Los Nuevos Motivos del Lobo

Enviado por Antonio Caponnetto en Mar, 23/06/2015 - 9:41am

Amigos:

            En las famosas Florecillas de San Francisco, el santo relata el caso del lobo de Gubbio; esto es de la ciudad italiana sita en la actual provincia de Perugia. Según el relato,el animal era un depredador al que sólo sosegó la intervención taumatúrgica del varón de Asís. 

            El tema fue abordado literariamente por diversos artistas, siendo una de las composiciones más famosas al respecto, el vigoroso poema “Los motivos del lobo”, escrito por Rubén Darío, y publicado en 1913. Hay un sinfín de ediciones gráficas y recitadas, y el interesado podrá consultar,por ejemplo, la siguiente versión digital pulsando ACÁ.
            En estos días de junio de 2015 pidieron mi cooperación para publicar una antología de textos críticos sobre el Pontificado de Francisco. Dicho texto saldrá, Dios mediante, en la tercera semana de julio, bajo el título: Francisco: la amenaza del sincretismo. 

         Tras terminar de ofrecer mi ayuda bibliográfica, me venía a la mente, una y repetidas veces, el notable poema de Rubén Darío. Y a la par, algunas aventuras satírico-trágicas del Padre Castellani cuando traducía o acomodaba a su gusto un poema. Y hasta memoré la Antología Apócrifa de Conrado Nalé Roxlo,llena de humor y de lirismo. 

         Animado por estos precedentes, y consciente de que es aconsejable imitar lo bueno, aunque con las inevitables e insalvables distancias que tal imitación suponen en mi caso, escribí la siguiente versión de Los motivos del lobo del precitado Darío. He hecho el intento de respetar la métrica,el ritmo,el lenguaje y el tono. Sólo reduje su extensión para no agobiar al lector. 

         Va con un par de salvedades, por las dudas. La primera, para los mojigatos: no está abolido y nos es lícito practicar el castigat ridendo mores.La segunda para los prosaicos de todas las internas eclesiales:no se puede leer un poema como quien lee la Summa. Por eso el Aquinate, además de su portentosa manualística racional nos regaló su poemario eucarístico.

Antonio Caponnetto

LOS NUEVOS MOTIVOS DEL LOBO

El pastor que cuida de un inmenso aprisco,

pleno de ternura, de olor rebañal,

el humilde argento, el Papa Francisco

está con un fiero y extinto animal.

 

Peor que aquellos canes de la policía

que hincaban sus fauces en el criminal,

el lobo de Trento que al infiel rugía

celoso ha asolado las calles de Roma

reclamando el Credo,latines, sotana,

aullando a los gritos, que incluso una coma

pedía San Mateo que fuese cristiana.

 

 Duros cancerberos de la Nostra Aetate

fueron engullidos.En crueles dentadas

tragábase frailes, nuncios y un abate

que diera herejías por  normas sentadas.

 

 Francisco salió,

al lobo buscó

en las catacumbas.

 

Lo halló de rodillas al pie de las tumbas

de mártires, santos,insignes caídos.

 

Viendo la amenaza le habló a los oídos,

sandwich en la mano

al salvaje ofrece: una silla, hermano

lobo. El preconciliar

oyó un verbo nuevo: misericordiar;

 ya no levantisco

cesó el agresivo rezo del rosario

y dijo: está bien, fratello Francisco.

 

 ¡¿Cómo?!, dijo el Papa, ¿eres reaccionario,

restauracionista,

cara-vinagrista,

un príncipe acaso de la Iglesia regia

que se cree egregia.

 

De las periferias temor y temblor,

del maestro Kasper eres desertor,

sigues empeñado con el Vetus Ordo,

vienes de Nicea,

quién te ha convencido que hay que dar pelea

al hereje a bordo?

 

 Algún tiempo el lobo dejó sus desdoros

sin juzgar manfloros.

 

Amaba a gurúes,imanes,deicidas

y al besar a todos dando bienvenidas

aprendió a hacer lío, a ahorrar combustible,

supo que ni Cristo fue tan infalible,

puesto que aquel cuento de peces y panes,

no lo creen Tucho Fernández ni Manes.

 

Un día Francisco fue a la sinagoga,

y el lobo sin riñas, sin cepos ni soga

se encolerizó,llegó a Santa Marta

y en feraz embiste a todos aparta.

Corrió a los masones, los pentecostales,

los mil fariseos infestos de males,

los ecumenistas de saber hediondo

y mordió las tabas de Sanchez Sorondo.

 

De nada servían los buenos modales

pues el cavernario

no retrocedía de furia jamás,

era un emisario:

 

la espada de Pablo, la luz de Tomás.

Jorge Mario entonces se puso severo.

 

Volvió a Santa Marta

a retar al lobo por camandulero.

 

Lo halló y de ternezas por poco lo ensarta.

¡En nombre de Gea, la tierra divina

conmínote, digo,a no usar naftalina.

No sabes acaso que el hermano piojo,

la hermana polilla…!

 

Lo interrumpe brusco el lobo y un ojo

le clava en la cara cual punzante abrojo:

¡Ay Papa Francisco!,cuida tu mejilla,

no me llamo Kiko ni Skorka o Cristina

no me doy la paz,

heredé del Tata esta carabina

y soy montaráz.

 

Me eduqué en la escuela de fiel obediencia

y si te hice caso por no ser audaz,

hoy el Catecismo y la Sacra Ciencia

me indican el riesgo de ser tu secuaz.

 

¡Ay Papa Francisco! Te apartaste mucho

de las tradiciones y la Ceremonia

central de la Fe,

del misterio expuesto allá en Calcedonia

piensas que ya fue.

 

No nos canonices a felones rojos,

nunca de insensatos tengas el tupé

que no te bendigan herejes,de hinojos.

 

Palos me da el mundo si amo a Cristo Rey,

ese mundo que unges con sus embelecos,

el de tus obispos, más necios que un buey

casi tan hebreos que kipá con flecos.

 

No soporto el vicio de estos recovecos

vaticanos. Ni soporto aquí

la guaranguería junto al plebeyismo,

la Evangelii gaudium, la Laudato si.

 

Déjame en el templo, el caliz y el solio,

déjame el breviario, el coro,el altar

vuelto hacia el Oriente, hermano Bergoglio

déjanos del monje saber contemplar.

 

El lobo de Trento no dijo más nada.

Como un hesicasta bajó su celada

de paz silenciosa, de cielo y de luz.

 

Rezó cual si fuera la última odisea

Rezó con los fieles de Laodicea:

No tardes, Dios mío. ¡Ven Señor Jesús!