Recordando a Don Ignacio B. Anzoátegui

Enviado por Esteban Falcionelli en Dom, 11/11/2007 - 11:12pm
Cosas de Pizarrón y Puntero.
 
 
Alfonso el Sabio:
Un Rey estrellero no podía faltarle a España. Como no podía faltarle un José Antonio que siglos más tarde dijera: “El camino más corto entre dos puntos es el que pasa por las estrellas”.

 

Calvo Sotelo:
Desatar con su muerte una guerra que cuesta a la Cristiandad victoriosa un millón y medio de muertos es ser alguien. Es ser un mártir con realeza de primitivo mártir del Cristianismo.

 

Don Oppas:
Un obispo puede ser un traidor. La traición de Don Oppas costó a España siete siglos de dominación musulmana. Y es que, desde que la Iglesia fue Iglesia, el Espíritu Santo dejó bien establecido ante Dios Padre y Dios Hijo que Él no se hacía responsable de la capacidad mental de los obispos.

 

Haile Selassie:
Este Rey de Reyes -como se hace llamar- tuvo el honor de ser vencido por Benito Mussolini.

 

Isabel y Fernando:
Para el llamado “espíritu del Concilio”, los Reyes Católicos fueron dos criminales de guerra. Dos déspotas demenciales obsesionados por la defensa de la fe.

 

Martín de Álzaga:
Defender a una ciudad del ataque de los “hermanos separados” es incontaminar a los verdaderos hermanos. Así lo seguimos creyendo los cristianos viejos. (Y alabado sea Dios, que nos lo enseñó).

 

Pelé:
El pueblo le ha dado el nombre de Rey Pelé. ¿Por qué no el de Presidente Pelé? Sencillamente porque la forma republicana de gobierno nada le dice a la emoción popular.

 

Petain:
Un mariscal que salvó una vez a la Francia vencida y que otra vez cargó sobre sus espaldas de héroe a esa misma Francia prostituida desde la cabeza hasta el útero. Probablemente la historia de la Humanidad no registre un ejemplo parecido. Y el Mariscal -superior a cuanto monarca francés haya existido- murió, prisionero de paz y olvido, en la soledad de un viejo castillo carcelario, húmero de soledad y de ratones. (Si a los franceses les faltaba algo, esto les sobrará para perderse definitivamente en la próxima oportunidad).

 

San Pedro:
Días llegarán en que tendremos que alquilar catacumbas para oír misa: misas como Dios manda, rezadas en ese latín bárbaro y varonil en que fuimos creados y enseñados. En ese idioma que todavía se habla en la Portería del Cielo.

 

Sarratea, Chiclana y Paso:
El único Triunvirato que hasta ahora ha podido gobernar a los hombres es el de la Santísima Trinidad.

 

Sorgo de Alepo:
Nombre de un mal que ataca al trigo y que cuando yo era niño creía que era un filósofo presocrático.

 

Tomás Moro:
El Espíritu Santo -que tantas cosas sabe- inaugurará el próximo Concilio Vaticano bajo la presidencia de este santo inglés a quien los “hermanos separados” separaron la cabeza por el delito de tener lo que hay que tener: costumbre, esta última, característica de todos los mártires de la Iglesia de Cristo, militante y militar.

 

Virgilio:
El máximo poeta de la vieja Roma predijo y cantó el nacimiento del Niño. Es que los poetas huelen en el aire la oculta información de la Belleza.

 

Winston Churchill:
Perdió el Imperio, pero salvó a la Isla. Retirado de la política, se le concedió el título de Sir. En plena actividad, los Beatles recibieron el título de Caballeros. Esto recuerda el caso de la familia inglesa compuesta de nueve hermanos: el primero era un gran financiero y el segundo estaba en la ceda de al lado; el tercero tenía la Cruz de la Victoria y el cuarto tampoco había estado nunca en la guerra; el quinto era obispo y el sexto tampoco tenía moral; el séptimo era diputado y el octavo tampoco entendía nada de política, y el noveno, el pobrecito, murió soltero como su padre.

 

Nota: Estos textos pertenecen a su libro “De tumbo en tumba”, en su edición de Theoria, año 1966.