Comienza hoy su andadura Fuego y Raya. Revista semestral hispanoamericana de historia y política.
El título evoca lo que el subtítulo describe. Y, en efecto, la gesta en cuyo surco quisiera avanzar se halla plenamente resumida en el fuego que devoró los barcos de Cortés y la raya trazada en el suelo con la punta de la espada de Pizarro. Resulta indiferente que, en el primer caso, si hemos de hacérselo a Bernal Díaz del Castillo, no fuera propiamente quemar las naves tanto como vararlas. Lo que aquí importa es la resolución y el valor moral. Que, como en el tropo elegido, están bien presentes en el empeño cultural del Consejo de Estudios Hispánicos “Felipe II”, dedicado al cultivo piadoso de la tradición hispánica, que en esta empresa se concreta de modo singular en la historia y la política de Hispanoamérica.
Al venir al mundo en los días del bicentenario, de la independencia o secesión de la América española, no extrañará su vocación decidida de aportar las claves de lo que hemos llamado el “otro” bicentenario. Aunque en puridad no haya de limitarse a tal, toda vez que el Consejo se organiza en tres secciones -centradas respectivamente en los estudios de derecho natural, políticos e históricos- y tiene, por lo mismo, horizontes más vastos. Tanto en lo que hace a la reconstrucción histórica como a la problematización política. En lo que toca a la primera, sigue campeando la versión de la historiografía liberal, repetida sin rubor a partir de la sesgada versión de los fautores de la revolución. Es, pues, el momento, no sólo de extraer otras fuentes hasta ahora por completo orilladas, sino incluso de apurar críticamente las nunca cuestionadas. En cuanto a la segunda, el acervo del pensamiento clásico que la tradición española ha renovado sin cesar, consiente tomar en serio los problemas principales que la experiencia política pone hoy y siempre y de los que sólitamente la ideologización moderna ha prescindido.
La estirpe del pensamiento tradicional, en sus distintas generaciones, algunas de cuyas plumas conviven aquí familiarmente, quiere seguir presente en el horizonte de un mundo que, si se logra esquivar la sombra torva del nihilismo, presenta algunas brechas para la recuperación del orden. Se ha dicho que los aplausos son siempre contra alguien. Fuego y Raya, en cambio, busca construir al tiempo que combatir, avanzar sin dejar nada en el camino. Se puede esperar de ella pugnacidad y osadía, sin duda, pero siempre en el cultivo de lo genuino. Se lee en el Libro de la Sabiduría: “Optavi et datus est mihi sensus; et invocabi, et venit in me spiritus sapientiae (VII,7). Detrás de este empeño cultural hay una opción inequívoca, pero no irracional, sino de la que busca dar razón y razones. Hay también un designio piadoso que nos lleva a invocar al Espíritu creator, antes de comenzar la lid.
Miguel Ayuso
Aparecido el primer número de «Fuego y Raya» hemos debido responder en varias ocasiones a una pregunta que amigos y colegas repiten incesantemente: a la vista de la cantidad de revistas académicas o serias, ¿existe un espacio entre ellas para una publicación que defiende la Hispanidad?
No hay una sola manera de contestar esta inquietud. Pues, para empezar, el panorama de las revistas científicas siempre deja que desear. La mayoría hace gala de una historia seudo científica, aséptica y neutral, que sigue las modas metodológicas y acaba sirviendo al liberalismo campante y reinante en la historia y la cultura de nuestros días. No es esta la pretensión de «Fuego y Raya», que tampoco pasa como una revista partisana -como tantas que destellan en el cielo de la ciencia histórica y política-, esas que ven la historia con las anteojeras de la ideología y convierten a la verdad en asunto de bandería.
En este sentido, «Fuego y Raya» se justifica a sí misma, pues sin renunciar a la seriedad científica y a las convicciones de la nacen de la verdad, propone una renovación de los estudios históricos y del pensamiento hispanoamericano desde la perspectiva de los valores de la Hispanidad. Faena científica, por cierto, impulsada por un fin legítimo que desborda la ciencia histórica y se abre a la plenitud del saber.
Es que, además, el mundo exige hoy una revista del talante de «Fuego y Raya». He aquí una segunda respuesta a nuestros inquietos colegas. Vivimos, mal que le pese a los optimistas insensatos, un tiempo de crisis global que se atavía con el ropaje del irenismo planetario. No se podrá negar que vivimos un irenismo moral y religioso que nos empuja hacia el ecumenismo y una ética sincrética que no es sino un collage deforme; un irenismo político que se hace llamar democracia universal, pero que necesita de adjetivos para ocultar sus vicios y defectos de sobra conocidos; un irenismo jurídico que ha impuesto los derechos humanos como único criterio de lo justo; en fin, un irenismo económico, que se llama globalización y no es más que el imperialismo descontrolado de las finanzas y las potencias económicas de siempre.
Frente a esto, «Fuego y Raya» quiere ser una empresa de la Hispanidad, y ocupa un espacio en la defensa de los valores de la Christianitas minor, por la reacción intelectual que nos devuelva: el sentido moral, espiritual y religioso de nuestros pueblos, que no es otro que el catolicismo; el valor político de la monarquía tradicional, auténticamente plural y representativa; que recupere el alcance jurídico del derecho natural, de las libertades concretas, de los fueros; que reinstale la economía en su servicio al bien común y la justicia. Y no dudamos que todo esto puede decirse y hacerse sin perder la seriedad científica y los méritos de la verdad. Basta con no rendirse a las modas, con no entregarse a las corrientes de estos días.
Pero hay algo más. En un mundo que se ha dividido en grandes bloques, los hispanoamericanos nada seremos si no deponemos falsas diferencias y levantamos nuestra unidad espiritual, política, jurídica y económica. Desde las revoluciones independentistas lo hemos vivido todo: la invención del Estado y las guerras civiles; el Estado liberal y su deriva socialista; la democracia variopinta y las dictaduras; las guerras intestinas, la subversión y las guerras entre naciones hermanas. ¿No será este el momento de un justo balance, el tiempo de una reflexión serena? Este es el propósito de «Fuego y Raya».
Pues bien, son estos los por qué de «Fuego y Raya». Son estos los títulos que «Fuego y Raya» esgrime a la hora de nacer y los que blande al invitarlos a ser parte de su empresa.
En esta empresa tengamos el coraje de un Cortés y la valentía de un Pizarro. No nos dejemos arredrar por los aparentes infortunios. Recordemos que no somos hijos de parlamentarios ni de mercaderes.
Somos vástagos de España, cuna de guerreros y de santos.
Nota de Argentinidad: Por a problemas técnicos ya solucionados en mi computadora -u ordenador-, como mejor se entienda, esta presentación se debió realizar hace unos días. Por fin pude hacerlo ahora. Todo el material me fue entregado por el querido amigo, Dr. Juan Fernando Segovia -que es parte fundamental de Fuego y Raya, obviamente como Director. También fue difundido por los amigos de Agencia Faro, al querido Cato Mirador y sus célebres diseños y publicaciones, y otros muchos más. La lista es larga. El siguiente vínculo dió la invitación al mismo evento: Pulsar ACÁ. Que lo disfruten, y no duden en conseguir los números presentados, como los próximos a salir. Gracias.