón Bouchet en su libro “Sobre las causas del Orden Político” (al que el impugnante pretende conocer) dice “En el orden sociopolítico el fin último objetivo es el bien común absoluto. Todos los otros bienes sociales, fines intermedios o próximos, son honestos EN TANTO PARTICIPAN DE LA HONESTIDAD ANALOGANTE DEL BIEN COMÚN ABSOLUTO . Establece un cuadro sinóptico del funcionamiento del fin absoluto y los fines intermedios. Agrega: “La causa final última del orden social es Dios y en esta perspectiva se presenta como bien común “trascendente”  y principio uno en función del cual se ordena la actividad mancomunada de los hombres”.

Dice el Padre Calderón: “La argumentación de Sto Tomás es impecable: El hombre dotado de naturaleza y gracia, tiene un único fin, no inmanente sino trascendente, no natural sino  sobrenatural; y todos los bienes de naturaleza deben estar subordinados al movimiento de la gracia, de modo que no busque la salud, ni la riqueza, ni la ciencia, ni siquiera la virtud sino tanto y cuanto -como dice San Ignacio- le sirva para salvar su alma (se acuerdan del tema del médico que tantos enojos me trajo?). Porque el fin último es razón formal y regla de todos los fines intermedios (conforme Calderón Bouchet). Por lo tanto -agrega- EL FIN AL QUE NECESARIAMENTE DEBE ORDENARSE  EL GOBIERNO DEL REY ES LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS, y según este fin debe regular la obtención de los demás fines”.

Vamos a Sto Tomás en el Gobierno del Príncipe: “Sin embargo, como el hombre viviendo virtuosamente se ordena a un fin ulterior, que consiste en la fruición de Dios, es necesario que la sociedad tenga el mismo fin que el hombre individual. Por consiguiente el ULTIMO FIN DE LA SOCIEDAD NO ES VIVIR VIRTUOSAMENTE, SINO LLEGAR A LA FRUICIÓN DE DIOS POR MEDIO DE LA VIDA VIRTUOSA. Si fuese posible conseguir este fin con las solas fuerzas de la naturaleza, sería función obligada del Rey dirigir los hombres a su consecución… más como el hombre no consigue su fin último, que consiste en la fruición de Dios, por las fuerzas humanas, sino por la gracia de Dios… la conducción a aquel fin no es cosa de gobierno humano, sino divino. Por consiguiente tal gobierno pertenece a aquel Rey que no es solamente hombre, sino también Dios, es decir, a nuestro Señor Jesucristo, que, haciendo a los hombres hijos de Dios, los introdujo en la gloria celeste” .

Ojo que sigue peor: “La administración de este reino, a fin de no confundir las cosas terrenas y las cosas espirituales, ha sido encomendad no  los reyes terrenos, sino a lo sacerdotes, y principalmente al Sumo Sacerdote, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, que es el Romano Pontífice, a quien han de obedecer, como al mismo Jesucristo, todos los reyes del pueblo cristiano. Pues a él, a quien pertenece el cuidado del último fin, han de estar subordinados aquellos a quienes incumbe el cuidado de los fines anteriores y por él deben ser dirigidos”. Este es el Papocesarismo del que se aqueja el impugnante y que me enrostra a mí, siendo que debe ser enrostrado al Santo.

3.- “Yo no digo otra cosa que Calderón Bouchet, que el Aquinate, con abono en el de Estagira”

Falso. Por el momento concluyamos en algo, el impugnante va contra la doctrina del Aquinate, contra las ideas de Calderón Bouchet  y contra la doctrina católica en este punto. Es decir, no es católico su pensamiento y no es bueno confundirse. Es un liberal en contradicción con el catolicismo. Ha creído que no va en su contra porque no los ha leído, ha supuesto que piensan como él. Pero este es su punto de posible retorno, ya que no siendo del todo malo, reconoce a estos como “autoridades”, sin embargo la falta de gusto por lo “largo” y “aburrido” le impide haber bebido de sus obras y sus fuentes han sido obtenidas en los asados, como expresa.

4.- “No reclamo libertad de religión para la política, aspiro a que mire nuestra natura…. Y si lee bien el Gobierno de los Príncipes, verá que dice que el fin de la política es el bien común (temporal) no la vida bienaventurada”.

Falso recontrafalso.  Leamos a Santo Tomás en la obra mencionada:"Cualquiera, pues, a quien le toca hacer  cosa que se ordena a otra como a fin, debe procurar hacerla tal que sea a propósito para este fin; así como el que hace una espada procura hacer tal que sea de provecho para la pelea…. Y porque la buena vida, que en este siglo hacemos tiene por su fin la bienaventuranza celestial, le toca al oficio del Rey procurar la buena vida de sus súbditos por los medios que más le convengan, `PARA QUE ALCANCEN LA CELESTIAL BIENAVENTURANZA,”.( Por momentos pienso que el impugnante tiene un libro falsificado por Maritain).

Si me permiten agregar una dificultad, podemos afirmar que el impugnante no es maritenista y que no está solicitando a gritos la “autonomía” (aunque de hecho lo hace), y entonces su error, común en varios autores católicos, parte de considerar que la subordinación de lo político a lo religioso no es “esencial”, sino “per accidens”. Esta es la categorización tomista sobre las subordinaciones. En la esencial la causa primera hace referencia al último efecto, pasando por todas las causas intermedias (el artesano que esculpe hasta finalizar la obra). En la accidental, la causa sólo se dirige al efecto próximo y está fuera de su intención que se produzcan efectos ulteriores (prendo fuego a un cirio y este por accidente prende los otros). “Lo que está fuera de la intención, decimos que existe accidentalmente”. Es decir que para ellos. El fin político es terrenal y se ordena con leyes propias y busca sólo el bien común terrenal. Su subordinación al fin sobrenatural no sería de intención, sino por accidente.

Comenta en este punto y para este caso el Padre Calderón: “El fin del poder político estaría subordinado per accidens al fin trascendente si el gobernante buscara por sí la prosperidad, cultura y virtud de su pueblo, sin atender al orden que estos bienes tienen al fin último de la salvación; luego el poder eclesiástico encontraría que ¡OH CASUALIDAD¡  esta disposición de la sociedad conviene a sus fines. Este es ciertamente el pensamiento del Card Journet, pero no el de Santo Tomás ni el de Dios. Un Rey que gobierna sin importarle si su gente va o no camino del infierno, es como el capitán del Titanic que sólo procura el buen pasar de los pasajeros, sin importarle si va hacia puerto o hacia un iceberg. Por lo tanto, si los fines están subordinados per se y esencialmente, también lo están las potestades. Todos los Reyes y gobernantes de la tierra deben recibir de la Iglesia la razón y medida de sus fines inmediatos”.

No se asuste el lector con la creencia que deberían por tanto gobernar los curas, es sabio el Aquinate al dilucidar las razones de los distintos ministerios y porque conviene que el sacerdotal sea atendido por los sacerdotes y el terreno por los gobernantes. Pero esto se da por razones “prácticas” que no vamos a explayar en este escrito, y nunca porque se sirvan a fines diferentes, lo que llevaría sin más a declarar la más crasa autonomía.

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Lo esencial ha sido contestado y apoyado en autoridad suficiente. El resto son pavoneos de una fatuidad adolescente que descubre en sus primeros movimientos que tiene un cerebro que comienza a funcionar y no sabe todo lo que le falta, al igual que todo ese regodeo de gallito saltarín que lo lleva a las metáforas de proezas sexuales, cuando sus exitosas experiencias deben haber sido más la buena voluntad de una mujer decente, que el duro ojo clínico de la profesional.

Pero lo grave no es eso, quienes ya hemos dejado la juventud, conscientes de la cortedad en ambos campos, reclamamos por la misericordia, y nos acompañamos de buena gente sabia en nuestras opiniones y actos.

Lamento el tono que se impuso al tema que resulta bueno y sustancioso, no por mí, sino por los lectores y el propio burlón. Usar el término de “fraile” para decirle a alguien que es estúpido, es rayar con la blasfemia.

Como ustedes verán, los católicos estamos siendo más liberales de lo que creemos, aún cuando queremos ser ortodoxos. Y existen personas y grupos que tentados por participar en una política que no responde en nada al fin absoluto del hombre, y que más aún, se erige en enemiga de ese fin por aquello de que “quien conmigo no junta, desparrama”, se vuelven locos de rabia cuando de la sana doctrina salimos a cerrarles los pasos. No paran mientes en buscar todas las artimañas posibles para hacer befa del pensamiento tradicional, confunden en el concepto de tradición y en cada paso de la actividad práctica del hombre, intentan abrir la brecha del relativismo. Por eso aparecen acá con gran virulencia. Creen que los tiempos que la tradición vive, en que se plantean posibilidades de manejos prácticos, son sus agostos para introducir planteos liberales y hacerse de las Instituciones para sus intereses. Eso es para ellos política. No me corresponde a mi llamarlos a la vocación de la verdadera política, pero si alertar a los propios de las intromisiones. Quiera Dios – y termino en forma de sermón, como corresponde a quien tiene alta idea de la figura del fraile- que recapaciten y vuelvan de sus ideas por el sano camino de la autoridad del magisterio eclesiástico, o … que se vayan un rato a la mierda y se hagan de algún loby católico liberal modernista y dejen de romper las pelotas en este foro tradicionalista.