Menuda vindicta

Enviado por El Carlista en Lun, 09/11/2015 - 1:50pm

Hoy nos enteramos de una declaración del INFIP que nos resultó, al menos, digna de algunas observaciones.

Antes que nada debo decir que no es un Instituto que me agrade demasiado y que salvo esporádicas disertaciones comulga con una línea pastel/pastelazo.
Debajo transcribiremos parte del texto de la declaración, donde sin decir la palabra “Macri” se afirma que es a quien se debería votar a los fines y efectos que pierda Scioli y su vicepresidente filo maoísta o maoísta completo; no sé bien.

Y yo que estaba chocho porque el clero había salido a decir que en estas elecciones, por razón del aborto y de alguna que otra perversión, no se debía votar por ninguno, aclarando además ciertos detalles del sistema democrático moderno que lo distinguen del modelo que se lee en los libros de texto.
Y a decir verdad –y no es que yo sea un INFIP alverre que brega por Scioli- lo del aborto queda en mejores manos con el kirchnerismo que con el macrismo; que unos son chorros y maoístas, pero los otros jacobinos y a este respecto han dado sus muestras; al margen que unos son el poder entre bambalinas y los otros el ídem al descubierto.

Se preguntarán ustedes qué parte del clero salió a decir que no se vote por ninguno, si fue un Concilio Vaticano Tercero o qué diablos.
Fue el clero lefe, cuál si no; y me consta que lo hizo en lo acotado a las inmediaciones de mi hogar. No sé en otros lados.

¿Y qué sucede de fondo?, ¿qué es lo que pasa acá?, ¿al mundo, le falta un tornillo?
Muy simple y recurrente: se pretende aconsejar con argumentos filosóficos –por momentos negados expresamente- y con algunas contradicciones a pesar de la enseñanza de la historia.

Digo que se niega algún argumento filosófico cuando se dice expresamente que no adhieren al mal menor, sino que pretenden lo menos pésimo.
-Macho, creeme, es lo mismo.

Y digo también que hay contradicciones, pues aunque se propalen palabras como mentirocracia y se afirmen terribles derribos e implacables armas, lo cierto que en un par de días lo que tendremos es a un sujeto que se acerca a una urna y pone su voto. Basta de épica y esas cosas que luego los hechos se muestran palmarios.
Se niega también una conversión al democristianismo.
Bueno, si la cosa va de semántica… “no me gusta la democracia, pero aconsejo votar a Fulano como yo lo haré”.
El nombre es lo de menos; pónganle como quieran.

Desde el lefebvrismo nos hemos acostumbrado a cierta coherencia. Ya cuando tuvimos que tomar decisiones sobre cuestiones bastante más serias que éstas no elegimos lo menos pésimo, ni su gemelo el mal menor. No acudimos al cura de la nueva ola pero no tanto, recto en moral y flojo en liturgia. Buscamos curas…
Para decirlo de algún modo: hemos desarrollado el hábito de mirar la historia y el presente más allá de lo que digan los textos y desde allí vamos viendo qué decisiones tomar.
Aprendimos que liberalismo se dice de la escisión entre religión y política dejando la primera relegada a la intimidad del seno familiar y no aceptamos el jaleo donde ésta debe ser negada por cuestiones sistémicas réquete conocidas que ahora me ahorro.

Por ejemplo: el Cristianismo tuvo su perfecto maridaje con las monarquías y muy a pesar de las tres formas puras de gobierno enunciadas por Aristóteles las otras dos en la modernidad no anduvieron. Se muere el caudillo católico y decí al piste. Ninguno ha logrado solucionar el problema de la sucesión del poder y más temprano que tarde volvió el desastre.
Entonces está bien en los libros pero en el presente la biología te caga. Listo, chau; las otras dos formas de gobierno dejalas para las clases dentro del claustro y avisale a los chicos que se les pasó el cuarto de hora.
Y ya subidos a la contemplación del ser sin maquillajes, de la Monarquía también andá despidiéndote, que no existen más.
Otro tanto sucedió con los errores de León XIII, que desde el texto puro y duro podían estar bien y ser atendibles, pero cagarla, la cagó.
Pasado y presente, es todo…

Hay que tener cuidado de cuánto uno se va corriendo, con qué argumentos y para dónde, que el hombre tiene flor de capacidad de adaptación y andá a saber dónde puede terminar y que llegará a defender.

Es sabido que Ignacio de Loyola recibe a los jesuitas difuntos de a patadas en el culo; qué hará don Guido con los que siguieron el derrotero de su Instituto no lo sabemos.

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Ahí va lo medular del texto:

Y esa Patria Argentina, tan querida, de quien hemos recibido tantos bienes visibles e invisibles, hoy nos duele profundamente.
Agobiada por un régimen corrupto, que todos los días pretende hasta alterar la realidad, que ha destrozado casi todo: familia, escuela, universidades, municipios, provincias, legislaturas, congreso, administración pública, administración de justicia, instaurando un nuevo régimen político calificado por una revista como “La mentirocracia”, graficado en su tapa por un inmenso Pinocho que la tiene encadenada a la altura de la Provincia de Santa Cruz.
Para liberar a nuestra Patria más de un millón seiscientos mil argentinos ausentes de las PASO fuimos a votar hace poco; muchos argentinos que no creemos en el gran circo montado por el régimen y que pensamos que debemos derribarlo utilizando todas las armas disponibles, hasta aquellas que el mismo nos suministra, como el voto.
Porque el voto, su anulación o la abstención, no el voto en blanco, deben ser medios para expresar el hartazgo, el hastío, el fastidio y el repudio, deben ser expresiones de esa dimensión política de la vindicta. Esos medios no son fines, por ello no se debe dogmatizar en esta materia.
Esto no quiere decir que seamos conversos a la democracia religiosa, ni que consideremos, como la generalidad de nuestros obispos, que ella “es un eco temporal del Evangelio”. De ninguna manera. Ni que pensemos que la alternativa es “el mal menor”. Sólo hoy, aquí y ahora, es lo menos pésimo, porque nos libera aunque sea temporalmente del totalitarismo culturalmente marxista que soportamos. Reiteramos nuestro repudio a todo liberalismo, pero sobre todo al liberalismo moral. Pero estaríamos ciegos si no advirtiéramos el peligro gravísimo, cierto, posible, de tener un vicepresidente maoísta.
No confiamos en los futuros gobernantes, pero sí esperamos que la Argentina, aliviada de tanta opresión, de tanto agobio, libre de tantas cadenas (hasta comunicativas), pueda volver a respirar. Porque a pesar de tantos robos, de tantas arbitrariedades, de tantos caprichos muy costosos de la época ganada, a pesar de tantas víctimas físicas, morales, culturales, educativas, de la misma, consideramos a los argentinos todavía nos restan bastantes reservas humanas como para volver a crecer (si nos dejan). Y si no, volver a ejercer la vindicta política, ya más entrenados, contra los nuevos gerentes vernáculos del imperialismo internacional del dinero.
Buenos Aires, noviembre 4 de 2015.