Asimismo, presidente es la mujer cuando jefa (o jefe) de Estado.
O sea que hoy la doctora Fernández de Kirchner es simultáneamente tanto presidenta (en su calidad de esposa de presidente y por voluntad personal) como presidente electa por la voluntad popular.
Tradicionalmente, la esposa del rey es siempre reina, pero no hay rey consorte: el cónyuge de Isabel de Inglaterra es duque, y príncipe aquél de Beatriz de Holanda.
Aquí, la tradición local permitirá que nuestro “Néstor de Argentina”, como ex presidente, conserve el título vitalicio de presidente.
Entonces, allende las previsibles confusiones, será correcto llamar presidente al marido de la próxima presidente y/o presidenta. Sin embargo, ¿qué ocurrirá en el futuro, cuando la democracia lleve a otras mujeres al gobierno, idóneas pero sin marido ex presidente? ¿Se lo llamará al cónyuge también, de manera coloquial, presidente? “¿Presidento?” ¿Corresponderá decirle primer “damo” a la versión masculina de primera dama? ¿Primer caballero? ¿Primer ciudadano?...
A fin de solucionar este problema lingüístico entre cónyuge y “¿cónyuga?” presidenciales, propongo crear el título honorífico de señor de Santa Cruz para designar al hombre que comparta el lecho con el poder, en homenaje al primer marido del mundo que eligió presidente a su mujer.