Nada ha cambiado

Enviado por Dardo J Calderon en Vie, 17/10/2014 - 1:18pm

A ver… si alguien cree que voy a hacer una convocatoria para juntar tropa aprovechando que este aquelarre de bujarrones mitrados están dando la derecha a las más pesimistas de las previsiones tradicionalistas, están totalmente desencaminados.

Las razones para entrar en la tradición son las mismas de antes y las razones para no entrar quedan igualmente vigentes. No se trata de que nos una el espanto, porque la única razón de unión es la caridad. Ponerse a analizar bajo aspectos doctrinarios esta última chanchada es completamente absurdo, lo doctrinal ya está visto y zanjado, es la crítica de Calmel,  de Mons Lefebvre, la de Amerio o la del P. Calderón entre muchas. Si antes no los convenció, tampoco se van a convencer ahora.

Estuve leyendo otro análisis sobre las posibles herejías expresadas en el sínodo… caballeros… esto no es serio, si vamos a analizar una frase como “acoger a los homosexuales”, la única variante que seguro va a salir de una hermeneútica progre, es que se dijo: “a coger a los homosexuales”, imponiendo en los hechos esta misericordiosa actividad pastoral como ejemplo de humanismo.

Nuestros viejos camaradas hoy conservadores, van a hacer la de siempre, porque su tesoro está en las añadiduras y no en lo esencial. No vengan a la tradición, en serio,  ya se van hacer de FASTA o del Opus, que de a poquito no duele y allí los maricas son más finos; en esos  lugares hay edificios, hay cátedras, hay gente, hay puestos, hay ACCIÓN. Se pueden dedicar a la lucha próvida, a las autoconvocadas o, si son medio intelectuales, hablar nostálgicamente de la fenecida cultura cristiana a la que hay que refundar al estilo Fosbery con Concilio Vat II o al estilo Dumont-Ayuso-Castellano con un malentendido (o simplemente haciéndose el zonzo) sobre el Concilo Vat II; crear cursos de añoranzas medievales folclóricas o hacer sociología del momento y aminorar los síntomas para justificar propuestas absurdas. Se trata de sobrevivir. Se trata de que soldado que huye, sirve para otra guerra.

También permanece la posibilidad de “ser infiltrado” (ahora se va a poner de moda Modiano -premio nobel-, lean “La place de l’etoile”  y entiendan bien el negocio del infiltrado o el del “amigo” que “piensa diferente” y sobrevive gracias a que todos quieren mostrar un “amigo” que “piensa diferente” para sacar patente de amplio. Lo inventaron los judíos cuando eran una minoría despreciada y ahora nos viene bien a nosotros).

Nadie viene a la tradición porque está vomitando de asco y busca un lugar higiénico. A la tradición se llega por hambre de lo sagrado frente a la experiencia del vacío espiritual que dejó el Concilio. Vacío que si no fue experimentado ante la falsificación de la Misa, ante el vaciamiento casi total del sacerdocio, ante la pérdida agónica de la vida sacramental; no se va a llegar por la defensa pacata de una moral de ocasión. Llegan los que no fueron invitados, los que deambulan por las esquinas, los que fueron abandonados, los que desde hace mucho sienten el vacío espiritual que ha dejado esta reyerta civilizada de teólogos intelectualizados. Los que buscan un perdón que baja del Cielo, los que quieren reposar su cabeza en el regazo de la Madre.  Los que perdieron todo o los que están dispuestos a perderlo todo por ganarlo todo.

Aquellas fueron las causas, estos son los efectos más hediondos y bajos. Don Antonio en su estilo elegante y respetuoso dice que son actitudes “impropias para la sede petrina”, yo que soy un mal hablado encuentro que se denigra el inodoro de Santa Marta.

La llegada de la “abominación de la desolación” al lugar sagrado no es esta. Después de todo, estos maricas mitrados están bastante acompañaditos y hasta pueden festejar el final del Sínodo haciendo el trencito… ¡achupé achupé!. Sentadita me quedé!. Donde reina una soledad abominable es en el altar, en los sagrarios, en la misa nueva, en donde  hace ya un largo tiempo que no mora el Santísimo y por efecto de la falta de eucaristía, o aún peor en el caso que consagren, por la permanente blasfemia al Cuerpo Sagrado nos viene esta calamidad. Y si todavía salen con que “¡¿no estará usted diciendo que en la misa nueva no consagran?!” … entonces cieguitos… ¡¿de dónde cornos creen ustedes que han salido esta caterva de sodomitas¡?.

El Padre Barthe, cuando la revista Cathólica estaba en sus manos de teólogo y no en la de los sociólogos pseudo tradicionalistas que la tienen ahora, nos decía que la misa nueva tiene un sentido profano en detrimento de lo sagrado, y que claramente se puede concluir que se trata de la “profanación de una Misa”. No había que ir, ni arrimarse.  ¡Con qué caritativo rechazo nos miraban los conservadores cuando faltábamos a Misa si no era la tradicional! Y ahora… ¡qué sorpresa! la mayor parte de la clerecía que se formó en la reforma sienten picazón en el culo.

Entendámonos; no es que tienen confusiones doctrinales a las que opondremos razones, no es que han pifiado en su política pastoral… ¡se les han vuelto locas las braguetas!. Es una joda del Diablo a lo Peter Capussoto.

Está bien; sobre todo si vivo en Buenos Aires que está lleno de variedad; puedo ser amigo de los más disímiles personajes, después de todo pueden ser buenos tipos o simplemente simpáticos. El correcto Opus que como Livieres y su séquito nos querían demostrar que con trabajo, dinero  y astucia se podían mantener un montón de útiles añadiduras… ¡cataplún!  a la canasta y a poner cara de pelotudo y solicitar obediencia a cambio de una pensión. El del IVE que más le vale poner sus barbas a remojar.

El línea media que normalmente ya lo habían criado cornudo desde un nacionalismo (o patrioterismo, para no mezclar al buen nacionalismo) que le vendió una historia falsificada ad usum pelotudum y lo hicieron emocionar cantando el himno de esclavos resentidos que los jacobinistas nos regalaron, para nunca aceptar que se había enamorado de una trola que lo hizo el más gorriado de la cuadra (ahora devienen hasta kirchneristas y se encargan de las cloacas de alguna municipalidad). Después de eso se lo hicieron con la Iglesia conciliar; y el cabronazo encantado, lo importante es no enterarse.

El tradi estético y solitario, Fray Gerundio de las Bolas de Hule, solterón y castrado, “yo me soy mi buey palomo, yo me la guiso yo me la como” y así no me tengo que pelear con nadie,  “soy personaje” “salí de una novela de Chésterton”; pero porque no te vas un rato a la mierda, pintoresco del orto.

El choto que se acoge a la excepción del  motus proprio, que va a comer donde otros cagaron, a ver qué horario le dejan para ser pelotudo  autorizado, a ver si a Cristo le damos un lugarcito antes de la bailanta.

El pobre Paco que cree que va a resistir el ventarrón agarrado de sus orejas y etc etc. Creo que no me queda a quién putear sino a mi: al perfecto pelotudo preclaro que pudo ver todo por mérito ajeno y que no se atreve a ser santo por un par de vicios de mierda.

Caballeros: hay que salir de Sodoma y ojo con mirar hacia atrás. Vean si aún encuentran a diez. No se traben en güevones aunque sean pintorescos. Retomen desde Calmel, no pueden entender la época sin pasar por Mons Lefebvre, hagan de tripas corazón y bajen el morro aunque sean franceses. Repitan cien veces “fui un pelotudo” y este asqueroso tenía razón. Cáguense en la historia, esa argentina no existe y esa iglesia tampoco, lo que queda es un pequeño trozo de tierra yerma con una Cruz.

Insértensen en una comunidad de Sacerdotes fieles a la Misa y clara y expresamente anticonciliares, desprendidos, austeros, felizmente célibes y que con respecto al mundo estén un tanto en la luna de Valencia. No se queden solos ni por puta,  Él está donde haya dos, agárrense fuerte porque ni esto es suficiente; ojo con la billetera y ojo con la bragueta que el Diablo ya superó los problemas doctrinales y nos tiene de las pelotas.  Ya confundió las cabezas y viene por el culo. No dejen que en los altares reine la soledad abominable  y miren el horizonte… porque me tinca que se pone rojo. Es hora de hacer amigos en el cielo, que los hay de lo más divertidos, y digan a los de acá que no hay tiempo para enterrar al padre, que ya el mal es evidente, que suena la trompeta y hay que salir de raje, que al que lo agarre cagando no se limpie y que al que balbucea se muerda la lengua. Que una enorme gracia ha ocurrido, que las ideas malignas hoy pueden olerse, que los malos hombres ya no hablan sino que puedan (“ruiseñor de los putos” decía Quevedo) y que el mundo hiede.

Todo esto, sólo lo podía decir de esta manera: asquerosa, grosera, ofensiva y abrupta. Pero en el fondo y con cordial misericordia, al que no entendió o se sintió ofendido… se puede ir a la misma mierda. Que no es trabajo, que se la tiene a mano, que hasta se ha hecho un sínodo en Roma para probarla en tarros con los dedos conservadores, o desde su misma fuente anal en ámbitos progresistas.

Tengan ustedes buen día.

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