Sobre cruces y lealtades

Enviado por Esteban Falcionelli en Mié, 12/12/2012 - 11:32pm

Hemos recibido de un allegado de este sitio, con pedido de publicación, una poesía cuya calidad artística es ciertamente pobre aunque su autor, muy pagado de sus dotes para tales empresas literarias, ejercitadas, al parecer –atento su dilatada residencia en el conurbano profundo– con especial dedicación en los fines de año en auxilio de los pedidos de carteros y recolectores, a quienes prodiga sus simples rimas y descuidada métrica, no deja de soñar en despertar algún día con la noticia de haber merecido por lo menos el "Cervantes".

Convengamos en que el caballero en cuestión tiene una relación profunda con las musas, aunque defectuosa, por reducirla al hecho de dejarse seducir por fantasías e ilusiones, con lo que tan cansada está su familia, que hasta intentó el auxilio de un pontífice de supuesta impronta romana pero innegable origen cuyando, para someterlo a través de un rescripto publicado recientemente, pero ello sin éxito, pues a las características señaladas añade la de ser un tanto terco.

El caso es que, como alguna razón le asiste en el encono que la conducta de ciertos hermanos le ha producido, que se sienten por encima de cruces y lealtades, hemos accedido por única vez a que desfogue su vena lírica para escarmiento de sus contendientes y sufrimiento de nuestros lectores, a quienes presentamos las correspondientes disculpas.

Vil destino sufrió la de Montesa
Que así como otrora enaltecida
Fue postreramente suprimida
Para ganar el favor de Su Alteza.

Dicen que quedó la de Borgoña
Pero ésta tampoco fue honrada
Pues la tan reducida mesnada
No pudo ofrecer más que ponzoña.

Hermanados en todo menos verdad
Sin respeto las cruces trataron
Y a su propio honor ultrajaron
Para solaz de innoble vanidad.

¿Qué resta de aquel ideal primero
Que al amparo del foral retoño
Congregó a ancianos y bisoños
A tentar el afán del caballero?

JAL

Los adjuntos, para los que quieran ponerse en autos

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