Me cansé y me despido

Enviado por Esteban Falcionelli en Mar, 29/04/2014 - 9:40am
Cuando, hace unos casi ocho años, comencé a publicar una serie de opiniones y artículos de mis buenos amigos, poquitos poemas y demás escritos que contienen esta página, no podía imaginar que llegaría a tener tantos lectores (comprobables por cierto).
Es cierto que, en ese mar inmenso, a menudo pestilente y siempre inabarcable que es Internet, los tres o cuatro mil lectores -diarios y habituales-, de Argentinidad constituyen poco menos que una gota. Sin embargo, siempre he creído que la calidad es más importante que la cantidad por eso soy antidemócrata y antidemocrático -siempre con perdón y que quede claro-, entre otras cosas....
Estoy convencido de que estos pocos miles de seguidores, capaces de leer un artículo, una reflexión, un posteo o cualquier otro "argentinazo" son más útiles a la sociedad que los inmensos rebaños que siguen las "mongoladas" de las diversos pelotudeces, analfaprogres o periodistas cagarrutas y políticamente correctos, siempre de turno que andan pululando por todas partes.
Y no por la discutible calidad de mis escritos -que son animaladas, sinceramente...-, sino por ser gente, en general, irreverente con esta mediocridad institucionalizada llamada democracia.
Argentinos rebeldes que se divierten conmigo del envaramiento solemne con el que los diversos sanedrines y covachas del poder establecido imparten su doctrina farisaica. Que no respetan los tabúes de ese dogma inquisitorial que constituye el Pensamiento Único Políticamente Correcto, hipócrita catecismo del Nuevo Orden Mundial. Que no reniegan de su Historia, de su Patria, ni de su Raza. Que se pasan por el forro de las pelotas las tergiversaciones, memorias histéricas y holocuentos con los que la progredumbre de izquierdas (o zurda...), lobotomiza a la opinión pública.
Quiero aprovechar esta ocasión para mandar a cagar a todos los pseudocatólicos cabrones de la actual Sede berreta (sin ser sedevacantista, se entiende...), y no renegando nunca, ni en pedo, de la Santa Tradición, al menos hasta que Dios disponga realizar los "cambios necesarios".
Quiero agradecer a todos ellos la atención que han prestado a esta "argentinada" que hoy se apaga, al menos en mi caso.
Y es que ha llegado el momento de dejar el barco a voluntad de las olas, como una ardiente nave funeraria vikinga.
Al menos tengo la satisfacción de apagar la ya -para mí- vieja Argentinidad en el momento que yo decido, y no en el que disponga algún sotreta-inquisidor y lameculos del Pueblo Elegido, o de la mafia gobernante.
Prefiero que esta Web tenga un punto final todavía digno y mantenga su vocación tocapelotas en una despedida brusca, a que languidezca convirtiéndose en una desganada y rutinaria fotocopia de sí mismo. Cuando faltan los ánimos, las ganas y la alegría de escribir, lo mejor es dejar la pluma (el teclado, se entiende...), en el cajón, definitivamente, o por un tiempo, o por una temporada, a quienes les entusiasme seguir.
Otros amigos -pero verdaderos amigos- podrán publicar sus artículos con la gentil ayuda del Capitán Veneno, a quien delego tal responsabilidad, gusto y deseo.
Pero que nadie festeje como loco al vuelo antes de tiempo: aunque recojo las provocaciones, armas e impedimentos de la "webería y la bloguería" andante, y los guardo en su virtual sepulcro, pienso seguir dando guerra desde ese mentidero cacofónico que llaman Feisbuq y Twitter y desde el resto de redes, plataformas y martingalas que el diablo discurre y los judíos controlan.
Como saben los que me conocen, tengo la desagradable costumbre de no dar mi Fascista brazo a torcer. Si alguien tiene el capricho de verme de rodillas, al menos debe tomarse antes la molestia de partirme las piernas. Es lo que hay.
Quiero despedirme con mi más efusivo y sincero corte de mangas para todos los demócratas, progres de los distintos zoológicos, Personajes de las partidocracias, progres hijos de remil putos padres que los haya parido, banqueros, usuretas, antifascistas, pedófilos y demás fauna de mierda.
Y de mis siempre amados familiares; amigos y camaradas con el saludo más noble y antiguo del viejo y aristócrata y sentido legitimista francés; como Monárquico y Fascista que soy (aunque no les quepa ni lo entiendan), extendiendo mi brazo derecho y gritando siempre:
¡Dux Nobis! y ¡Viva la Patria!
Dios los bendiga,
Esteban Falcionelli