Greenpeace: Mad Max y sus guerreros del Arco Iris

Enviado por Esteban Falcionelli en Sáb, 30/11/2013 - 11:04am

EL EJEMPLO DE GREENPEACE

Cuando en 1971 Greenpeace fletó un bote para impedir un ensayo nuclear en la isla Amtchika, Alaska, el pequeño grupo de la Columbia Británica canadiense era apenas una más entre las muchas organizaciones antinucleares que pululaban en la charca conocida como la Nueva Izquierda. Pero después que el movimiento ecologista ganó impulso con sus eventos y conferencias internacionales, Greenpeace comenzó un sostenido ascenso hasta la cúspide de la pila de ONGs ecologistas. Cada una de sus muy visibles acciones fue anunciada con todas las trompetas por una masiva cobertura periodística.

Greenpeace formó una completa flota de barcos oceánicos, redes informáticas, una sofisticada red de comunicación satelital y su presupuesto operativo pasó rápidamente la suma de 100 millones de dólares anuales. Agregado a esto, Greenpeace se cubrió con un manto científico en sus publicaciones, mostrando fotos de sus miembros dedicados de manera ostensible a la investigación, la mayoría de las veces recogiendo muestras de aguas y efluentes.

En todas sus reuniones y conferencias a lo largo y ancho del mundo, Greenpeace hace alarde de que posee experiencia y conocimientos en los campos de la energía nuclear, los fenómenos atmosféricos, la química, la biología, ciencia militar y economía (por nombrar solamente a unas pocas) y que su capacidad en todos estos rubros le autorizan a dar forma y posiblemente a administrar las políticas mundiales sobre el ambiente, la economía, la industria, y cualquier otra actividad humana sobre el planeta. Esta moderna maravilla merece ser investigada con mucho detenimiento, especialmente porque los resultados de muchas de sus campañas han sido cualquier cosa menos un beneficio para la ciencia o la humanidad.

En 1988-1989, mientras la atención mundial estaba estupidizada por el circo periodístico formado alrededor del salvataje de dos ballenas grises cerca de Barrows, Alaska ­ se gastaron millones de dólares en dos ballenas, mientras millones de niños morían de hambre en Ruanda, Etiopía, o cualquier lugar del Tercer Mundo ­ Greenpeace intensificó su campaña contra Islandia y sus actividades balleneras. En esos momentos, Islandia estaba cumpliendo estrictamente con los dictados de la Comisión Ballenera Internacional ­ comprada por Greenpeace, como veremos después ­ y estaba cazando algunas ballenas para investigación científica. La presión que impuso Greenpeace sobre los compradores del pescado de Islandia y el consabido boycott que siguió, casi provocó el colapso del gobierno islandés, causó el desempleo en la industria pesquera del país y amenazó los ingresos y la continuidad del Instituto de Investigaciones Marinas, que busca preservar y expandir la misma población de ballenas que Greenpeace estaba supuestamente tratando de "proteger".

Greenpeace habla mucho de su respeto por la sabiduría de los pueblos nativos, pero su ataque contra la caza de focas en el norte de Canadá y Groenlandia dejó a miles de esos "gentes nativas", los Inuit, al borde de la miseria, viviendo de las pensiones del gobierno y con su pesca disminuida por la gran sobrepoblación de focas. ¿Qué debemos pensar? La visión que tiene Greenpeace de un mundo "más limpio y seguro" ¿incluye el cierre de fuentes de trabajo y desempleo masivo? En su celo por atraer socios (y contribuciones en dinero) a su causa, Greenpeace hizo muchas y desinformantes publicaciones, algunas de las cuales dicen quizás un poco más sobre sus verdaderas intenciones.

El Hombre es una Bestia

Veamos un folleto de Greenpeace titulado: "El Paraíso Perdido - Cuenta Regresiva para la Destrucción" El folleto dice que la Tierra tiene 4.600 millones de años, pero que para hacer esto más comprensible, podemos comparar a la Tierra con una persona de 46 años de edad. Después de pasar por la aparición de los dinosaurios, los mamíferos y la última glaciación, el folleto declara:

El Hombre Moderno ha estado sobre el planeta unas cuatro horas. Durante la última hora, descubrió la agricultura. La revolución industrial comenzó hace apenas un minuto. Durante esos sesenta segundos, el Hombre convirtió en basura al Paraíso. Ha multiplicado a sus miembros a proporciones de plaga, provocado la extinción de 500 especies de animales, saqueado al planeta en busca de combustible y ahora se yergue, como una bestial criatura, regodeándose con su meteórico ascenso, al borde de una guerra que terminará con todas las guerras, y acabará efectivamente destruyendo este oasis de vida en el sistema solar." (1)

Si el Hombre es, según Greenpeace, un bruto muy poco atractivo cuyo número constituye una plaga sobre la faz de la Tierra, entonces se supone que tal infortunada especie debe ser drásticamente reducido. Lo que Greenpeace dice al respecto de este delicado tema (genocidio) está muy hábilmente disfrazado con el ropaje de la preocupación por el destino de la Humanidad. Sin embargo, es posible descubrir en los argumentos de su filosofía el camino a sus intenciones: la reducción de la especie humana.

Ciencia Espiritual

Parece extraño que una organización que alardea de capacidad y experiencia científica se yerga como un ariete destructor contra la tecnología moderna; pero las cosas se hacen un poco más claras cuando echamos una mirada a la clase de "ciencia" que Greenpeace se refiere. Siempre hizo hincapié en la necesidad de que se realice un "cambio paradigmático" en la manera en que la gente ve su relación con la Tierra. De acuerdo a Greenpeace, el viejo y desacreditado punto de vista está apoyado por un conjunto de ideas que incluye "la creencia en un progreso material ilimitado que se obtiene a través del desarrollo económico y tecnológico"(2). La Nueva Visión apoyada por Greenpeace propone la ruptura con la concepción Judeo-Cristiana de la civilización como manera de conseguir la verdad científica:

"Rompiendo con la tradición científica que hasta ahora ha dominado y dado forma a nuestra relación con la Tierra, el nuevo paradigma incorpora el respeto por el mundo natural, más allá de su simple utilidad para los humanos. Permite la existencia de ciclos y fuerzas fuera del alcance de detección de nuestros equipos mecánicos, nuestros sensores y diales. En breve, nos permite conocer y creer en un entorno mucho más grande que el campo que conocemos como ´científico´ ". (3)

El artículo sigue diciendo, "En última instancia, una profunda conciencia ecológica es una conciencia espiritual." ¿Y que clase de conciencia espiritual es la que se describe? Son las mismas ideas New Age que se han convertido en la religión pagana de los ecologistas de hoy. En lugar de Dios y el Hombre, creado a su Imagen y Semejanza, tenemos ahora al nuevo dios, Gaia, la diosa de la Tierra. En vez de ser sagrada la vida humana, es la Tierra la sagrada, y el hombre debe apaciguar a Gaia subordinándose al dominio de la naturaleza, tal como lo define la "profunda conciencia ecológica". El crecimiento del ecologismo durante los últimos 20 años ha impulsado la irracionalidad en nuestra cultura, hasta el punto que publicaciones de amplia difusión promueven las prácticas esotéricas y aún las satánicas.

El Paradigma Ecológico

¿Cuál es, entonces, el principio operativo del nuevo paradigma de Greenpeace? Si todos esos ciclos y fuerzas no pueden ser encarados por medios científicos, entonces se hace muy obvio que la existencia de ciertos fenómenos no tienen que se probados científicamente. El agujero del ozono deja entonces de ser un fenómeno de origen natural documentado ya en 1956 por George Dobson; es ahora una amenaza que extinguirá a la vida sobre este planeta. El Calentamiento Global requiere de grandes cortes en el consumo de energía; no importa que no exista evidencia científica que apoye esta teoría. O sino, qué tal la advertencia que un vocero de Greenpeace le hizo a una asamblea de una escuela secundaria en Ontario, Canadá: el cuerpo humano está tan contaminado por productos químicos que en tres años más sería ilegal la cremación de seres humanos, porque la cremación violaría las regulaciones de emisión de contaminantes! Desgraciadamente, Greenpeace ayudó a que la irracionalidad y la superstición de la Edad Media estén nuevamente en carrera.

Greenpeace mismo ha admitido en sus publicaciones que sus primitivos activistas consultan de manera regular las cartas Tarot, el I Ching y las viejas tabletas Aztecas pero, advierte, que estos desvaríos místicos no interfieren para nada ­ sino que más bien le agrega combustible ­a las muy bien focalizadas campañas de la organización en contra de las bases de la civilización occidental. De acuerdo a Robert Hunter, miembro fundador de Greenpeace, "Nosotros disparamos imágenes, en vez de misiles, ­ bombas de tiempo mentales transmitidas por la prensa mundial."

El caso de la violenta campaña que Greenpeace lanzó contra Islandia tiene poco que ver con la actividad ballenera de ese país y más con la estratégica posición que tiene en el Atlántico Norte. Esa área es crucialmente estratégica para el refuerzo y aprovisionamiento de Europa en caso de guerra, mientras que también es (o era entonces) crucial para la Unión Soviética en caso de un ataque contra los Estados Unidos. En los años recientes, la actividad naval soviética se había incrementado notablemente en la región, lo que fue respondido por Islandia con una mayor participación en la NATO. Cualquier tipo de desestabilización de Islandia sólo podía favorecer a Rusia, especialmente si gran parte de la población debía emigrar debido a la situación económica.

El boycott impuesto a Islandia por parte de Greenpeace casi provocó la hecatombe económica del país. De acuerdo a Greenpeace, "Un nuevo clima gobierna ahora las relaciones Este Oeste. La Guerra Fría ha terminado." Sin embargo no impidió que Greenpeace continuara su campaña contra la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), omitiendo toda mención al desarrollo soviético de armas de rayos y radiofrecuencia. Ni tampoco impidió que se siguieran las campañas para producir un cierre unilateral (sólo en Estados Unidos) de la producción de plutonio y tritio para la Defensa.

En Diciembre de 1988, el líder ruso Gorbachov dió un discurso en las Naciones Unidas sobre "la seguridad ecológica internacional", y dio su bendición a todas las organizacio-nes ecologistas internacionales ­ a quienes los soviéticos han ayudado económicamente con largueza, como una manera rápida de conseguir la desindustrialización de Occidente. Un ejemplo de ello es la canalización de fondos soviéticos al antinuclear Partido Verde alemán. Los soviéticos favorecían al ecologismo como una muy conveniente manera de ayudar a que Occidente cometa suicidio, y están aún deseosos de darles una mano a los "idiotas útiles" del Oeste.

El blanco que tienen en Occidente las bombas mentales de Greenpeace, deberían recordar las palabras de Benjamin Franklin; "Hay verdad en el viejo dicho, que si uno se convierte en oveja, los lobos se lo comerán".

Algo de Historia

Paul Watson fue uno de los fundadores de la organización ecologista multinacional Greenpeace y, luego de su deserción de ella en 1977, se desempeña actualmente como Director de un grupo ecologista rival, el Sea Shepherd Society (o Sociedad Pastores del Mar). Cuando en 1991 se refería a su ex organización, y a su por entonces presidente, David Mc Taggart, decía lo siguiente:

"El secreto del éxito de David McTaggart, es el secreto del éxito de Greenpeace: no importa cuál sea la verdad, lo único que importa es aquello que la gente cree que es la verdad." Esto, viniendo de uno de los "ecologistas idealistas" ­ es el reconocimiento que, en el ecologismo (insisto en que no es lo mismo que ecología), la verdad científica no tiene importancia ninguna: si una mentira se repite las veces suficientes, la gente termina por creer que es verdad, y eso es lo único que importa. Siguen los dirigentes ecologistas el consejo de Hitler: "Mientras más grande sea la mentira, más gente se la creerá."

Bajo la dirección de David McTaggart, Greenpeace se convirtió, de una banda de penden-ciertos militantes en botes de goma, interponiéndose entre los arpones y las ballenas, en una extraordinariamente rentable organización multinacional que sólo rinde cuentas de sus ingresos y sus gastos a sí misma. Con 5 millones de miembros o adherentes y un ingreso de más de 160 millones de dólares en 1990, Greenpeace tiene oficinas en 24 países del mundo, cobrando a cada una de sus agencias "hijas" el 24% de los ingresos que realizan anualmente, como "royalties" para el uso del nombre. Como cualquier producto comercial, el nombre Greenpeace es una "marca registrada".

En Alemania, Greenpeace cuenta con 700 mil socios, de los cuales unos 320 mil permiten que sus bancos debiten 30 dólares anuales a la cuenta bancaria de la organización, que en 1990 recaudó allí más de 36 millones de dólares. Sus oficinas y representaciones en todas partes del mundo reciben subsidios de la central, de acuerdo al centimetraje de publicacio-nes periodísticas en donde aparece el nombre de Greenpeace o sus organizaciones asociadas. A mayor escándalo, mayores sumas de dinero recibidas en concepto de "honorarios". Lo notable es que no importa si las protestas que dan lugar a ese centimil tienen alguna base científica, o algún viso de veracidad o sensatez. Lo importante es la publicación del escándalo, aunque se compruebe más tarde que la "denuncia" es puro cuento o que se trata de una mentira deliberada.

Ya es tarde: la mentira se ha esparcido entre aquellos que no conocen los fundamentos técnicos o científicos del asunto. Es decir, el 99,9% de la población. El daño ya ha sido hecho, los réditos políticos y económicos se reciben a corto plazo.

El Mito McTaggart

¿Quién es este misterioso McTaggart, considerado por muchos como una figura próxima a ser canonizada? En 1989 se publicó "La Historia de Greenpeace", el libro que cuenta la versión oficial, que es repetida por los diarios y revistas cuando hablan de la organización. De acuerdo a la versión oficial, McTaggart era un exitoso hombre de negocios inmobiliarios que, a los 39 años, "vió la Luz" y se decidió a Salvar al Planeta.

La verdad es tan diferente que no sorprende el dicho aquel de: "a mayor la mentira, más fácil de tragar." La versión oficial es un mito más. Quienes conocieron al afirman que era un promotor de bienes raíces fracasado e inescrupuloso, que dejó en la calle a inversores y parientes antes de que sus proyectos se desvanecieran como el humo. En 1968, Bruce Orvis era un ganadero de Stockton, California, y propietario de unas selectas 400 hectáreas en el Bear Valley de la Sierra Nevada. Contrató a Mc Taggart como Gerente General para su proyecto de construir una villa y un centro de ski en el magnífico valle. Mc Taggart, entonces de 36 años de edad y ex campeón canadiense de badminton, era un experto vendedor. Buen mozo, carismático, rápido para las promesas, McTaggart nunca invirtió ni un centavo propio en el proyecto, pero encontró muchos creyentes inversores. Esa es la fortuna de McTaggart: siempre encuentra ingenuos creyentes.

McTaggart expandió el proyecto de Orvis de manera grandiosa y vendió parcelas a 350 personas. Elizabeth (Betty) Huberty tenía 19 años cuando se casó allí con David, convirtiéndose en la tercera de sus 4 esposas. McTaggart logró convencer a la madre de Betty, Gertrude Huberty, (dueña de 40 acres y una casa de campo cercana) para que garantizara un préstamo de $ 80.000 con el objeto de comprar y restaurar una hostería de seis habitaciones y una gasolinera. Su mujercita Betty hipotecó su herencia de 30.000 dólares como garantía adicional del préstamo. Dennis Rassmussen, que había comprado un lote y, posteriormente se convirtió con su familia en controlador y dueño del valle, dice que McTaggart tentó a los posibles compradores con el cuento de que pronto construirían allí una aerosilla para la estación de ski, partiendo desde la hostería misma hasta la cima de la montaña, y que además habría una cancha de golf. El proyecto de la cancha de golf se desplomó muy rápidamente, junto con el de la pista de esquí de nieve: la aerosilla todavía está esperando la autorización del Servicio Forestal de los EEUU.

En 1969, McTaggart "dejó de frecuentar los lugares habituales" al decir de la policía, y desapareció de la ciudad sin dejar rastros. Orvis, que continuaba creyendo en el fabuloso plan de McTaggart, eventualmente perdió 3 millones de dólares en el asunto. Bear Valley fue finalmente a la quiebra en 1975; Gertrude Huberty tuvo que pedir prestado sobre otras propiedades para devolver el préstamo que había sacado McTaggart (y que no devolvió jamás...)

Huídos de Bear Valley, McTaggart y su mujer recalaron en Aspen, Colorado, otro famosísimo centro invernal de esquí, en donde encontró trabajo como presidente de Aspen International Properties, Inc. en donde desarrolló un proyecto aún más faraónico que el anterior. El proyecto prometía un enorme hotel y un block de apartamentos en condominio de 12.500 unidades! Piense bien: son 12.500 departamentos...! A un mínimo de 30.000 dólares cada uno = 375 Millones de dólares..! McTaggart parece haber tenido siempre predilección por cifras gruesas. Algún tiempo después podría coronar sus sueños, cuando se hizo con la Presidencia de Greenpeace International. Pero para ello debía pasar primero por algunas pruebas. . .

Nancy Woodworth, encargada de una de las oficinas durante la breve estadía de Mc Taggart en el proyecto, le recuerda como una persona especial: "David tenía un especial poder sobre la gente. Su estilo de vida era extraordinariamente extravagante". Según recuerda Nancy, una tarde de 1970, McTaggart le ordenó que le alcanzara unas carpetas y al día siguiente McTaggart había sido tragado por la tierra. Además de "no frecuentar más los lugares habituales" (ya se estaba haciendo una costumbre), McTaggart se llevó consigo el anillo de bodas de su mujercita Betty, vendió una coupé Mercedes 280 SL Sport y se marchó con viento fresco hacia los mares del Pacífico Sur.

En 1972, los inversores Wells Lange y su hermano (entre varios más) demandaron a Aspen International y a McTaggart por fraude en las garantías. Acusaban a McTaggart de haberlos inducido a invertir u$s 1.5 millones subestimando y/o ocultando el pasivo de la compañía, haciéndoles creer que existían otros inversores importantes, cuando en realidad no existía ninguno. En un arreglo extrajudicial hecho en 1975 (mejor un mal arreglo que un buen juicio) los hermanos Lange recibieron un poco de efectivo, documentos (que jamás aterrizaron) y la mayoría de las acciones de la compañía en quiebra.

McTaggart en los Mares del Sur

McTaggart debe haber visto la "Luz ecológica" recién en 1972 cuando respondió a un anuncio de prensa que Greenpeace hizo en Auckland, Nueva Zelandia. Hablando por teléfono desde Vancouver, E. Bennett Metcalfe, co fundador de Greenpeace, le reclutó para llevar a cabo la segunda operación de acción directa del grupo, esta vez en contra de los ensayos nucleares franceses en el atolón de Mururoa. ¿Cuáles eran las calificaciones de McTaggart para cubrir el puesto? Un enorme entusiasmo ­ y ser dueño de un ketch de 38 pies. Se le giró un adelanto para preparativos.

Cuando Metcalfe voló hasta Auckland y puso pie en tierra, enseguida husmeó que algo no andaba como debía. De acuerdo a Metcalfe, el señor McTaggart se negó a rendirle cuentas por los 9.500 dólares que Greenpeace le había enviado para equipar al barquito. Peor aún, la policía de Auckland había arrestado a McTaggart por el contrabando de relojes suizos en el barco y Greenpeace debió pagar otros u$s 1.000 para obtener la libertad bajo fianza del moderno émulo del pirata Morgan. Como es de esperar (nadie es culpable hasta que se lo prueben) McTaggart niega que haya recibido más de u$s 2.500 para equipar al barco, que haya engañado a inversores en Bear Valley y Aspen, haber vendido el anillo de bodas o la coupé Mercedes. Dice que la acusación de la policía de Auckland por contrabando fue un invento del gobierno, "para tratar de impedir mi viaje." Viendo los antecedentes judiciales de McTaggart, los dichos de la policía Neozelandesa son más creíbles . . .

El resto es bastante conocido. Los franceses se apiadaron de él y su tripulación, y no hicieron detonar ninguna bomba de hidrógeno cuando McTaggart estaba en el área de ensayos (con lo cual no le hicieron ningún favor a la Humanidad), pero sí enviaron dos agentes secretos que pusieron una mina en el costado del barco, mientras estaba amarrado en el muelle de Auckland. Esto sirvió para que Greenpeace saltase bruscamente a la fama y Mc Taggart viese la Luz: las posibilidades económicas de este nuevo tema de la ecología.

La señora Gertrude Huberty (su ex suegra. . .) le recuerda como un despiadado negociante que no se detenía ante nada: "David me dijo una vez que, cuando uno desea alguna cosa ardientemente, uno debe estar dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguirla..."­ dice ella ­ "Cualquier cosa..." Y una cosa que él deseaba con ardor (además de una enorme cuenta bancaria), era el liderazgo de Greenpeace. En 1979, se desató una feroz lucha entre la oficina madre de Vancouver y los libremente afiliados rivales en los EEUU, por el derecho al uso del nombre "Greenpeace". Por esa época, McTaggart estaba muy activo en la operación de Greenpeace en Europa, (y se había hecho muy famoso por la paliza recibida de parte de los agentes secretos franceses por interferir en las pruebas nucleares del atolón de Mururoa.) Los fundadores canadienses de Greenpeace iniciaron una querella judicial contra los norteamericanos para ganar el control del nombre. Aunque en esta batalla entre el co-fundador de Greenpeace, Patrick Moore y David McTaggart, el dueño original del nombre tenía el apoyo de los canadienses, los norteamericanos y los europeos estaban decididamente del lado de McTaggart.

En 1980 McTaggart se hizo con la presidencia de Greenpeace International, mientras que Moore se mantuvo como jefe de la filial de Canadá. Por supuesto, los millones de personas que donaban su dinero y obediencia al mito sabían muy poco sobre esta batalla intestina. Aquí hay una paradoja notable: las agrupaciones como Greenpeace atacan a las grandes empresas y las acusan de "no tener rostro y no ser responsables ante nadie". En realidad, esa descripción se ajusta mejor a Greenpeace que a las modernas compañías que están reglamentadas, severamente inspeccionadas y gravadas con impuestos por los gobiernos, con adversos informes de la prensa y cuidadosamente vigiladas por sus propios accionistas.

Por el otro lado, existe muy poco control y revisión de cuentas en las organizaciones como Greenpeace, debido a que son "sin fines de lucro. Los medios de difusión las tratan con mano de seda, no pagan impuestos y tienen numerosas franquicias en los servicios públicos del Estado, como tarifas especiales en el servicio de correos. Si se presiona un poco, Greenpeace revelará que el salario de McTaggart ascendía a sólo 60.000 dólares anuales, pero no dirá una sola palabra más sobre ningún otro tipo de retribución o privilegios de sus dirigentes y sus tropas de asalto ­ algo que cualquier empresa del mundo está obligada por ley a revelar en sus balances.

¿Una Retirada Estratégica?

El 2 de Septiembre de 1991 David McTaggart renunció a la presidencia de Greenpeace International, después de 12 años seguidos en el puesto. Fue reemplazado por Matti Wuori, un abogado en derecho civil de Finlandia. McTaggart fue nombrado Presidente Honorario y dijo que, entre otras cosas, emplearía su tiempo libre en ayudar a la ex Unión Soviética a limpiar su ambiente. La llegada de Wuori al poder no pudo haberse realizado más a tiempo. La prensa de Alemania había estado publicando candentes revelaciones acerca de la manera en que las recaudaciones de Greenpeace iban a parar a cuentas secretas en Suiza, lo que estaba provocando que la imagen mítica de Greenpeace se hubiese comenzado a ajar peligrosamente. El cambio en la opinión pública se reflejaba en las recaudaciones de la organización. La misión de Matti Wuori parecía ser la del jabón limpiador Camello: lavar y pulir la salpicada imagen de Greenpeace. Por supuesto, McTaggart continuó dirigiendo a la organización desde bambalinas. Es su dueño natural. En un artículo de la revista Forbes, allá por el año 91, la foto de McTaggart aparece con el epígrafe que ironiza sus costumbres: "David McTaggart: ex presidente de Greenpeace. ¿Yéndose otra vez a tiempo?" (4)

Greenpeace International tiene en Roma las más fastuosas oficinas que se puedan concebir, mientras que McTaggart es dueño de una "villa" de olivos en Perugia, cuyo lujo lo hubiese envidiado Onassis. Los camarotes de los oficiales del Rainbow Warrior, el más famoso de los varios barcos de Greenpeace, se destacan por la suntuosidad del decorado, cosa que no se puede decir de las cuchetas de los marineros.

La central del poder de Greenpeace se encuentra en Amsterdam, poder que reside en el dinero que recolecta de sus 12 más prósperas filiales nacionales. Como dije más arriba, estas filiales deben pagar un "tributo" del 24% de las recaudaciones provenientes de donaciones, negocios, campañas de "mailing", etc, por el uso del nombre. El poder está consolidado aún más por la oficina de Roma, ya que ninguna filial puede lanzar ninguna campaña sin la expresa aprobación de Greenpeace International.

El Uso del Poder

¿Cómo ha usado Greenpeace a este poder? De manera despiadada. En sus operaciones impera la mentalidad de "el fin justifica los medios" y, de acuerdo a ella, Greenpeace presionó en 1986 a la Universidad de Florida para que echaran de su puesto al biólogo marino Richard Lambersten, por la ofensa de realizar investigaciones que requerían muestras de tejidos de órganos de las ballenas. Greenpeace decidió que esas investigaciones no eran "científicamente útiles" e hizo la absurda acusación que Lambersten sólo era una cubierta para los balleneros comerciales. Lambersten, actualmente en el Woods Hole Oceanographic Institution, dice que su investigación estaba dirigida a identificar enfermedades de las ballenas y descubrir sus posibles curas. De acuerdo a Lambersten, las tácticas usadas por Greenpeace para conseguir su expulsión de la Universidad incluían la invasión del campus universitario con militantes en protesta y sobrevolar los estadios de fútbol con aviones que arrastraban pendones con el mensaje: "Universidad de Florida: ¡Paren de Matar Ballenas!"

Mientras, los medios de difusión mostraban a los miembros del "staff" de Greenpeace esquivando arpones en sus botes de goma, McTaggart estaba ocupado en "envolver y empaquetar" a la Comisión Ballenera Internacional (International Whaling Commission). La Comisión se formó en 1946, como consecuencia de un tratado entre naciones balleneras, para impedir la caza excesiva de ballenas. Es decir, para ponerse de acuerdo para preservar un recurso natural renovable. Las naciones más involucradas eran Japón, Islandia, Noruega y la Unión Soviética, pero la asociación estaba abierta a todas las naciones que pagasen la cuota anual de 30 mil dólares, y los costos de sus representantes a las sesiones.

Según Francisco Palacio, ex consultor de Greenpeace sobre mamíferos marinos, él, Mc Taggart, y varios amigos más, consiguieron hacer que la Comisión Ballenera adoptase el punto de vista de Greenpeace que debería imponerse una prohibición total sobre la caza de las ballenas. Los "salvadores de ballenas" ubicaron a varias naciones pobres, a las que se agregaron algunas recientemente independizadas como Antigua y Santa Lucía ­ que jamás habían pescado ni una mojarrita ­ y después de conseguir en la Asociación la documentación correspondiente para solicitar el ingreso, los presentaron al Departamento de Estado de los EEUU. Se nombraron a sí mismos o sus amigos, como los científicos o comisionados para representar estos pequeños países ­ no pescadores de ballenas ­ en la Comisión Ballenera. Por ejemplo, Palacio, que era un colombiano residente en Miami, fue el representante por Santa Lucía, mientras que Antigua estaba representada por Richard Baron, abogado de Miami y amigo de Palacio. Un amigo de McTaggart, el marroquí francés Paul Gouin, residente en Nassau, Bahamas, se hizo con la representación de la Panamá del general Noriega.

Los representantes a las sesiones de la Comisión Ballenera, nombrados por Greenpeace, gozaban de un viaje anual de diez días, con todos los gastos pagos más un plus de 300 dólares diarios para gastos personales, para atender a las reuniones de la Comisión. Greenpeace pagó a un embajador ante las Naciones Unidas los gastos del vuelo y estadía en su país para convencer al gobierno de que apoyase el plan de copar a la Comisión de Balleneros.

Entre 1978 y 1982, asegura Palacio, la operación de Greenpeace añadió por lo menos otra media docena más de países a la Comisión, hasta alcanzar los 2/3 necesarios para alcanzar la mayoría imprescindible para votar una moratoria en la caza comercial de ballenas, cosa que sucedió finalmente en 1982. Según sigue diciendo Palacio, esta operación costaba millones, puesto que involucraba los pagos por las cuotas de los países de la Comisión, realizados por Greenpeace en nombre de las naciones representadas. "En cuotas de miembros, los pagos ascendían a $ 150.000 anuales, y además estaba todo ese dinero para ´untar´ (coimear...) a lo largo de todos esos años." El marroquí Gouin era el "angel" que canalizaba los fondos a través de una Fundación con base en Miami llamada Sea Life Resources Institute. ¿De donde obtenía Gouin tanto dinero? Según dice, de "inversiones comerciales"

Metodologías y Campañas

Las campañas de Greenpeace, como la de "¡Salven las Ballenas!" a menudo parecen abiertas y casi espontáneas. Sin embargo, están orquestadas con sumo cuidado, comenzando con una red de investigadores que recogen chismes de empleados del gobierno, choferes de camiones y empleados "simpatizantes de la causa" dentro de las corporaciones (los "bobos útiles") que serán luego los blancos de las campañas anti-contaminación de Greenpeace. A su vez, Greenpeace tiene infiltrados dentro de sus propias filas (agentes de inteligencia de los gobiernos europeos que han decidido vigilar al ecologismo más de cerca), que dicen que las "Juntas de Inteligencia" de la organización incluyen una operación clandestina en Zurich, algo que Greenpeace niega, por cierto.

Lo que sí está claro es que Greenpeace, con su red de contactos y confidentes, se ha convertido en un grupo de "Vigilantes" ­ vigilantes en hacer cumplir las leyes anti-contaminación ­ pero actuando como Juez, Fiscal, Jurado y Verdugo ­ cuando decide que los gobiernos no están haciendo cumplir las leyes con la fuerza que Greenpeace desea. No es nada sorprendente que poco y nada de esto se conozca, puesto que la prensa complaciente y simpatizante ha sido siempre una gran aliada de Greenpeace.

El mayor recaudador de fondos para Greenpeace fue el trágico evento que la organización no había planeado para nada. En 1985, en un intento de desbaratar la operación de interferencia que Greenpeace había montado contra los ensayos nucleares en Muroroa, agentes secretos franceses minaron al barco Rainbow Warrior de Greenpeace, que estaba anclado en el muelle de Auckland, Nueva Zelanda. El fotógrafo portugués Fernando Pereira, que dormía a bordo, resultó muerto en la explosión. El incidente, hábilmente explotado por Greenpeace y ampliamente publicitado en todo el mundo, confirió inmediato status de mártires a la organización. Como resultado de la rápida explotación publicitaria del incidente, los ingresos de Greenpeace se triplicaron hasta alcanzar la suma de 25 millones de dólares, entre 1985 y 1987.

El martirio estuvo a punto de ser empañado por las revelaciones del Servicio de Inteligencia de Alemania Occidental, acerca de que Pereira estaba aliado con terroristas. Oficiales de ese servicio dijeron que tanto Alemania como Holanda tenían registradas las actividades de Pereira como "contacto" del personero político del Movimiento 2 de Junio y como uno de los contactos con la KGB sovietica en la planificación de protestas antimisiles nucleares en la Europa Occidental. Por supuesto, como siempre, Greenpeace niega todos los cargos y conexión con nadie.

Quizás nunca se conozca la verdad sobre el asunto, pero Greenpeace cosechó descomunales dividendos publicitarios de la tragedia, mientras que las declaraciones de la policía alemana y holandesa apenas si tuvieron eco en la prensa. Cuando alguna publicidad desfavorable sube a la superficie, Greenpeace lleva el asunto de inmediato a los tribunales.

Sintiéndose con entera libertad de criticar o atacar a quien se le ocurra, Greenpeace parece no creer en que los demás puedan tener derecho a criticarle. En 1990, la organización llevó a los tribunales a tres publicaciones alemanas que habían osado publicar artículos que no resultaron de su agrado. El cineasta islandés Magnus Gudmundson filmó y estrenó en 1989 una documental titulada "Survival in the High North" (o Supervivencia en el Alto Norte), que muestra la lucha entre los pueblos cazadores de Groenlandia y tierras cercanas al Polo Norte contra los ecologistas. Describe un penoso cuadro de dependencia de estos pueblos de la Seguridad Social y de crecientes tasas de suicidios entre las poblaciones cazadoras de Islandia, Groenlandia y las Islas Faroe, donde la actividad de la caza de focas fue devastada después de la exitosa campaña realizada por Greenpeace y los grupos por los Derechos de los Animales para prohibir la importación de pieles de foca en Europa.

La documental de Gudmunsson reexamina la evidencia mostrada por el premiado periodista dinamarqués Leif Blaedel, que demuestra que un film de propaganda de Greenpeace fue falseado, usando a torturadores de animales contratados al efecto para obtener tomas cinematográficas espantosamente convincentes. Blaedel cita también a las tomas de la película "Goodbye Joey", que los tribunales de Dirranbandi, Australia, confirmaron como falsificados por los productores. Estas escenas ­ según la denuncia de Blaedel ­ fueron actuadas por cazadores de canguros (que resultaron posteriormente multados por el tribunal) para torturar canguros para el film. Los documentos del tribunal confirman que la fraudulencia de la película era de público conocimiento en 1983, tres años antes de la última vez que Greenpeace Dinamarca envió la película para ser exhibida ­ a pedido del mismísimo Blaedel.

Aunque el director de medios de difusión de Greenpeace, Peter Dykstra dice que ellos detuvieron la distribución del film en 1983, cuando se "descubrieron" los problemas de integridad de la película, ésta ha sido exhibida en casi todos los países de Sudamérica en años recientes. Al menos, en 1992, el autor de este libro la vió exhibida en un canal de televisión de Córdoba. Gudmunsson fue demandado por Greenpeace por difamación y libelo ante varios tribunales de Europa, siguiendo la táctica normal de intentar silenciar a la oposición por medio de amenazas, chantajes o presiones políticas. Sin embargo, pareciera que, por lo menos en este caso, la verdad consiguió imponerse: en Mayo de 1992 los tribunales de Noruega fallaron el caso a favor de Gudmunsson, confirmando así la validez de las pruebas aportadas por Leif Blaedel y Gudmunsson en la documental.

Los Fines y Los Medios

A consecuencia de la exposición de los hechos ­ que de manera evidente eran ignorados por casi todo el mundo ­ el presidente de Greenpeace Noruega, Björn Oekern, renunció a su cargo (y al de director de Greenpeace International) por estar en desacuerdo con las tácticas y métodos de la organización para recaudar fondos, acusándola de que "nada del dinero recaudado fue usado por Greenpeace para protección del ambiente", agregando que consideraba que Greenpeace era, en realidad, un grupo "eco-fascista". Estas apreciaciones, viniendo de alguien que proviene del "riñón mismo" de Greenpeace, constituyen un antecedente que debería tenerse en cuenta para evaluaciones políticas sobre la validez de sus denuncias ecológicas.

De la misma manera que lo tuvieron en cuenta los 15.000 socios que Greenpeace tenía en Noruega y que después del escándalo renunciaron a seguir perteneciendo a una organización de este tipo. Aquí se puede hablar de gente que "vio la luz" a tiempo, y prefirió separarse de los 35 activistas que aún registra la operación de Greenpeace Noruega. Sin embargo, la falta de apoyo popular (que se traduce en dólares, a la hora de las cuentas), ha motivado la intención de cerrar la filial en Noruega.

Si los fines de Greenpeace justifican tales medios, ¿cuáles son estos nobles fines? Cuando se llega a los extremos de asesina inconsciencia a la que Greenpeace llegó con el asunto del plutonio transportado por el barco Akatsuki Marú desde Francia hasta el Japón, se puede esperar cualquier cosa de una organización de este tipo. Hasta que use las técnicas de Goebbels para conseguir sus objetivos. O las de su gran maestro, Adolfo Hitler. La absolutamente estúpida e inconsciente actitud que Greenpeace ordenó para sus embarcaciones que perseguían y se interponían en la ruta del barco japonés, pudo verdaderamente provocar la hecatombe ecológica que la misma Greenpeace denuncia como posible. De haber ocurrido un accidente que provocase que el plutonio se perdiese en el fondo del mar, Greenpeace hubiese tenido la ocasión de vociferar triunfalmente: ¿Vieron? Ya habíamos advertido que la energía nuclear es peligrosa! Sobre todo con una pandilla de desequilibrados cerca, que se han autonombrado guardianes y custodios de nuestra salud, seguridad, y algunas cosas más, (entre las que notamos que también quieren que figure nuestro dinero).

¿Cuáles son -­repito-­ estos nobles fines? Es imposible de probar con precisión, aunque podemos imaginarlos. Uno de sus pasiones es el odio por la industria, el comercio y el libre mercado. Peter Bahouth, director de Greenpeace USA, le dijo al periódico In These Times, el 11 de Abril de 1991: "No creo en la idea del mercado... Da por resultado tratar a los tóxicos o a la contaminación como productos de consumo... cuando las compañías tienen una línea baja de rentabilidad, no la vemos pensando en el medio ambiente."

Por su parte, un consultor alemán sobre el ambiente, Josef Huber, al hablar sobre los militantes de Greenpeace Alemania, hace un claro análisis del tema, y realmente coincide con la visión que tiene nuestro conocido Víktor Frankl sobre temas similares: "Estos Greenpeacers no saben realmente qué es lo que anhelan. Pero ellos sienten la fuerte necesidad de protestar por la percibida destrucción de la Tierra por parte de la industria y el capitalismo. Los elementos del marxismo están entremezclados con un nuevo tipo de romanticismo y anarquismo."

Otro co fundador de Greenpeace, Robert Hunter (para muchos fue su líder espiritual) y hoy productor independiente de películas en Toronto, escribió una crónica en 1979 sobre Greenpeace, titulada Los Guerreros del Arco Iris (Warriors of the Rainbow), donde dice: "El maquiavelismo y el misticismo jugaron roles iguales en la formación de la conciencia que Greenpeace expresaba. Corporizaba, algunas veces, un fervor religioso, otras veces una crueldad que lindaba con el salvajismo. La corrupción y la grandeza jugaron cada una sus partes, y cada una recogió su cosecha..." Crueldad y Religión son una mezcla combustible y altamente detonante, especialmente si están mezcladas con una certeza absolutista y una intolerancia violenta. Estos eran los ingredientes básicos de la Santa Inquisición, que parece levantarse nuevamente de entre las cenizas de los millones de seres humanos enviados a la hoguera.

Greenpeace otorga becas para algunas investigaciones, pero no financia la investigación relacionada con la eliminación y limpieza de residuos peligrosos, tóxicos o nucleares. ¿Por qué? Greenpeace dice que su rol es el de prevenir la contaminación, y no el de limpiarla. Parece que el encontrar las soluciones para estos problemas socava los objetivos de Greenpeace de eliminar los procesos industriales que generan residuos o provocan "problemas de salud". Algunos analistas dicen que sería suicida financiar investigaciones que harían desaparecer los motivos de ser de Greenpeace y, sobre todo, las excusas para sus campañas de recaudación. Greenpeace no está por la eliminación de los residuos tóxicos ­ está por la eliminación de la industria.

En su literatura destinada a recaudar fondos, Greenpeace cita con frecuencia al Mahatma Ghandi y a su retórica de la no violencia. Pero el Ghandi creía apasionadamente que los buenos fines no justifican medios malévolos. La devoción de Greenpeace a este ideal es, sin embargo, sumamente cuestionable, vistos sus numerosos antecedentes. Su apoyo a organizaciones de "terroristas ecológicos" como Earth First! (usan métodos que habrían horrorizado a Ghandi), cuyo fundador, Michael Roselle, además de estar hoy en la lista de sueldos de Greenpeace, tiene la captura recomendada por Interpol, a pedido del gobierno Noruego, por minar a un ballenero noruego anclado en el puerto. Estos eco-terroristas se hicieron famosos por introducir gruesas púas de acero en los troncos de árboles, que provocaban espantosas e invalidantes heridas en los trabajadores de los aserraderos.

A causa de sus declaraciones extremistas, se ve a Greenpeace cada vez menos como una organización dedicada a la salvación de las especies en peligro, y más como un propulsor de la política del Hermano Mayor de Orwell, que gobernaría al mundo de la forma que a los directivos de Greenpeace les gustaría que fuese. Una dictadura destinada a continuar las políticas de coloniaje de las naciones industriales sobre el Tercer Mundo.

La Fisura en el Arco Iris

Quizás el logro más impresionante de Greenpeace, en su vida de 23 años, haya sido el haber conseguido vender su imagen, no sólo como una importante organización ultra-ecologista, sino como una conciencia global verde (cuyas actividades, autodescriptas como no-violentas, fueron impulsadas por un presupuesto anual de casi 200 millones de dólares), están más allá de todo reproche. Esto explica un tanto la reacción de Greenpeace a la emisión por la televisión estatal de Dinamarca (la TV-2) de una documental que muestra cómo la organización ha desviado millones de dólares hacia cuentas de banco secretas, ha sobornado funcionarios y políticos, y se ha codeado con los eco-terroristas.

Aunque los voceros de Greenpeace han desmentido lo que se afirma en la documental llamada The Crack in the Rainbow (La Fisura en el Arco Iris), los cargos fueron tan bien fundamentados, que en Europa se han echado sombras de escándalo sobre Greenpeace, sombras que se hicieron más oscuras porque las afirmaciones del documental están apoyadas por historias previas que informaban sobre irregularidades éticas y financieras dentro de la organización, incluyendo un largo y muy completo artículo publicado por la prestigiosa revista norteamericana Forbes, en Noviembre, 1991.

Esta documental de una hora de duración fue producida por un equipo de la TV-2, con la asistencia del realizador cinematográfico Magnus Gudmunsson. Comienza con un comentario hecho por el cofundador de Greenpeace, E. Bennet Metcalfe, un veterano escritor de la Columbia Británica, Canadá, que dice: "Por la forma en que comenzamos entonces y la forma en que es ahora, me veo a menudo como una especie de Dr. Frankenstein que creó un monstruo que ahora tiene vida propia." La documental muestra a continuación al ex jefe de contadores de Greenpeace, Frans Kotte, que describe la existencia de cuentas de banco privadas que contienen más de 20 millones de dólares "estrujadas" de las contribuciones públicas a las campañas de Greenpeace tales como Salven a las Selvas Lluviosas, a la Capa de Ozono, y a las Ballenas. De acuerdo a Kotte, esas cuentas eran de compañías "holding" secretas, accesibles solamente para los máximos dirigentes de Greenpeace, especialmente por David McTaggart, el nativo de Vancouver que ayudó a organizar a Greenpeace International en 1979.

También se documenta la manera (que ya vimos cómo) Greenpeace sobornó a funcionarios de gobiernos en la Comisión Ballenera Internacional (nada más fácil de coimear que un funcionario de gobierno) durante la década del 80. El programa relata cómo Greenpeace y otros grupos ecologistas establecieron un fondo para coimas de u$s 5 millones para comprar los votos suficientes para asegurar que la Comisión impusiera la prohibición total a la caza comercial de la ballena.

La Conexión Eco-Terrorista

Ya vimos como el investigador privado Barry Clausen que había sido contratado para infiltrarse en el grupo eco-terrorista Earth First! para exponer sus actividades ilegales, terminó descubriendo las conexiones y el apoyo financiero, legal y político que Greenpeace le prestaba ­ y le presta aún ­ a los activistas de Earth First! Clausen terminó su intenso año de infiltración dentro de Earth First! publicando un libro titulado Walking on the Edge (Caminando en el Borde), publicado en Abril de 1994. El mensaje de Clausen en este libro es simple: "Los ecologistas que encontré no tienen intereses terrenales, sólo una necesidad de destruir. En los Estados Unidos han llegado ya al punto de la anarquía, y la Columbia Británica se dirige directo al sumidero con todos nosotros." Earth First! es una organización clandestina que está fuera de la ley. Los actos vandálicos y abiertamente delictivos cometidos por sus miembros la han obligado a la clandestinidad. Entonces, ¿cómo se comunican con el "mundo exterior"? ¿Cómo reciben sus subsidios y aportes financieros?

La casilla de correo que tiene Earth First! queda a una sospechosa cuadra de distancia de las oficinas de Greenpeace en Commercial Drive, en Vancouver. Barry Clausen dirigió un sobre con vivos colores a dicha casilla, y comprobó que "era recogido por una joven empleada de Greenpeace y llevado a la oficina", según afirma. Cuando en la documental se le dice a Uta Bellion, Presidenta de Greenpeace International, que la organización tiene conexiones con los terroristas de Earth First!, ella lo niega con toda calma.

Pero, cuando en cámara se le presenta la documentación que prueba toda la operatoria, la Sra. Bellion tartamudea, se pone tan nerviosa que apenas puede conectar ideas, y finalmente, al borde de la histeria, dá por concluida la entrevista. La respuesta de Greenpeace a la emisión de TV-2 de Dinamarca fue inmediata. Su oficina internacional intentó bloquear la venta de la documental a otras televisoras del mundo, sin conseguirlo. La documental fue emitida en Febrero del 93 en Alemania, uno de los baluartes más fuertes de Greenpeace. Y en Sudamérica, ¿se animará alguien a mostrarla?

Desde el interior

Incapaz de impedir la venta y emisión de La Fisura en el Arco Iris, Greenpeace lanzó una campaña para difamar a los que le estaban sacando sus trapitos al sol. En esa dirección, intentó ridiculizar a la revista científica 21st Century Science & Technology, organización norteamericana que había usado el servicio de Internet para informar al pueblo norteamericano acerca del "La Fisura", acusando a sus editores de estar conectados con el político demócrata Lyndon LaRouche, Jr., acusándolos de ser "antisemitas"!

Además de las renuncias y revelaciones escandalosas de Bjorn Oekern, ex presidente de Greenpeace Noruega y de Frans Kotte, jefe de contadores de Greenpeace International, ya comentadas, están las de Stan Gray y Gord Perks, "campañistas" de Greenpeace que en Junio de 1993 declararon a la prensa de Ottawa, Canadá, que sólo el 5% del presupuesto anual de u$s 7 millones provistos por más de 325.000 donantes canadienses iban directamente a las campañas para el ambiente; el resto es consumido por gastos administrativos y gastos no especificados. Como esto iba en contra de las afirmaciones de Greenpeace Canada que el 70% de su presupuesto se dedica a trabajos relacionados con el ambiente, ambos trabajadores fueron despedidos de inmediato. Trudie Richards, miembro del panel del "management" de la organización explica que "fueron despedidos por haber distorsionado injustamente la imagen de la organización." Sin embargo, la misma Trudie Richards, en su reunión del año anterior con los demás directores de Greenpeace había admitido que "el dinero que va a las campañas [de Greenpeace] de manera directa ha caído del 17%, en el año 1992, al 5% actual para el año 1993, que no incluye a nuestras campañas internacionales."

Quizás ya se hayan hecho públicas las revelaciones de dos "arrepentidos" de Greenpeace Brasil, que le fueron hechas a Magnus Gudmunsson cuando éste viajó a Río de Janeiro en preparación de su nueva documental sobre la manera en que los ecologistas apoyan a los traficantes de drogas en las selvas amazónicas, y la forma en que los subproductos de la elaboración de "pasta base" de cocaína están contaminando los ríos amazónicos y destruyendo la vida ictícola. Y de eso puedo dar fe, ya que he vivido en plena "zona roja" de la selva amazónica de Bolivia.

¿Sabía usted que para producir un kilo de "pasta base", se usan unos 1400 litros de acetona, éter, kerosén, ácido sulfúrico y otros macerantes que se vierten luego a los ríos de la región? Multiplique esta cifra por la cantidad de toneladas de pasta base que se produce (algunas decenas de miles de toneladas) e imagine el efecto que estos productos químicos están haciendo en el ambiente de la selva. ¿Y alguien ha escuchado a alguna organización ecologista levantar su voz para alertar por esta circunstancia? ¿Ha protestado alguna vez Greenpeace en contra de la actividad de los narcos solicitado la intervención de los gobiernos para terminar con la destrucción de las selvas que están produciendo los narcotraficantes? ¿Alguien sabe algo de las conexiones entre el ultraecologismo, los narcos, Sendero Luminoso, los Zapatistas de Chiapas, las beneméritas fundaciones, el Departamento de Estado y la Corona Británica? ¿No?

Siga leyendo, quizás se entere de cosas que ni siquiera la imaginación de Ian Fleming pudo elaborar para su personaje James Bond y las maquinaciones de las organizaciones Spectre, Trash y el malévolo Ernst Stavro Blofeld. ¿Recuerda?

Al momento de escribir esto (Enero de 1997) Gudmunsson me habló por teléfono desde Río para contarme su proyecto de documental y para solicitarme que, además de operar una de las cámaras Sony M3, le sirva de guía e intérprete, no sólo en la selva amazónica, sino en las selvas burocráticas de los distintos gobiernos de la región. En esa conversación me contó de la "defección" de los dos ex "Greenpeacers", me contó que le habían entregado documentación importantísima sobre las próximas campañas que Greenpeace tiene planeadas para Sudamérica, relacionadas con su intención de prohibir el uso del cloro para potabilización del agua de las ciudades (¡¡¿y el cólera...?!!) y otras acciones que no me quiso revelar por teléfono, pero que me aseguró que eran gravísimas por las consecuencias que tendrán sobre las economías y la salud de la población.

La Pseudo-Ciencia de Greenpeace

Greenpeace ha invertido millones de dólares, a partir del nombramiento en 1988 del geólogo Jeremy Legget como Primer Director de Ciencia (para Greenpeace Inglaterra), para legitimar sus declaraciones ecológicas apocalípticas. La cantidad de dinero que realmente se invierte en estudios científicos, sin embargo, permanece en secreto. Hay acusaciones de que en este campo, el dinero proveniente de las donaciones también ha sido desviado. Greenpeace USA comisionó recientemente al experto forestal Randal O'Toole para elaborar un informe sobre la industria de la madera en los EEUU. Después de un muy exhaustivo estudio, O'Toole llegó a la conclusión de que eliminando los subsidios gubernamentales al Servicio Forestal de los EEUU y permitiendo que cobrase tasas por actividades de recreación y turismo, el Servicio estaría menos inclinado a sobrecortar árboles, y se podría alcanzar una industrialización forestal "sustentable".

De inmediato, Greenpeace le prohibió al experto publicar las recomendaciones del estudio usando el nombre de la organización. "Tuve la impresión que a alguien, muy arriba en Greenpace, no le gustaron mis conclusiones", dijo O'Toole.

Otro ejemplo: en Febrero de 1992, Kyrn Stevens el encargado de las campañas de "pulpa y papel" de Greenpeace Australia, envió por correo el informe de una investigación a los sindicatos de la construcción, madera y minería, delineando los riesgos de cáncer que enfrentaban los obreros de la industria del papel en Canadá (presumiblemente para provocar inquietud acerca de los blanqueadores con cloro). La carta de presentación advertía que se trataba de un informe oficial de la Universidad de Exeter. Esto provocó un escándalo en la prestigiosa universidad inglesa. El Vicecanciller Dr. David Harrison se apresuró a informar a todos los involucrados que Greenpeace simplemente había alquilado un espacio en el "campus", y toda referencia a la Universidad de Exeter del informe debía ser considerada únicamente como una casilla de correo. Los fines de Greenpeace justifican cualquier medio . . .

Científicos y "Científicos"

La argumentación de Greenpeace y demás agrupaciones ecologistas se basan, según afirman ellos, en investigaciones científicas que les impulsan a Salvar al Mundo, cueste lo que cueste y se muera quien sea! Por cada tres científicos de verdad (aquellos que aman a la ciencia porque constituye un reto de lo desconocido), existe un científico para los que la Ciencia es sólo un medio de lograr fortuna, figuración, fama y honores. Y para ello deben recurrir a la propaganda de sus actos y sus descubrimientos para atraer la atención. La Prensa Amarilla viene como anillo al dedo. Los científicos embarcados en el hiper-ecologismo pertenecen a esta categoría. Los más avispados han descubierto además el gran negocio que significa el manejo de los fondos recibidos como donaciones y subsidios de las ya Famosas Fundaciones. Es un modo de vida que les permite acumular fortuna, figurar en los diarios, revistas y boletines ecologistas y, por supuesto, dar satisfacción a sus ansias de amargarle la vida al pobre hombre que tiene la osadía de querer ser feliz. Jamás! Ese es el peor y más grande Pecado Hiper-ecológico.

Por ello es necesario revolver en el fondo ancestral de la superstición y sacar a la superficie los terrores a lo desconocido, a las catástrofes inminentes, al Apocalipsis. Es necesario aterrar a la gente diciéndole que todo lo que produce el progreso es cancerígeno, o le hará engendrar hijos deformes, y que vivimos rodeados de invisibles y mortales enemigos que nos están carcomiendo lentamente.

Los intentos de Greenpeace de legitimar a su eco-ciencia en numerosas oportunidades le han resultado tiros por la culata. En una encuesta que hizo Greenpeace en 1991 entre los integrantes del Panel de Cambio Climático de la ONU, sólo el 13% de los que respondieron creían que el mantenimiento de los actuales consumos de energía darían como resultado un Calentamiento Global descontrolado. Sin embargo, Greenpeace continúa en la ofensiva mientras trata de desacreditar a sus detractores. Un ejemplo reciente es la publicación de La Guía Greenpeace de Organizaciones Antiecologistas, un compendio de 54 organizaciones canadienses y norteamericanas que "han declarado la guerra a todas las propuestas de los ecologistas" y, por ello, no deben ser creídas. El folleto se vende por u$s 5.00. Las organizaciones "non-sanctas" incluyen Keep America Beautiful (Mantenga a América Hermosa); la Sociedad Para la Verdad Ambiental; Alerta del Consumidor (Consumer Alert); la Fundación Heritage y Accuracy in the Media (Precisión en los Medios de Comunicación).

Pero la publicación sólo llama la atención sobre los problemas de Greenpeace. El 10 de Enero del 94, el Washington Times ridiculizó al grupo por su librito. "Greenpeace tiene razón en preocuparse" - editorializó el diario ­"pero no por el tamaño de sus oponentes sino por la verdad de sus mensajes." Agregaba el Times que Greenpeace le ganaba en gastos a las 54 agrupaciones juntas: u$s 65 millones contra u$s 62 millones.

Uno de los co-fundadores de Greenpeace, Patrick Moore, figura en el libro negro porque es ahora director de la organización Forest Alliance de la Columbia Británica. De acuerdo a Moore, "Pienso que el libro es literatura de odio. No cabe duda que Greenpeace ha cambiado de distribuir desinformación a distribuir odio." Hace veinte años, Moore veía a Greenpeace (como muchos de nosotros la vimos) como una institución similar a la Cruz Roja, dedicada a resolver problemas ecológicos a través de la ciencia y la acción no guerrillera. Pero admite que habían problemas desde el comienzo: "Siempre nos dimos cuenta de que había una corriente de anti-humanitarismo dentro de la organización; miembros que creían que la gente es un cáncer sobre la faz de la Tierra." A medida de que Greenpeace abría más y más sucursales y se volvió más y más militante en los '80, Moore vio el advenimiento de lo que llama el "ecofascismo" e hizo lo que pudo para expulsar a los misántropos ­los que aborrecen a la humanidad. Sus esfuerzos resultaron vanos: "Greenpeace ha perdido su humanidad porque le ha vuelto la espalda a la gente y ha puesto al ambiente en primer lugar."

Aunque Moore piensa que hay razones para esperar que un verdadero sacudón dentro de Greenpeace pueda cambiar a la organización para un mejoramiento de la misma, no puede negar una tendencia al fundamentalismo en el ecologismo que puede llevar al desbande de las organizaciones verdes, incluido Greenpeace. Moore dice que "en lugar de seguir el concepto judeo-cristiano que el hombre es bueno o malo y que la naturaleza es indiferente, estos cruzados predican que la naturaleza es buena y que el hombre es malo". Pero la verdad es que todos somos interdependientes y ello no puede ignorarse. No resulta extraño que la gente esté comenzando a cuestionar a Greenpeace." No es idea mía, entonces, que Greenpeace es sólo un conjunto de nihilistas lanzados a la destrucción de la humanidad ­ sus bases (y un conjunto de avivados, los altos dirigentes) lucrando de manera desvergonzada con la credulidad de la gente y de su más sincero y el más noble de los sentimientos: mejorar sus condiciones de vida y las de su prójimo.

El alegato hiperecologista va dirigido expresamente a agitar en nuestro interior los temores atávicos. Y tal como el monstruo del placard, siempre se maneja entre las sombras de la duda y de los datos científicos distorsionados, sacados de contexto, deformados, mezclados y muchas veces directamente falsificados. En verdad, han sembrado la duda. Y cuando a la duda se le agrega la ignorancia, el temor a los peligros desconocidos y se la riega con abundantes Profecías Catastróficas, florece rápidamente la desesperación y las cosechas son abundantes. Las profecías apocalípticas tocan la sensible fibra del terror y han servido para explotar la superstición de los Hombres y ayudar a mantenerlos sojuzgados a lo largo de la Historia.

La Recaudación

¿Cómo se recauda dinero para un grupo ecologista? Es bueno escuchar el consejo de William Dodd, uno de los directores de la oficina en San Francisco, de la firma de consultores Craver, Mathews, Smith y Co, los recaudadores de fondos utilizados por Greenpeace desde 1985: "Se necesita un sentido de la urgencia, y se necesita un enemigo" La firma ha sido un factor fundamental del éxito financiero de Greenpeace. ¿La urgencia?: "Hemos asesinado ya al 94% de las ballenas!" dice un anuncio. "Las centrales nucleares de Atucha y Embalse deben ser cerradas YA!" o "El gobierno debe cancelar el tendido de líneas de Alta Tensión o los niños del Barrio Poeta Lugones morirán de leucemia!" La exageración funciona. En realidad, es lo único que funciona. La ciencia no tiene fuerza alguna contra las exageraciones y deformaciones ecologistas. Greenpeace USA recaudó en 1990 u$s 64 millones, de los cuales, el 60% provenían de las 43 millones de cartas enviadas por Craver, Mathews, etc. Hoy, Greenpeace recauda más de 1 millón de dólares diarios por débito directo a sus "simpatizantes".

De acuerdo a Dodds, el "mailing" o campaña de envío de cartas tiene éxito si apenas consigue recuperar los costos: la plata gorda recién viene con las renovaciones. Digamos que Greenpeace envía 1 millón de circulares pidiendo "colaboración" para salvar a las ballenas y recibe como respuesta cheques del 1,6%, o sean 16.000 personas. Con una donación promedio de u$s 25, el ingreso representa unos u$s 400 mil. ¿Cuánto costó el mailing? El franqueo subsidiado para las organizaciones sin fines de lucro (?) cuesta 11 centavos la pieza, o un total de 110.000 dólares. El arte, impresión y producción pueden costar unos u$s 250.000 y el alquiler de la lista de correo (la dirección de los potenciales donantes) vale $ 65.000.

En lo que a dinero en efectivo se refiere, Greenpeace ha salido a mano, por el momento. La organización tiene ahora la dirección y la buena voluntad de 16.000 nuevos creyentes que responderán al gasto del próximo mailing con una tasa de retorno del 50%, no del 1.6%. Con la repetición de este mecanismo, el dinero continúa ingresando y puede ser usado para los programas de Greenpeace ­ salvar las ballenas, los mosquitos, los pingüinos, comprar botes de gomas, oficinas en Roma, "vilas" en Perugia, vacaciones en el Caribe, coimas a ministros, jueces, etc. (bombas atómicas de rezago en Rusia, quizás?)

Aunque parezca una manera ineficiente de recaudar dinero, resulta sin embargo un buen negocio. Greenpeace USA y su afiliada Greenpeace Action inviertieron en 1989 unos 19 millones de dólares para recaudar 31 millones. No llega a una rentabilidad del 100% anual. Dentro del negocio ecologista, esta es una muy baja tasa de retorno.

Otras organizaciones ambientalistas no son mezquinas con las revelaciones de sus balances y manejos. Por ejemplo, el Nature Conservancy, dedicado a la compra y preservación de tierras no desarrolladas (para evitar cualquier tipo de mejoras) gasta el 52% de sus ingresos en la compra y protección de tierras y sólo el 2% en "mailing" para pedir donaciones. "in embargo, ya vimos que el Nature Conservancy tiene ingresos anuales por más de 250 millones de dólares que, en su mayoría, provienen de "subsidios y donaciones" de las fundaciones y corporaciones industriales, sin depender mucho de las técnicas de mailing.

Pero las técnicas que funcionan para Greenpeace, también funcionan para muchas organizaciones que tienen "urgencias apremiantes " para impedir "catástrofes inminentes". La cartera de clientes de Craver, Mathews incluyen a más de 30 grupos ecologistas "progresistas" como el Sierra Club, y al Natural Resources Defense Council. A esta firma de consultores no le preocupan las causas que representa. Realizó el mailing del NRDC para la campaña alarmista ­ y totalmente infundada ­ del insecticida Alar, lo que causó la quiebra y desaparición de miles de fruticultores de manzanas y provocó una innecesaria y malévola paranoia en la población de madres en EEUU que ya veían a sus bebés envenenados con puré de manzanas y pesticida mortal. . . No se equivoque: lo mismo que a las más importantes organizaciones ecologistas del mundo, a Craver, Mathews le importa un rábano la Salvación del Planeta. No es una organización de beneficencia ni de caridad. Como la caridad bien entendida comienza por casa, en 1989, Craver, Mathews, Smith & Co, le pasaron a Greenpeace una factura por honorarios de u$ 1.100.000. Si asesoran a 30 ONGs más, ¿a cuánto ascenderán los ingresos de Craver, Mathews provenientes del "eco-business". . . ?

Pero, más inquietantes aún son las preguntas: ¿A cuánto ascenderán los ingresos de todas las organizaciones dedicadas a "salvar al planeta"?, ¿Cómo se administran estas sumas descomunales de dinero? o, ¿Son realmente usadas para los fines alegados, o simplemente son una suculenta fuente de recursos aprovechadas por inescrupulosos dirigentes ecologistas? De cualquier forma que sea, al pato de la boda (y a la fiesta, los músicos y el viaje de boda) lo estamos pagando nosotros . . . incluidas las 6 bombas atómicas que -de acuerdo a los Servicios Secretos Alemanes- Greenpeace habría comprado en el mercado negro de Rusia y piensa usarlas como argumento de coherción para sus futuras demandas en pos de la Salvación del Planeta. Curiosa filosofía es esta, que considera ético exterminar una porción considerable de la humanidad para "salvar" a las focas, las ballenas, los humedales, la diversidad biológica, la capa de ozono y otras sandeces similares.

Si usted "colabora" con alguna donación a Greenpeace, no resulta aventurado decir que está pagando para que alguien (o algunos millones) resulte muerto como consecuencia de las regulaciones y prohibiciones que esta organización impulsa. Sólo recuerde que en 1991, el gobierno peruano, oyendo los consejos de los ecologistas, detuvo la cloración del agua potable de Lima, capital del Perú. A los dos meses se desató la epidemia de cólera que todos recordamos y que me excusa de seguir aportando argumentos.

Referencias

John Dyson, "Sink the Rainbow!" (London: Victor Gollancz Ltd., 1986), p. 58

Fritjof Capra y Randy Hayes, "Green and Peace: A Visionary Link", Greenpeace Examiner (Oct-Dec. 1986), p. 14

"Green and Peace: A Visionary Link", p. 15, op. cit.

"The Not So Peacefull World of Greenpeace", FORBES, 11 de Noviembre de 1991, pp. 174-180