Por mi parte, jamás traté de convertir el templo de un sacerdote animista en capilla.
Cuando un brujo moría, con frecuencia envenenado, quemábamos inmediatamente su templo, ante la dicha de los niños.
A los ojos de toda la Tradición, la consigna dada por Juan Pablo II en la Redemptor Hominis: "Jamás destrucción, sino retomar para sí los valores y la nueva construcción", no es sino una utopía de un teólogo de laboratorio. (Mons. Marcel Lefebvre, Le Destronaron)