Eso sí habría constituido un reto al Nuevo Orden Mundial y éste había respondido de inmediato. Algunos opinan que el NOM tiene fuerza suficiente para enfrentarse al presidente de los Estados Unidos. Otros, más realistas, sospechan que el presidente de los Estados Unidos no lo sería sin permiso del NOM.
La primera legislatura de Bush se caracterizó por la Guerra de Iraq. A estas alturas, esa su primera gran metedura de pata le ha marcado, hasta el punto que ya nadie duda de que ha sido una tragedia y un error, del que el propio presidente ignora cómo salir. Hemos descubierto que no se pueden matar moscas terroristas a cañonazos militares.
Su segunda legislatura, además de tirar por tierra la defensa de la vida humana del no nacido, Bush ha coqueteado con la ingeniería genética y se ha quedado en la famosa frase: no se puede estar un poquito embarazada ni ser un poquito maricón: o se está o no se está, o se es o no se es. Y ahora, llega la tercera plancha: un muro de 1.125 kilómetros en la frontera con México para “proteger la seguridad” de los norteamericanos, es decir, que no entren emigrantes. Para ser un país de inmigrantes, no está mal.
En primer lugar, quien levanta un muro se enjaula a sí mismo, se encierra e incomunica con el resto del mundo. En segundo lugar porque, naturalmente, el muro no va a evitar la entrada de ilegales. Ni de broma. Es, en verdad, como dice el presidente de México, Vicente Fox, el muro de la vergüenza. La lucha ética está en lograr la integración de los inmigrantes y en anudar a los países emisores de ilegales, no en construir muros.
En el tramo final de su carrera presidencial, George Bush está renunciando a luchar contra los dos tumores del mundo actual: aborto y racismo. Y cuando se le ha planteado un tercer reto: el terrorismo-guerra del siglo XXI, ha reaccionado con esquemas del siglo XX. Me temo que el presidente norteamericano está en declive y no precisamente por lo que anuncian las encuestas.
Escribe Eulogio López