Jean Vaquié, nacido en Bordeaux en 1911, falleció en Lyon el 30 de Diciembre de 1992 a la edad de 81 años. Autor católico tradicionalista, hizo la carrera militar de donde solicitó el retiro para dedicarse a los estudios teológicos, viviendo de la tarea de visitador médico que eligió como medio de subsistencia.
Sus principales temas de reflexión, dentro del temario general contrarevolucionario, fueron sobre la Gnosis, la masonería, el ocultismo, el demonismo, la reforma litúrgica y el proceso de subversión dentro de la Iglesia.
Efectuó una clara adhesión a las puestas de Mons Lefebvre, cultivando su especial amistad con los monjes dominicanos amigos de la Fraternidad, los cuales realizan todos los años la “semana” de Jean Vaquié. Muchos de sus artículos son especialmente difundidos por la juventud francesa tradicionalista, en especial una serie de artículos en que pretende establecer un programa de “acción”, separando la consideración de aquella actividad “conservadora” o de resistencia, y la otra batalla “ofensiva” por la restauración, que constituye una verdadera guía para los cuadros juveniles de Francia.
Se podría decir que se trata de un “autodidacta”, debido a que su formación no se realiza en los cuadros académicos, sino que surge de un celo y vocación de apostolado y, su conocimiento, como él mismo lo declara, tiene como origen y guía su fe, “Cree para entender”, toma como lema. Esto será el centro de la crítica a sus escritos desde los ámbitos universitarios.
Hemos encontrado en él una feliz coincidencia con muchas de las puestas que se defienden en esta página con respecto no sólo al diagnóstico de la época, sino con respecto al plan de acción, que siempre pasa por una enorme confianza en el plan divino y en el poder de la oración y las prácticas de piedad, por sobre toda acción simplemente “humana”, intelectual o política. El eje de su consideración es observar el “cadáver” de la cristiandad, el cadáver del Cuerpo Místico de Cristo que espera la resurrección, sin engaños, y previa acción de conservación a ultranza de los pocos restos de esta cristiandad que se expresan en los reductos tradicionalistas, comenzar una “batalla contra Dios” para solicitar el milagro de la “resurrección”, en una fortísima embestida de “reparación” y suplicación a Dios. Nos recuerda a artículos vertidos en estos pagos por Flavio Infante y algunas cosas de Marcelo Gonzalez, siendo que este último, se haría un festín con la principal obra del autor que presentamos, “Bendiciones y Maldiciones”, en donde se hace un pormenorizado análisis de todas las revelaciones privadas de los últimos tiempos (sobre todo atinentes a Francia, pero no por ello dejando de ser universales).
Trataremos de ir traduciendo sus principales ensayos cortos, más que nada para mostrar que las juventudes francesas tradicionalistas -es oportuno destacar según testimonios frescos recibidos- que poseen un alto grado de formación humanística, en especial filosófica; no han caído en engaños de baja politiquería, y son conscientes de su rol histórico fundamental en ser el último bastión de la Verdad que reclama a viva voz y de rodillas, la acción restauradora de Dios para nuestras patrias, en la oración, en las prácticas litúrgicas y en los actos reparadores. Muy lejos de otras posturas que anegan nuestros campos de batalla nacional, y que desprovistos de una verdadera visión sacral de la existencia, tratan con desprecio esta actividad esencial y proponen a la juventud una interacción en el ámbito profano completamente corrompido, que más habla de una intención vicaria, que de un amor por la patria y por la Iglesia.
La solicitud del milagro restaurador, que el autor compara con el pasaje de la resurrección de Lázaro, para Francia no es otra cosa que la restauración de la Monarquía, de la que existen grupos que siguen sus dinastías y mantienen el espíritu de La Vendée. Igual sentido tienen algunos grupos hispanistas, y en lo que a nosotros respecta, no está muy claro, teniendo por mi parte cierta preferencia a que el milagro nos ponga de nuevo a lomos de aquel viejo caballo criollo de la patria gaucha y federal, sólo por arrebatos de un corazón matrero. En fin, si es por milagros, cada uno pide el que más le cuadra, y si no fuera por mis rodillas, me gustaría una carga a lanza seca por Puerto Madero.
En suma, les resumo la idea del autor; la tarea de cultivar la Verdad de la doctrina y el intelecto, es una actividad “preliminar”, es la batalla primera de conservación de los fuertes, y se debe hacer cerradamente en ambientes depurados, en las capillas, prioratos, conventos, colegios, etc,; se trata de mantener “esos diez” que puedan parar la ira contra Sodoma y que sirvan de levadura. Esto no empece el apostolado directo, de persona a persona, de corazón a corazón, en la intimidad y en la amistad.
Y la ofensiva… ya no es contra un mundo arrasado por el mal, es “contra Dios”, para arrebatarle el favor, aún sabiendo que El “es tardo para la ira”, y que nos deja llegar hasta el borde mismo del abismo para probar nuestra fe. Y aquí el arma principal es la piedad, el reclamo ferviente y permanente, como Job, “rabiando” contra Dios, con el clero fiel a la cabeza, en procesiones, en reparaciones; pero no pidiendo nada a los hombres que ya nada tienen para dar, ¡pidiendo a Dios!. Cabe recalcar que estas juventudes francesas han organizado grupos por región, que tienen “retiros” de fin de semana con charlas, casi en forma mensual, tienen una oficina central con imprenta, sus priores, y juntan un dinerillo nada despreciable…¡porque laburan! (claro… no conocen el asado y la guitarra, que siempre tira), y saben de dónde salieron?. ¡de los colegios!.
Encontrándome ocupado en traducir a Calmel (aramos dijo el mosquito), espero hacer lugar para traducirles a Vaquié, pero para el que sepa algo de Francés, voy a ver si Esteban cuelga algunos ensayitos que son jugosos. Los de las Batallas por la Restauración, el de la Profecía en el Salmo XXI sobre el Concilio Vat II, y algunos otros.
Es principaux thèmes de réflexion furent la révolution, la gnose, la réforme liturgique et la subversion dans l'Église.
Une profonde amitié l'a lié à Léon de Poncins jusqu'à la mort de celui-ci en 1975.
En 1947, pendant l'épuration, il a publié sous le pseudonyme de Jean Gonthier un recueil de textes mystiques sous le titre Malédictions et Bénédictions, réédité par la suite à deux reprises.
Il a publié surtout dans les Cahiers Augustin Barruel1, auprès des Éditions de Chiré, puis dans Lecture et Tradition.
Il est connu pour avoir rédigé La Bataille préliminaire en novembre 19892 qui est un manifeste de stratégie contre-