Con provecho, volví a recorrer las páginas del Tratado de la Prudencia (Tomo VIII de la edición de la BAC), que tiene la introducción de Fray Santiago Ramírez, uno de sus más grandes discípulos. (Thomas redivivus lo llamó alguien). Una fiesta me hice y me quedo corto.
Disculpe, querido lector, si esto resulta un poco erudito, pero convencido estoy que vale absolutamente la pena y sirve para entender más profundamente a la Argentina de hoy.
Vea, lector, como define el Maestro Ramírez a la virtud de la prudencia: hábito operativo de la razón práctica inmediatamente ordenado a regular y dirigir todas las acciones humanas a su verdadero fin, siendo como es el alma, la forma, la madre, la maestra, la directora y moderadora de todas las demás virtudes morales (justicia, fortaleza y templanza).Y sigue diciendo Fray Santiago: Sin ella no hay vida moral posible, y con ella está todo en su punto y razón. Bien la llamó Marcel de Corte, otro tomista notabilísimo: la más humana de las virtudes.
Es decir, quien vive imprudentemente está fuera del orden moral: es alguien insensato, necio o temerario. Atestiguo, con experiencia de abogado y a los 66 años, que de estos ejemplares tengo una lista suficientemente larga: adúlteros, putañeros, estafadores, pródigos, timberos, pero los perjudicados por sus desvaríos eran nada más que sus familias, sus amigos o sus empresas.
Eran badulaques de entrecasa, playboys de cabotaje, y cuando murieron, al poco tiempo nadie se acordó de ellos.
Los vi retratados cuando Tomás estudia alguna de los vicios contrarios a esa principalísima virtud: La imprudencia, que surge cuando se desprecia el consejo; La prudencia carnal o mundana, que pone a los bienes materiales como último fin de toda la vida; La astucia, que muestra como verdadero lo que es falso y como falso lo que es verdadero, mediante el engaño y el fraude.
Termina Tomás este artículo 55 de la Secunda Secundae señalando que “todos estos vicios nacen de la avaricia”. Y no piense más, lector amigo, en los especimenes que yo conocí, cuyo nivel de peligrosidad era meramente doméstico.
Traslade el deplorable cuadro moral que tan bien estudia el Gran Doctor, a quienes estén al frente de una República, y lo que puede significar que el poder sea detentado por un par de viciosos de esa calaña. Saque, fiel seguidor de este artillero y alboratapueblos, las consecuencias de que Él y Ella, esos insensatos, necios, defraudadores, mentirosos y avaros por naturaleza, permanezcan cuatro años más.