Nadie como el cristiano ha debido estar mejor preparado para enfrentarse a nuestro siglo de violencia y de mentira.
Los cristianos estaban prevenidos no solamente por sus Libros Santos, sino más recientemente por un documento extraordinario, que pasa por retrógrado y reaccionario, pero en el que yo veo... una carta de libertad humana del siglo XX, con la condición, bien entendida, que sea leído a tiempo y sobre todo obedecido por los cristianos.
Es el Syllabus, que ahora cumple exactamente los cien años: lo que se creyó retrógrado no era más que profético.
Se sabe que el Syllabus es un catálogo de proposiciones juzgadas peligrosas para la fe de los fieles y para la supervivencia de la sociedad humana, y por ese título abiertamente condenadas como falsas y perniciosas. He aquí algunas, que pido al lector que medite sus implicaciones históricas:
"El Estado, por ser fuerte y origen de todos los derechos, goza de un derecho totalmente ilimitado" (proposición 39, condenada).
"La injusticia de un hecho coronada con el éxito no perjudica en nada a la santidad del derecho" (proposición 61, condenada).
" No solo no debe ser condenada la violación de un juramento cualquiera por muy sagrado que sea, o una acción perversa y criminal por más que repugne a la ley eterna, sino que, por el contrario, son enteramente lícitas y dignas de los mayores encomios, cuando se ejecutan por amor a la patria" (proposición 64, condenada).
Si el Syllabus hubiera sido comprendido y obedecido plenamente por los cristianos europeos, Europa, sin duda, se hubiera ahorrado a Hitler y los fascismos, Rusia se hubiera ahorrado a Lenin y a Stalin, Francia se hubiera ahorrado algunas experiencias políticas más mediocres pero no menos deshonrosas. No veo en modo alguno cómo la libertad del hombre podría hallarse en peor situación.
Pero esta generación de cristianos de Europa es una colecciòn de pequeños fardos que se han dejado cargar en cualquier barco para un destino cualquiera... Y en vez de tener vergüenza de sí mismos, llevan la estupidez hasta avergonzarse del Syllabus. (R. P. Bruckberger)