Voces de los de enfrente.
Pues cositas como éstas: que han acabado instituciones en las que nadie creía seriamente. “¿Vos creés en la Cámara de Diputados? ¿Conocés mucha gente que crea en esa clase de farsa?. Hay en el pueblo una necesidad de verdad hondísima. Casi nadie se ha alegrado de la caída de Illia, honesto y un excelente hombre. Se trata de que estamos hartos de politiquerías de comités, de combinaciones astutas para ganar tal o cual elección”. (Declaraciones a la Revista “Gente”, nº 53, 28 de julio de 1966). No podía faltar, claro está, un elogio para el presidente-general… “ojalá la serenidad, la discreción, la fuerza sin alarde, la firmeza sin prepotencias que ha manifestado el general Onganía en sus primeros actos de gobierno, sean para que podamos levantar una gran Nación sin hipócrita acatamiento a viejos mitos políticos”.
Diez años después otro general presidente era cálidamente elogiado por Sábato. Nada menos que Videla, a la salida de un almuerzo en el que quien se preocupó por algún “desaparecido” fue… el Padre Castellani. Esta recurrente admiración por gobiernos militares parece limitarse a los comienzos. Luego se marchita. Sábato puede cantar, como el poeta, “yo soy aquel, que ayer nomás decía…” Y esto decía Sábato del General Videla aquel miércoles 19 de mayo de 1976: “El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente”.
Ya en 1978, Sábato explicaría su posición en un artículo de la revista alemana “Geo”: “La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos”, dijo al explicar el golpe de marzo. Y agregó: “Desgraciadamente ocurrió que el desorden general, el crimen y el desastre económico eran tan grandes que los nuevos mandatarios no alcanzaban ya a superarlos con los medios de un estado de derecho. Porque entre tanto, los crímenes de la extrema izquierda eran respondidos con salvajes atentados de represalia de la extrema derecha. Los extremistas de izquierda habían llevado a cabo los más infames secuestros y los crímenes monstruosos más repugnantes”. Concluyó así dicha nota: “Sin duda alguna, en los últimos meses, muchas cosas han mejorado en nuestro país: las bandas terroristas han sido puestas en gran parte bajo control”.
Sin embargo, estos “intelectuales” profesionales no se inmutan por más que se les recuerde estas perlitas. Siguen adelante, impertérritos, amparándose en el “derecho a cambiar”, a madurar. Algunos ya se pasan de maduros y orillan la franca descomposición. Por cierto que se puede cambiar, para bien o para mal. Pero en cambios como los del autor de “Abaddón el exterminador” se mantiene una constante: siempre está con los que ganan. Uno le creería un poquito más si cosas como las de 1966 ó 1978 las hubiera dicho en 1986. Pero no. Entonces podemos sospechar que los “cambios” no son productos de una reflexión sincera y objetiva, sino más bien “combinaciones astutas”, como él mismo dijera otrora.