De la «Cadena de Noticias Medioambientales»: «El Congreso dice que la ciencia es sólida en materia del cambio climático». «La ciencia es sólida», dice Louise Frechette, secretario general en funciones de Naciones Unidas. «La ciencia es sólida», afirma la senadora Dianne Feinstein. «La ciencia es realmente sólida», dice la metereóloga televisiva Heidi Cullen. «La ciencia es muy sólida». Y en ese punto, en Larry King Live la semana pasada, Richard Lindzen, profesor de ciencias atmosféricas del MIT, destacaba: «Heidi afirma que la ciencia es sólida y yo no puedo criticarla, porque nunca dice de qué ciencia está hablando».
Sin duda. Si la ciencia es tan sólida, tal vez podrían arrastrarla al Ártico para que los pobres osos polares pudieran seguir viviendo ahora que el hielo se está derritiendo más rápido que la imaginación de la audiencia femenina en una conferencia de Al Gore.
Al contrario, la ciencia no es tan sólida. En los años 70 predecía una nueva edad de hielo. Después cambió al calentamiento global. Ahora prefiere «el cambio climático». Si hace calor, es señal del «cambio climático». Si hace frío, es señal del «cambio climático». Si hay 12º C con períodos soleados y chaparrones, tienes que hacer un equipaje deprisa y corriendo y después salir pitando ahora mismo porque «el cambio climático» es cada vez más incontrolable.
El argumento más estúpido es el anecdótico: «Sólo tienes que mirar por la ventana para ver que el cambio climático está teniendo lugar». Fuera de mi ventana la semana pasada, en el norte de Nueva Inglaterra, había -24ºC. Mucho frío. Tiene que ser el viejo cambio climático entrando en escena, ¿no? Después de todo, diciembre fue muy amable. Lo que en sí mismo es una señal del cambio climático. Hace unos cuantos años, la menuda dama que trabajó como historiadora de mi ciudad durante muchas décadas peinó los registros de los granjeros de hace dos siglos que varios vecinos le habían donado: de los registros diarios de los 15 de eneros, concluía que tres fueron lo que hoy calificamos de inviernos New Hampshire clásicos, ideales para la pesca de la trucha o los deportes de invierno; ocho tuvieron veranos de enero típicos, y cuatro no tuvieron nieve en absoluto. Esto era en el siglo XVIII pre-industrial.
Hoy, frente a ocho inviernos cálidos y cuatro eneros completamente sin nieve, estaríamos corriendo como locos gritando que la gran Gaia no está complacida. ¡Gente, despertad y oled el CO2! Necesitamos arrojar otra virgen al volcán. Es decir, otro 4x4 virgen. Último modelo, directamente desde la fábrica, soportes para vasos sin utilizar. Y en cuanto a los gritos de agonía del tapizado, los nativos estaremos cerca cantando por ahí la grabación clásica de la Alta Sacerdotisa Natalie Cole: «Insostenible, eso es lo que eres».
Como decimos en el país del norte, si no te gusta el clima, espera 5 minutos. Y si no te gusta el clima global, espera 3 décadas. Durante el último siglo o así, el planeta ha atravesado períodos de calentamiento muy cortos seguidos de períodos de enfriamiento muy cortos seguidos de períodos de calentamiento muy cortos, cada 30 años más o menos. Y, hasta encontrándonos en un patrón de «calentamiento global» o «enfriamiento global», el fenómeno no se observa universalmente, es decir, no es «global», o ni siquiera muy local. En la Antártida, ha hecho algo más de calor en la pequeña península Palmer, pero hace más frío en el continente principal. En el norte, hace algo más de calor en el Ártico occidental, pero hace más frío en el este. De modo que, si usted es un oso polar del este, vive con comodidad, metafóricamente, me apresuro a añadir. Si usted es un oso polar occidental, estará cómodo literalmente en un año o dos, según Al Gore.
Y, si no le gusta nada el clima global, espere medio siglo. Hace 1.000 años hacía más calor en el Ártico del que hace ahora. Alrededor del 982, Erik el Rojo y un puñado de vikingos más aterrizaban en Groenlandia y pensaban, «¡Guao! ¡Esta tierra es realmente verde! ¿Quién lo hubiera dicho?» De modo que empezaron a explotarla, y siguieron llevando su vida durante siglos. Después se presentó la Pequeña Edad de Hielo, y todos murieron. Una terrible advertencia para todos nosotros acerca del «desarrollo sostenible»: si unos cuantos cientos de vikingos practicando algo de caza de subsistencia pueden desequilibrar por completo el medio ambiente, imagine el desastre que la nueva casa de John Edwards tiene que estar provocando.
La pregunta es si lo que está sucediendo ahora es simplemente el toma y daca natural del planeta, como entendieron Erik el Rojo y los primeros colonos de mi ciudad. O si es algo tan carente de precedentes o no como para dedicar enormes recursos a una élite burocrática transnacional de modo que ella pueda emplearse a fondo en destruir la economía global y negar el acceso a las vidas más sanas y longevas que conlleva el capitalismo a gran parte del mundo en desarrollo.
Bien, si las sonrisas son la medida de la calidad de vida, yo debo ser Bill Gates; me estoy riendo a carcajadas. La esperanza de vida en Madagascar es de 52,5 años. Pero Mark Fenn está en lo cierto: esos pequeños aldeanos malnutridos ciertamente tienen un aspecto muy mono bailando arriba y abajo cuando el gran activista del medio ambiente vuela para rodar el vídeo para recaudar fondos.
Si «el calentamiento global» es real y si el hombre es responsable, entonces ¿por qué tantos «expertos» necesitan depender de datos tan obviamente fraudulentos? El famoso un gráfico «de palo de hockey» mostraba la historia del clima del planeta básicamente como un enorme bungalow con el Empire State Building apilado en el extremo. Completamente falso. Al evaluar el impacto industrial, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático utilizaba estimaciones del PIB basadas en los tipos de cambio en lugar del poder adquisitivo: como resultado, asumen que para el año 2100, no solamente los sudafricanos, sino también los norcoreanos tendrán unos ingresos per cápita superiores a los americanos. Ése es el motivo por el que los modelos computacionales del cambio climático tienen un aspecto tan aterrador. Así de «sólida» es la ciencia: se predica sobre la base de la economía norcoreana adelantando a la estadounidense.
Podría suceder. ¿Quién sabe? Pero ésa es la idea: ¿quién sabe? Podría usted coger cada centavo dedicado a cada Gobierno y ONG y eco-grupo que investiga el «cambio climático» y gastarlo en porno en Internet en su lugar, y no supondría la más remota diferencia para el comportamiento del clima en el 2050.