Salve, cruz santa, vencedora de la serpiente infernal, que entre el cielo y la tierra levantas a Jesús, nueva serpiente de bronce, manantial de vida para quien le contempla con amor confiado.
La iglesia exalta en este día la cruz, es decir la glorifica y la celebra con una liturgia sobria y como reprimida, libre de todo vacío sentimentalismo y completamente impregnada de esperanza y de gozo; el Madero de infamia se ha convertido en adelante en el glorioso emblema del amor redentor.
El culto de la Santa Cruz esta bien comprobado, hacia medida dos del siglo IV, en Jerusalén, y asimismo en numerosos lugares a donde se habían dispersado parcelas del sagrado leño. Roma se gloria de poseer el fragmento, en la basílica de Santa Cruz de Jerusalén, edificado por Constantino en el emplazamiento del palacio de su madre.